Dorianne
Yo: Responde.
¿Le habría pasado algo? Ya no estaba lloviendo, pero aún no amanecía, ¿estaría bien? Pensé en marcarle, pero tal vez estaba dormido, tal vez sería mejor esperar un rato más.
Cariño: Llegué bien.
Suspiré de alivio, me alegró saber que estaba bien, pero por otro lado, ¿qué le costaba haberme enviado un mensaje antes? ¿Tan difícil era dejar una nota al marcharse? Está bien, lo comprendía, escabullirse a escondidas tal vez era una costumbre de él, pero yo era diferente... ¿verdad?
Yo no era una de sus conquistas, lo del día anterior había sido muy diferente a una noche de flirteo, no había razones para que se marchara sin decirme nada. Lo recordé en esa misma cama dormido profundamente, con su pecho subiendo y bajando de manera tranquila, yo acariciando su cabello lacio hasta que se tranquilizara, la expresión de sus ojos verdes cuando el alivio de sentirse seguro le abordó...
Lo recordé ayudando a Noé a hacer su tarea, recostado en el sofá de la librería inmerso en la lectura, recostado en el suelo riendo mientras la lluvia nos empapaba, la imagen de su torso desnudo, él viendo aquella caricatura, su mirada de pánico, el tacto de su mano cuando se aferró a la mía...
Despierta, Dorianne, ¿en qué cosas estás pensando? Escuché la puerta principal abrirse y las llaves de mi papá caer sobre la barra. Salí a recibirlo de inmediato.
-Buenos días- saludé.
-Buenos días- respondió con una sonrisa cansada.
Se veía totalmente exhausto, su caminar era arrastrado, los hombros caídos por el cansancio y los ojos se le cerraban por el cansancio... casi lloro por verlo así. Desde que Noé enfermó, esa era la imagen cotidiana de mi padre, siempre cansado, pocas veces en casa y siempre tratando de mostrarnos su sonrisa.
Debía criarnos solo, nunca tuvo vicios, consiguió otro trabajo, no le conocía un pasatiempo recreativo, sólo tenía una cosa en la mente: conseguir el dinero que le salvaría la vida a su hijo.
Me sentí culpable de inmediato, ¿qué importaba lo que pensaba sobre Jordan o si sentía algo por él? Teníamos un trato, el cual me permitiría pagar una gran parte del tratamiento de Noé y permitir que mi padre descansara, eso era lo importante. Después tendría tiempo para romances sin sentido y para tener el corazón roto, después, cuando Noé estuviera bien.
Me duché rápido, hice un buen desayuno para ambos, guardé su plato en la nevera, me aseé y esperé a Lineth en la puerta, ella llegó justo a tiempo como siempre para ir a clases. Sí, esta era mi vida.
-Buenos días- saludó apenas entré al Jeep.
-Buenos días.
-Ayer el clima estuvo loco, ¿no te parece?
-Sí, tal vez se acerca el Apocalipsis- bromeé.
-No, aún faltan varios sucesos para ello- objetó mientras conducía.
-Como yo durmiendo ocho horas diarias- ejemplifiqué.
-Buen punto, o Will reprobando todas las asignaturas.
-Elías fijándose en alguien que no seas tú- agregué a la lista.
-Sí, eso no pasará jamás- rió ella.
-O Jordan enamorándose- solté con una pequeña risa, era sólo un anzuelo para que Lineth me regresara a la realidad, vamos, muérdelo, muérdelo.
-Eso definitivamente nunca sucederá- rió al instante. Mordido.
Sentí una punzada en el pecho, paré de reírme y me volví hacia el cristal sin poder hablar. Tal vez debí escuchar a Lineth cuando me dijo que esto era una pésima idea.
***
Yo: ¿Por qué no me has buscado?Cariño: ¿Te hago tanta falta?
Cariño: No asistí a clases.
Yo: ¿Por qué no?
Cariño: Tenía sueño.
Yo: Qué lujo es ser Jordan Adams.
Me enfoqué en mis clases el resto del día, ese día era único, por primera vez en varias semanas no tenía pendientes urgentes y podría dormir al llegar del café.
Lineth me llevó a casa, comí, estuve con Noé jugando a uno de sus videojuegos un rato, lo dejé al cuidado de la señora Collins y me marché al trabajo.
Al llegar el señor Rivers me preguntó por Jordan, pidió que le contara si había encontrado algo de su agrado; le relaté lo que me dijo sobre la novela y rió fuerte.
-Has creado un lector más para este mundo, Dorianne- aplaudió. -En verdad me alegra que tengas amigos tan cercanos a ti.
La jornada en el café fue igual que siempre, sólo que me percaté de que Jordan había olvidado su novela en el local, pensé que era una suerte porque así no se había arruinado con la lluvia; la tomé antes de irme a casa. Llegué a mi cama pasadas las doce y apenas toqué la almohada, caí dormida.
Me despertó un ruido diferente al de la alarma, seguí el sonido y descubrí que era una llamada entrante a mi celular, la tomé sin ver la pantalla.
-¿Diga?- respondí con un bostezo, tenía mucho sueño, no estaba segura de lo que decía.
-¿Estabas dormida?- preguntó Jordan a través de la línea.
-Muy dormida.
-Siento haberte despertado.
-No importa, ¿quieres tu libro?
-¿Mi libro?
-El que dejaste en el café, lo tengo yo.
-Ah, sí... te llamé para preguntarte por él.
-No te preocupes por él, yo lo cuido.
-¿Lo cuidarás bien?
-Muy bien, excelente y perfecto.
-¿Aunque descubras que le teme a los rayos?
-Lo abrazaré hasta que se duerma. ¿Jordan? ¿Me colgaste?
-Buenas noches, Dorianne.
-Buenas noches.
Colgué la llamada y dejé caer el celular al piso, ¿qué estaba haciendo? Volví a dormir sin pretender averiguarlo, esa noche soñé que Jordan me hablaba por teléfono.
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Sentimientos de metal
RomanceLa universidad donde estudia Dorianne es bastante peculiar: además de estar llena de estudiantes adinerados, los hombres dedican sus días de estudio en apostar sobre qué chica pueden tirarse, el que lo consiga se lleva una buena suma de dinero recau...