Capítulo 25 ~ Wish You Were Here
Tardo unos segundos en reaccionar. Como si tratara de asegurarme de que lo que escuché es real, buscando no decepcionarme. Me doy cuenta entonces que mis sentidos están en alerta, esperando el mínimo sonido para actuar. Y cuando reacciono, todo parece correr en cámara lenta, haciéndolo eterno y agonizante.
Cierro el libro y lo dejo a un lado antes de correr. Me detengo frente a la puerta de la cocina que da al garaje, pero no quiero abrirla. Me paralizo frente a ella, como si tuviera miedo de que no encontrar lo que estaba esperando del otro lado de ella, que todo hubiese sido una simple alucinación.
Mi ansiedad queda entonces plantada detrás de una puerta que no me atreveré a abrir.
En un momento que casi no alcanzo a percibir, el ruido del motor cesa y el miedo crece incluso más. ¿Lo he imaginado todo entonces?
Cinco minutos pasan y la puerta aún no ha sido abierta. Comienzo a preocuparme, tanto de mi estado mental como sentimental. Diez minutos. Comienzo a retroceder, en el intento de protegerme de mí misma al imaginar aquello. Choco contra una banqueta y, sin la intención realmente, termino sentada en ella como última opción, porque si no caería al suelo. Una lágrima se desliza por mi mejilla. No puedo creer que lo haya imaginado todo. Me abrazo a mí misma, mi auto-protección aumenta a medida que el segundero del reloj hace su tic-tac que retumba en lo más profundo de mi mente.
El agonizante chillido de las bisagras de una puerta resuena en el absorto silencio que reina en el barrio de mi padre por las noches, y vuelve a sonar cuando la puerta es cerrada y azotada contra su marco.
Mis ansias crecen a la par con mi autocompasión. Me siento tan estúpida. Espero unos segundos en los que debato el irme a mi habitación para tratar de relajarme o continuar esperando por él aquí sentada. Llego a la rápida conclusión de que lo esperaría el tiempo que él necesite que lo espere.
Y entonces la puerta se abre. Es como si un coro de ángeles cantara el aleluya mientras lo veo entrar y en ese momento no huelo el olor a alcohol ni los días sin bañarse por los que ha pasado. Simplemente lo abrazo. No estoy segura en qué momento puse los pies sobre el suelo para correr a su encuentro y entonces tampoco estoy segura si lo hice en realidad. Lo único que sé es que él está parado en el piso de la cocina justo ahora, justo frente a mí.
—Estas aquí —susurro. Me separo unos centímetros para observarlo, para asegurarme de que es él realmente y me doy cuenta que podría estar segura que está frente a mí, tanto por cómo puedo verlo y tocarlo por cómo puedo olerlo. Y huele horrible, a alcohol si estoy en lo correcto, y se ve como si es lo único que ha consumido en los últimos días. Toco su rostro, que tiene rastros de sudor y barba sin afeitar.
—¿Lie? —pregunta, parece sorprendido y absorto en una lucha silenciosa consigo mismo—. Lie —suelta en un suspiro ahogado luego de mirarme por varios segundos en los que el reloj y mi respiración agitada eran los únicos ruidos en la habitación. Me amarra con sus enormes y musculosos brazos. Me sostiene fuerte, como si quisiera hacernos uno mismo, como si me hubiera estado buscando por meses. No lo sé, pero es hermoso.
—¿Dónde demonios has estado? —reclamo, repentinamente furiosa. Mi voz se corta al final de la oración y nuevas lágrimas empapan mi rostro.
—Por ahí —murmura en un acento ebrio y complicado, arrastrando las palabras.
—Has estado bebiendo —lo acuso, observándolo. Sus pupilas están levemente dilatadas—. Hueles horrible. Ve a bañarte.
Él me mira por unos segundos. No puedo identificar lo sentimientos que me brindan su gesto, tan demacrado por la suciedad y el alcohol que me es imposible diferenciar el miedo de la tristeza en su expresión.
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Painful Memories (Saga Deep #1)
RomantikLuego de ser engañada por su novio y traicionada por su mejor amiga, Charlotte decide mudarse con su padre a Londres para comenzar de nuevo. Aunque no quiere dejar sola a su madre en Miami, no puede contener las ganas de alejarse lo más que pueda de...