Un último adiós,
A la falsedad,
Triunfa el amor,
Pero solo el real.~~~^§§§^~~~
El tiempo volvió a pasar, tanto o más lento que antes, el alma de Sebastián había vuelto a reencarnar sin que Muerte lo supiera.
Las moiras, los seraphims y los infernums, trataban a toda costa de guiarlo hacia su alma platónica, pero él no tenía ni el más mínimo interés en encontrarla. Los entes pudieron notar que su alma buscaba la de Erick y cada vez que este se encontraba cerca del chico, haciendo su trabajo, el alma de Sebastián reaccionaba tratando de hallarla con desespero.
Esta vez, Muerte había visto a Sebastián mientras él trabajaba, notó como el chico se erizó mientras más se acercaba a él, sonrió mirándolo y decidió visitarlo después.Las visitas nocturnas de Muerte se volvieron constantes, se sentaba en su cuarto a observarlo, acariciando su cabello, susurrando una canción con su ronca voz, proporcionándole así los más pacíficos y hermosos sueños con la melodía.
Sebastián comenzó a envejecer de a poco y las moiras se dieron por vencidas en su tarea de llevarlo con su alma platónica, si bien ellas hilaban el destino no podían obligar a un ser a actuar en contra de su instinto, deseo y voluntad.
Cuando el momento llegó, Sebastián falleció y Muerte recogió su alma como siempre.
Otra vez no había formado un vínculo romántico con nadie.— Hola pequeño... —Susurró Erick mirando como el alma del menor lo buscaba— Aquí estoy, tranquilo —Sonrió tiernamente mirando los preciosos ojos de su amado.
— Al fin... —Susurró Sebastián tirándose a los brazos de Muerte sin previo aviso— Tú...tú venías cada noche, podía sentir tu presencia —Rió saltando un poco y enrollando las piernas en la cadera de Erick— No sabes cuanto esperé por verte, eres muy guapo.
Muerte rió y lo abrazó por la cintura, más la culpa empezó a invadirlo, su mente lo martirizaba, dejando latente el pensamiento de que no estaría tan feliz de verlo si supiera lo que hizo, o más bien no hizo en su vida juntos.
— Gracias...pero no deberías hacer esto, solo soy el encargado de enviarte a donde perteneces —Susurró aflojando su agarre— Debemos darnos prisa Sebastián.
— No quiero —Susurró haciendo un pequeño puchero, mientras lo abrazaba más fuerte— Quiero estar contigo...por favor —Lo miró triste, poniendo una carita tierna y suplicante.
Vaya que las visitas de Erick habían hecho su amor más fuerte y este no podía negarle nada a su pequeño amado, con un suspiro abrió un portal directo a su oficina en el Infierno, un lugar en donde no podían rastrearlo ni las moiras, ni los dioses.
Entró con Sebastián en brazos y se sentó en el largo sofá, dejándolo sentado sobre su regazo.Sebastián sonrió abrazándolo por el cuello y lo besó, jugando con su cabello, Muerte no tardó en corresponder al magnífico contacto, pero el menor, aún no satisfecho, comenzó a jugar con su lengua, dejando una juguetona mordida en su labio inferior.
Erick gruñó bajo por la provocación y sonrió, mostrándole, con esa sonrisa y con su ahora oscura mirada, el deseo que contenía.Sebastián jadeó solo de mirarlo y soltó un pequeño grito de sorpresa cuando Muerte lo recostó en el sofá colocándose sobre él, el hombre comenzó a repartir besos en su cuello, mordiendo de vez en cuando.
Comenzó a acariciar su pecho y poco a poco fue descendiendo, volviendo a besar sus labios otra vez.
Los jadeos continuaron por el frío tacto del mayor, pero todo se detuvo en cuanto las caricias llegaron a su vientre.
Erick se congeló al sentir el lugar, los recuerdos regresaron y lágrimas empezaron a correr por sus mejillas, sus ojos clavados en su abdomen plano susurrando disculpas desesperadamente.
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¿Una fugaz eternidad? [Yaoi/Gay]
RomanceEn aquella época tan remota, cuando la Tierra era joven y la población escasa, dos almas se encontraron, destinadas a amarse, ambas de mundos tan diferentes, porque aún en aquella era, la división social prevalecía, un latente recuerdo de que su amo...