Secundum malum serves

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Una muerte imprevista,
Un dolor descomunal,
Nuestro hermoso niño,
No para de llorar.

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Hace unos días, dos para ser exactos, una tragedia había golpeado al pueblo luego de ya un tiempo, una persona muy importante para todos qué había llenado de risas el lugar en ocasiones y a pesar de haber perdido a su preciosa esposa salió adelante mostrando una sonrisa a los demás, ahora él dejaba un vacío en los corazones de cada habitante, en especial de su única familia, de su amado hijo...

Desde hace ya un tiempo Conrad se había empezado a sentir mal, una fuerte tos lo invadía cuando menos lo esperaba y con el paso del tiempo llegaba incluso a provocar que su garganta sangrara por el esfuerzo.
Pensó que pronto pasaría, que no sería nada grave, pero se había equivocado completamente.

Aquella fatídica tarde Conrad se encontraba trabajando en sus sembríos con Sebastián, su precioso hijo, el único recuerdo de su amada esposa quien había muerto durante el parto de su niño, se había prometido cuidarlo y protegerlo, pues era la única familia que le quedaba; ambos reían ocasionalmente mientras laboraban, pero la risa fue opacada en cuanto la tos comenzó, continuó de manera violenta y tardó más que en anteriores ocasiones en detenerse, Sebastián, preocupado por su padre, lo ayudó a regresar a la casa y en cuanto llegó le ofreció un poco de agua.

Conrad se sentía cansado, débil, a penas podía ponerse en pie, su hijo lo llevó a recostarse mientras él se encargaba de limpiar todas las manchas de sangre del lugar y preparaba algo de comer.

Cuando Sebastián tuvo todo listo, le llevó a su padre algo de comida, pero en cuanto entró en la pequeña y demacrada habitación encontró al hombre pálido, más, según sintió, su temperatura era demasiado alta, se encontraba lívido y moribundo.
El chico dejó el plato en el suelo y acarició el cabello de su padre.

— Lo siento tanto papá, no sé que más hacer —Soltó abatido y limpió con furia e impotencia las lágrimas que amenazaban con salir— Iré a buscar ayuda, solo resiste un poco papá.

— Hijo... —Susurró tomando su mano— Solo...quédate aquí conmigo —Habló con una sonrisa, más sabía que no se recuperaría de esta, ya lo sentía así y lo único que quería era abrazar un rato a su hijo.

El joven asintió y como pudo el hombre comió un poco volviendo a toser ferozmente después.

Ambos se recostaron en la que llamaban su cama y por primera vez en mucho tiempo el hombre abrazó a su hijo, lo acurrucó en su pecho acariciando su cabello como solía hacer cuando era un niño.

— Mi pequeño...has crecido demasiado —Susurró besando su cabeza— Te amo tanto hijo y créeme tu madre estaría tan orgullosa como yo del hombre en el que te has convertido, además has encontrado a una persona tan maravillosa como Erick para que te acompañe —Cada palabra que Conrad pronunciaba salía ronca y forzada, sin contar que era una tortura hablar y solo lo debilitaba más.

— Papá...mejor descansa, no quiero que esto empeore —Suspiró besando la mejilla de su padre.

— Solo escucha cariño...te amo más que a nada en el mundo, eres lo más importante para mi —Sonrió con lágrimas en los ojos— Se que estás en buenas manos y que eres un hombre excelente, quiero que sepas que siempre estaré contigo aunque no esté aquí —Besó su frente suspirando— Te amo mi niño.

— Papá... —Suspiró Sebastián llorando en su pecho— Yo también te amo...te amo demasiado —Susurró abrazándolo con fuerza.

Al pasar un momento el joven se quedó dormido, su padre lo observó atento y con cariño y al salir el sol cerró los ojos con una sonrisa, apretando en sus brazos una última vez a su hijo.

¿Una fugaz eternidad?  [Yaoi/Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora