Capítulo 17

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Era la quinta habitación y seguía sin haber nada.

Ya había entrado a las habitaciones de Elisa (la cual era la más simple), Lucia (en esta había encontrado un consolador), Carlota (tenía cosas de oficina) y de una tal Susy (debía ser la más pequeña de las nueve, ya que tenía dibujos y muñecas por todas partes).

Era extraño revisar esas habitaciones, ya que ahí explotaban las personalidades de cada una. La parte buena era que aún no había señales de ninguna de las dos organizaciones.

Suspiró, estaba agotada. No tenía noción del tiempo que había transcurrido.

Movió sus hombros y su cabeza para quitarse el dolor muscular. Debía descansar, al fin y al cabo no regresaría hasta el siguiente día.

Pero ahora que lo pensaba lo creía innecesario, es decir, ya dormían ahí y estaban lejos de ella. ¿Para qué molestarse? Pero en fin, era una orden.

Se quejó por eso. Sería una larga noche. Dejó las llaves de repuesto que había encontrado en una mesa que estaba al lado de una silla, bajaría a prepararse un poco de café.

Bucky debía ayudarla cuando regresara y esperaba que fuese pronto.

El agua estaba lista, puso el café, el azúcar y un poco de leche en la taza. Seguidamente vació el agua hirviendo en esta y comenzó a mover el líquido con ayuda de una cuchara de metal. Sopló y luego dio un sorbo. Se sorprendió mucho al ver la silueta de Bucky en el reflejo de la ventana de la cocina. Había escuchado la puerta cerrarse, pero había creído que algún animal de afuera había golpeado la puerta; confundió el sonido. Sus plegarias habían sido escuchadas.

--- Por dios, Bucky -volteó a verlo-. ¿Cuánto te haces de...?

Se quedó inmóvil. No era él.

Tenía la misma complexión que él y el mismo corte de cabello. Pero su apariencia y la vestimenta era todo lo contrario.

El hombre estaba pálido, tenía las manos sucias con tierra y lo que parecía ser sangre. Su overol estaba roto y mugroso al igual que las botas negras que llevaba puestas. Y su cara... no veía su rostro porque llevaba una mascara que había hecho él, la había elaborado con la cara de un juguete, de un muñeco de porcelana. La mascara tenía grietas.

Estaba temblando. Apretaba sus puños. Y detrás de él había un hacha y una cabeza de caballo, las moscas lo rodeaban. El olor comenzaba a impregnarse en sus fosas nasales, el olor a muerto se hacía cada vez más presente.

Volteó su cabeza hacia la derecha.

--- ¿Quién... eres... t

Estaban por llegar al restaurante, se había tomado su tiempo para conducir. Tenía en mente darle todo el tiempo posible a su amiga en caso de que Elisa se arrepintiera a ultimo minuto, todo para ejecutar su plan.

Conversaban respecto a la rutina de Elisa y los exigentes clientes que se topaba a diario. Había ocasiones en las que llegaban varios en la noche, muchos de ellos contaban historias de fantasmas. Viajaban tranquilos y en orden, hasta que a ella le dio un ataque. Estaba cambiando su personalidad.

Detuvo la camioneta. Esperando que no fuera Lucia.

La mujer sujetaba su cabeza con las manos, empezó a sudar y gritaba del dolor.

--- ¡No! ¡No la dejen salir! ¡Qué no... tome... el control! -apretó sus ojos, al igual que sus dientes

--- ¡Elisa!

--- ¡No! ¡Le va a decir! ¡Ocutenla...!

Se quedó callado. Había sido un error dejarla sola.

Sin previo aviso dio la vuelta y aceleró.

Jadeó. Por fin había tomado el control.

--- ¡Señor Sebastian! ¡Mi nombre es Alexa y debe huir de la casa! ¡Cameron está en peligro! ¡Nuestro hermano es un completo psicópata! Va a... -alguien más comenzaba a tomar el control

--- ¡Alexa! Mantente conmigo. Dime qué está pasando

--- Es... ¡Es la chica! ¡Le cortará la cabeza!

Su sangre se heló.

A este paso jamás llegaría a la casa. Al menos no a esa velocidad que la furgoneta podía proporcionar.

Frenó de golpe y le dio la orden a Alexa de que condujera hasta la casa, mientras tomaba una linterna.

--- ¡¿Qué haces?! ¡Vuelve a subir!

--- ¡Haz lo que te digo!

No era necesario llevar un arma, él siempre cargaba consigo una.

Dejó la taza de porcelana lentamente sobre la encimera. Con la otra mano tomó un cuchillo, se estaba terminando de secar. Lo ocultó por debajo de la ropa, la playera de manga larga había sido útil.

Ninguno de los dos se movía. Al parecer, ambos tenían pensado atacar o moverse solo si el otro lo hacía.

--- Hola. Debes ser el... el hermano de las chicas

Giró su cabeza hacia el lado contrario.

--- Co-Conozco a tus hermanas. A Ely, Mathilda, uh... Carlota y a Lucy. Ely mencionó que vagarían ¡es decir! que viajarían tres de ellas... y también tú. ¿Cómo te llamas? -sonrió forzosamente

--- Mi nombre es Martín -enderezó la cabeza-. Y te aseguro... que nos divertiremos mucho, juntos

Comenzó a caminar hacia ella, rodearía la mesa. No sin antes tomar el hacha.

Tenía planeado correr por debajo de la mesa, pero sería una muy mala idea, podría llegar a tomarla de alguna pierna y habría sido su fin. Por lo que decidió tomarla de los bordes y lanzarla hacia él.

Ella caminó hacia el lado contrario, sin perderlo de su vista.

--- ¿Ah, sí? Y... ¿y a qué jugaremos o qué? -rió nerviosamente

--- A las atrapadas... yo iré por ti... si te atrapo en menos de un minuto, ganaste... pero si yo gano... -rió maniáticamente- bueno, no te gustará saberlo

Ya había escapado de un lunático anteriormente -sin contar cuando trato de huir de Bucky-, no sería complicado correr de otro.

--- ¿No prefieres otra cosa? Como a las muñecas

Negó con su dedo.

Una vez que intercambiaron lugares, ella no esperó a actuar.

--- Hecho -frunció el ceño

Y con todas sus fuerzas, volteó la mesa de tal modo que lo llegase a golpear. Había funcionado.

Al diablo las maletas, Bucky comprendería la situación. Sin embargo... las libretas eran valiosas para él...

Cuando estuvo a punto de abrir la puerta principal y escapar por ahí, Martín arrojó el hacha dispuesto a clavarla en su cráneo, afortunadamente tenía una mala puntería y terminó clavándose en la orilla de la entrada, es decir, ahora no podía entrar ni salir nadie. Viéndolo así, había sido a favor de él. Maldición.

No tuvo cabeza más que para correr escaleras arriba y entrar en la ultima habitación que había abierto. Encontrándose con una decoración no tan agradable.

En las paredes había cabezas de distintos animales, como burros, cerdos y ovejas. Había un escritorio al otro extremo de la habitación, sobre este había un conejo y una serpiente disecados. Todo se veía tan tétrico y lúgubre a la luz de la luna. Se recargó sobre la puerta y se deslizó hasta que tocó el piso, donde había una alfombra de oso.

"¿De dónde sacó un puto oso si estamos en medio del desierto?" pensó.

Ahora solo debía esperar a que no la atrapara.

Y que Bucky llegara en su rescate.


Te veo [Bucky Barnes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora