Penalis verum

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Amor en el aire,
Alegría en el corazón,
Pero el hombre sabe,
Que llegará el dolor.

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La mañana los alcanzó más pronto de lo deseado, despertaron en brazos del otro, sonríendo mientras sus miradas se cruzaban.

Después de unas pocas travesuras de Muerte, ambos se bañaron y vistieron, listos para su cita en el mundo mortal.

Abrieron un portal desde la misma habitación de Erick y llegaron a un pequeño arroyo, caminaron un poco por el lugar charlando con soltura de varios temas.
Muerte había pensado mucho sobre esa cita desde el momento en que volvieron a estar juntos, a partir de ahí, había comenzado a buscar los lugares más hermosos para visitar, pero se decidió por aquel que siempre quiso recorrer junto al menor.
Se habían transportado a Grecia, al pequeño pueblo que hace siglos había sido su hogar, aún mantenía esa aura rústica y hogareña de aquel entonces, Erick siempre deseó regresar allí junto a Sebastián y quería cumplir al menos ese pequeño capricho, pues no sabía cómo reaccionaría el menor después de recuperar sus recuerdos.

- Hay un pequeño restaurante familiar a una pocas cuadras más -Susurró Muerte apretando su mano- ¿Te apetece comer ya?

Sebastián asintió mirando el lugar con una sonrisa, aquel pueblo le transmitía un sentimiento de añoranza.

- Es un hermoso lugar -Habló volviendo a mirar a su compañero- Me hubiera encantado vivir aquí, rodeado de la naturaleza, en una pequeña y sencilla cabaña, sería...muy lindo.

Erick lo miró con una triste sonrisa, pronto sabría que había vivido allí y posiblemente, no quisiera volver a pisar esas tierras.

En silencio continuaron su recorrido, llegaron a su destino y pasaron al local, era un restaurante algo pequeño, hogareño, con un delicioso aroma llenando el lugar.
Tomaron asiento en una mesa cerca a la ventana, poco después, ordenaron lo que deseaban comer.

- No te lo pregunté antes pero, ¿cómo es que vamos a pagar? -Sebastián lo miró algo preocupado, él no poseía dinero, nunca lo necesitó, cuando visitaba el mundo mortal solo paseaba y nada más.

- Tranquilo -Rió Muerte- En realidad, hace algunos años comencé a invertir en acciones, pedí algo de dinero prestado a ciertas personas para iniciar y, bueno, ahora tengo una cantidad considerable en el banco, sobre todo porque casi no lo utilizo se acumula en la cuenta.

Erick siempre fue inteligente en cuanto a la administración se tratara, así que pensó, que no sería malo tener algo de dinero, nunca se sabía cuando podías necesitarlo, además le resultaba una buena distracción.

- Vaya...si que eres un hombre de secretos -Rió el demonio, no se esperaba que Muerte tuviera participación en la vida mortal.

Continuaron la plática sobre como el mayor había realizado sus inversiones y demás temas afines.
Les sirvieron su comida y rápidamente terminaron, las discretas risas y miradas hicieron sentir que el tiempo pasaba más presuroso que de costumbre.

Muerte pagó la cuenta, salieron del sitio y retomaron su caminata, un pequeño museo se había inaugurado en el centro del pueblo, recorrieron el lugar, luego pasaron por una frutería, compraron algunas cosas y se sentaron en un parque a comerlas, el sol empezaba a ocultarse y ahora el mayor lo dirigía en el sentido contrario de donde habían estado, planeaba llevarlo a la colina en donde solían encontrarse cuando vivían, era allí donde quería devolverle sus recuerdos, ese era su lugar especial y lo había dejado para el final

- Sebastián... -Susurró Muerte una vez se sentaron en el césped- Te prometí que te diría toda la verdad una vez terminara nuestra cita -Cerró los ojos inhalando hondo, buscando llenarse de valor- Te quiero contar todo aquí, en nuestro lugar especial.

¿Una fugaz eternidad?  [Yaoi/Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora