Platonico amore defecit

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Una alma creada,
Un falso amor,
La persona amada,
Es única, no hay dos.

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El tiempo pasó y Erick se acostumbraba cada vez más a su nuevo trabajo, pero no pasaba día en que el recuerdo de Sebastián, su hijo y el resto de su familia no lo atormentara.
Cada momento pensaba en ellos, en lo injusto de su muerte y en la tragedia de no poder verlos sonreír otra vez.

Por Hades, se había enterado que los tres dioses habían creado el alma platónica para Sebastián, nunca podría igualar a su alma gemela, pero sería un reemplazo de ella.

— Muerte, Zeus, nuestro señor, quiere verte —Habló un seraphim entrando a su oficina en el Infierno, nadie, a más de los tres grandes, conocía su nombre en vida, era algo que él consideraba privado y no quería escucharlo de alguien que no fuera su amado, así que ahora lo llamaban por lo que era, la Muerte.

Asintió lentamente poniéndose de pie y abrió un portal hacia el Olimpo, entró en el suspirando, cuando Zeus lo llamaba no era para nada bueno.
Caminó por los pasillos del templo del dios y tocó la puerta del salón principal de la edificación.

— Pasa Muerte —Ordenó el dios mirándolo entrar— Bueno...pronto debes salir a recolectar algunas almas ¿verdad?

— Si, de hecho iba a ir justo antes de que me llamaras —Suspiró sentándose en el cómodo sofá del lugar.

— Bueno, debes saber que entre las almas que vas a ver está la de...Sebastián —Susurró mirándolo cauteloso. Muerte no tenía una noción del tiempo clara, no sabía cuanto había pasado desde su fallecimiento, tal parece que demasiado— Te quería informar aquello para que hagas bien tu trabajo, sin inconvenientes de por medio.

Erick se puso de pie inmediatamente, asimilando lentamente lo que acababa de escuchar. Iba a ver a Sebastián, su pequeño.
Asintió a lo último dicho por el dios y lo miró.

— ¿Cómo...cómo le fue en su vida con su alma platónica? —Susurró guardando los celos muy profundo en su corazón— ¿Fue...feliz?

— Si...no creo que se compare a la vida que tuvo contigo, pero esta fue buena y feliz, su muerte es por causas naturales y en el transcurso de su vida no hubo muchas tragedias —Suspiró mirándolo, notando sus dudas y temores— Tranquilo, él no recuerda nada de su vida a tu lado.

Asintió y salió del lugar, caminó un poco por los jardines y cuando se sintió un poco más preparado partió rumbo a la Tierra para completar su labor.

Comenzó con la recolección, aún no llegaba a Sebastián, viajó de continente en continente con facilidad, hasta que arribó a un pequeño pueblo junto al mar mediterráneo.

Allí encontró a un hombre de avanzada edad, llorando sobre el cuerpo de otro.
El hombre en el suelo era Sebastián y su alma empezaba a salir de su cuerpo.
El alma de una persona se quedaba para siempre, en aspecto, de la edad de su primer fallecimiento.

Suspiró tembloroso y miró la escena, lo que él hubiera dado por poder envejecer a su lado, sintió la conexión de las dos almas, era débil, demasiado débil. No pudo evitar sonreír, feliz de que nadie podría reemplazar la conexión que alguna vez tuvieron, pero sintió algo de tristeza al recordar la situación de la inocente alma platónica.
De pie a su lado, lo miraba el alma de Sebastián, sonreía dulcemente mirándolo con añoranza, con amor.
Muerte se asustó un poco por aquello, según le dijo Zeus él no lo recordaba.

— Sé que es confuso, ahora te enviaré a un lugar muy hermoso —Susurró Erick acariciando su rostro, debía aprovechar al máximo el tiempo que podía verlo. Muerte nunca hablaba con las almas que recogía, a menos que preguntaran algo, pero Sebastián era una excepción, siempre lo sería— Allí perderás tus memorias, pero todo estará bien, descansarás hasta que vuelvas a nacer, serás muy feliz, lo prometo.

¿Una fugaz eternidad?  [Yaoi/Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora