Capítulo 10

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Eran aproximadamente las siete de la mañana cuando despertó. Detestaba despertar temprano en días libres, ya que no sabía qué hacer en ese tiempo, en especial en un lugar desconocido.

Miró hacia la ventana, el día estaba nublado, pero no hacía frío. Al menos estaría "controlado" el clima.  Se levantó de la cama, iría al baño a lavarse de la cara; habían pasado bastantes días desde que no se tomaba una ducha, se sentía incomoda. Qué asqueroso.

Observó desde las escaleras a su compañero, quien ya se había levantado y realizaba ejercicio, pero de nuevo, no veía su cara -estaba de espaldas-. Vio con detenimiento cada flexión que realizaba, desde que bajaba hasta que estiraba sus brazos. Tenía una playera roja de manga larga, la cual estaba arremangada. Su espalda estaba marcada al igual que sus brazos.

--- Pero qué... -se asomó por el barandal del lugar

Alcanzó a ver como una de sus manos era distinta, brillaba por la luz del sol -la puerta estaba abierta-. Sin embargo no podía ver con exactitud qué tenía y si era en la mano o en todo el brazo. El sujeto se levantó, seguía sin mostrar la parte delantera de su cuerpo y esta vez ocultando su brazo izquierdo. Fue hacia el mueble y se puso la mascara. Giró hacia su lado derecho hasta mirarla.

--- Buenos días, _(t/n)_

Se exaltó. Despegándose de la orilla.

--- Bu-buenos días, uh...

Dejó su oración a medias debido a que ella esperaba a que la completara diciendo su nombre, pero no sucedió.

Volvió a evadirla, esta vez para bajar las mangas de la playera y vendarse su brazo izquierdo.

--- Traje café y galletas. No sé si te gusta el chocolate entonces... traje dos distintas

--- Gracias, enseguida bajo

Finalmente entró al baño, se acercó al lavabo y mojó su cara con agua fría. Miró su reflejo en el espejo sucio y roto, tratando de hallar una respuesta a lo que se había preguntado desde que despertó en esa casa: cuándo terminaría. Suspiró. Secó su rostro con la playera y se fue de ahí.

Estaba por bajar a la sala, pero se lo encontró subiendo las escaleras con las cosas. Lo dejó pasar, ingresó a la habitación y luego entró ella sin cerrar la puerta.

Dejó la comida en el mueble y se retiró, o al menos eso quiso hacer.

--- Eh... ¿no desayunarás?

Se detuvo.

--- Sí. Puedes llamarme si necesitas algo, estaré abajo

Se separaron.

Volteo a ver la comida, tenía hambre. Se acercó y comenzó a consumirla mientras pensaba de quién se podría tratar, por alguna extraña razón recordaba esa voz, pero ¿en dónde la escuchó?

También la chamarra, la había visto antes. Imaginó a diversas personas vestirla, pero a ninguna le quedaba, debió ser de algún vecino que no recordaba, de algún profesor o de alguien que solo vio pasar por la calle.

Terminó de comer. Fue a enjuagarse la boca al baño. Cuando pasó por las escaleras lo vio sentado en el marco de la puerta. Tenía los ojos cerrados, quería descansar pero algo se lo impedía. Era él mismo, respiraba como si le costara, quizás tenía una pesadilla. Se extraño por eso. Descendió las escaleras en silencio, yendo hacia su compañero.

Abrió los ojos lentamente, mirándola.

--- ¿Ocurre algo? -preguntó amablemente

--- Eso te vengo a preguntar

Suspiró, acomodándose. La chica no tardó en sentarse a su lado, teniendo su distancia.

--- Es difícil mantenerse despierto durante cuatro días

--- ¿No dormiste ayer?

Negó con su cabeza.

--- Después de lo ocurrido, fui a dejarlo afuera del bar más cercano. Regresé aquí, pensando que... tal vez volvería

Lo entendió, se había mantenido alerta.

--- Puedes dormir en el cuarto si quieres -había sentido empatía por él

--- Te lo agradezco, pero debo arreglar la camioneta

--- ¿Puedo ayudar en algo? -observó como se levantaba del suelo- Es aburrido estar aquí dentro

--- Aún conservo la libreta, si es que prefieres realizar otro dibujo de un mono con paraguas y escudo sobre un monociclo 

Había visto sus dibujos. Miró hacia otra parte para que no notara lo avergonzada que estaba. De cualquier forma se había dado cuenta, por lo que decidió evadir lo dicho, no quería que se sintiera así.

--- Aunque pensándolo bien, me vendría bien un brazo extra

--- ¿No querrás decir "una mano extra"?

--- No, un brazo extra

Salió de la casa, la chica iba detrás de él.

Llegaron al lugar donde el vehículo estaba estacionado. Ya estaba en uso la palanca, él se agachó y se puso debajo de este, al lado de la llanta trasera estaba la caja de herramientas. Empezó a repararla.

_(t/n)_ rodeó el transporte para observarlo bien, pesé a lo viejo que estaba, aún se conservaba. Esperaba alguna instrucción por parte de su acompañante.

Pasaron cerca de cuatro minutos -que para ella fueron interminables- cuando salió. Se había manchado las palmas de su mano. Se dirigió hacia ella y ambos vieron la camioneta. Luego fue a quitar el gato hidráulico y la caja de herramientas.

--- Bien, ahora... enciendela por favor

Subió en ella y la encendió. Arrancaba, pero seguía teniendo un ruido extraño. Reeves la apagó y esperó la siguiente orden.

Fue hacia el cofre, lo abrió y comenzó a revisarlo. No sabía mucho de mecánica, pero intentaba arreglárselas.

Se recargó en el respaldo del asiento, quería conversar con él acerca de lo que le habían hecho y su enigmático pasado. Pero no averiguaría nada si seguía de payaso. Para qué molestarse.

Al transcurrir unos minutos, le pidió que trajera un poco de agua para la camioneta. _(t/n)_ bajó y fue hacia donde estaba la basura, ocuparía el vaso de café para llevársela. Finalmente se la dio y volvió a subir.

--- Creo que ya está -cerró el capó-. Por favor

Prendió nuevamente el vehículo, ya todo estaba bien. Los dos se alegraron por eso. La muchacha estaba por apagarlo, pero él la interrumpió dándole otra instrucción: dar una vuelta alrededor de la casa. Se sorprendió por eso, no lo había previsto. De todos modos no lo obedeció y quitó la llave. Hizo una mueca, estaba por regresar a la casa, pero el tipo se acercó a la ventana del piloto.

--- ¿Te encuentras bien?

--- Sí, sí. Es solo que no sé manejar -rió-. Edward solo llegó a enseñarme cómo encenderlo

Suspiró. Lo pensó un momento, no tenía problema en enseñarle, solo que no tenía la manera para instruirla.

La miró directamente a los ojos.

--- Permiteme enseñarte

Reaccionó con extrañeza, solo había escuchado esa palabra una vez.

--- ¿Qué dijiste?

--- Es decir... -carraspeó- ...en caso de alguna emergencia, en la que yo no pueda conducir... -se había puesto nervioso

Sonrió por eso. Aceptó su ofrecimiento. Tuvo que pasarse al otro asiento, primero observaría.

Te veo [Bucky Barnes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora