Rogationem ligula

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La indecisión,
No lo deja seguir,
Sin saber,
Que lo van a descubrir.

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Después de un reparador descanso, Muerte y Sebastián despertaron mucho más renovados.

Ambos comenzaron su día y lo desarrollaron como normalmente lo hacían, cada uno se encargó de su trabajo, se encontraron al medio día para salir al mundo mortal a dar una pequeña caminata, Erick le propuso ir a una cita el día siguiente, oferta que Sebastián aceptó encantado.

El resto del día transcurrió normal, llegó la noche y ambos se recostaron a dormir, se acurrucaron juntos hasta quedarse completamente dormidos.

Así, la cita tan esperada llegó, Muerte meditó mucho sobre si hacer o no la propuesta, al final, el miedo le ganó y decidió no hacerlo, por ello prefirió dejar la caja de terciopelo rojo al fondo del pequeño cajón del mueble junto a su cama.

Entrada la tarde Sebastián ingresó al dormitorio que compartía con su pareja, se sentó a la orilla de la cama y abrió el cajón en el que guardaba su loción, vió una pequeña caja deslizarse por la superficie hasta chocar con el borde.

— ¿Qué es eso? —Susurró para sí, era una de esas cajas con anillo de matrimonio, era fácil saberlo por el color tan cliché del objeto, pero la curiosidad siempre era más, a pesar de saber de que se trataba con anticipación.

Con cuidado tomó la caja y la abrió, encontrándose con el hermoso anillo dentro, es costoso, fue lo primero que pensó, después su mente comenzó a funcionar un poco más y se paralizó por un segundo.

¿Acaso Erick iba a proponérselo?

Una enorme sonrisa se formó en sus labios, eso debía ser y de seguro lo haría en su cita de esa noche.
Dejó todo como estaba antes y con cuidado se arregló, incluso con más cuidado de lo que había planificado, quería verse bien para semejante propuesta.

Más tarde, ambos hombres se encontraron en la biblioteca del Infierno y juntos cruzaron un portal a la Tierra, Muerte lo llevó a pasear por el mar, luego fueron a un centro de entretenimiento, ambos se divirtieron aprendiendo a dominar esos videojuegos, sorprendentemente, el demonio resultó ser muy hábil, mientras Erick perdía cada partida Sebastián seguía invicto.

Una vez terminaron todas las fichas que tenían, se dirigieron a un lujoso restaurante, tomaron asiento y comenzaron una charla amena mientras esperaban que les sirvan su comida.

Sebastián observaba a su acompañante ansioso y expectante, llegando a confundir a Muerte.

— ¿Sucede algo mi amor? No has dejado de mirarme, pues...así —Habló Erick señalando su rostro— ¿Quieres que le pida algo más al mesero?

— No, estoy bien, no te preocupes —Sonrió, sin dejar de mirarlo de forma sospechosa— Tal vez eres tú quien actúa raro, ¿no quieres decirme algo?

Si, eso era lo más disimulado que podía actuar Sebastián dadas las circunstancias.

— No que yo sepa —Muerte lo miró aún más confundido— ¿Sabes? Mejor terminemos de comer, de lo contrario va a enfriarse.

El demonio hizo un pequeño puchero, la ansiedad era una tortura, no podía esperar para dar el si de una vez por todas.

Terminaron de comer y a pesar de la espera de Sebastián nada sucedió, agotado por la linda cita-sin-propuesta, el menor se recostó de inmediato en la cama y dándole la espalda a Erick susurró un Buenas noches y fingió dormir.

Muerte continuó mirándolo confundido y extrañado, la actitud del chico fue un poco rara.
Tal vez se cansó de él.
¿Y si hizo algo mal en la cita?
¿Dijo algo que no debía?

¿Una fugaz eternidad?  [Yaoi/Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora