Capítulo 26

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Dorianne

Mi compañera se retiró antes de las doce junto a su novio, había sido un día muy ajetreado como cada viernes, entre tantos clientes no tuve tiempo de checar mi celular y monitorear que Jordan estuviese cuidando bien de Noé.

A eso de las doce y media, cuando el local se quedó solo, contemplé en el celular las cinco fotos que Jordan me había mandado: Noé jugando divertido en la consola, Noé jugando con Apolo, Jordan y Noé comiendo ensalada, Noé dormido en la cama, y una selfie de Jordan junto al peluche que le obsequié.

Sonreí ante la galería, que cuidara así de Noé sin que nadie se lo pidiese no hacía más que cautivarme; él sabía que me gustaba, pero apostaría a que no sabía que ya le quería.

Yo: No vayas a dormirte.

Jordan no me respondió en cinco minutos, comencé a preocuparme, ¿y si se había dormido? No conocía el camino a su departamento, así que no podía tomar un taxi.

Yo: ¿Jordan?

Dos minutos y nada, ni una sola señal de vida, no lo pensé más y le marqué, me respondió al segundo tono.

-Relájate, estaba bromeando- rió en el teléfono.

Colgué de inmediato y me dediqué a acomodar todo, no creía que llegaran clientes, así que bien podía agilizar el cierre.

Yo: Ya puedes venir por mí.

Jordan llegó cincuenta minutos después, cerré el local y subí al auto, allí descansaba Noé profundamente dormido, me costó trabajo acomodarme sin despertarlo.

-Oye, Dorianne, mañana hay una fiesta- susurró Jordan. -Sería bueno que... ya sabes, nos vieran juntos.

-Está bien.

-¿En serio?- preguntó sorprendido, de seguro esperaba a que me negara, pero no podía hacerlo después de lo que había hecho por Noé.

-Sí, pasas por mí al café a las 12, ¿sabes de quién es?

-De algún tipo de derecho, amigo de Mike- respondió sin tomarle importancia.

Recordé a ese tal Mike, lo conocí el día en que busqué a Jordan por primera vez, parecía decidido a golpearme si Jordan no le hubiese ordenado que se sentara. Era un tremendo idiota en espera de las órdenes de Jordan.

-Mike es un idiota, pero no tienes por qué temerle, no te hará daño- agregó al observar mi semblante.

Sonreí de manera más bien forzada, lo que me desagradaba era que Jordan frecuentara a personas así, lo entendía cuando creía que era un patán ensimismado, pero ahora era diferente.

***

Yo: Hay una fiesta de derecho, ¿irás con Elías?

La mejor del mundo: La pregunta aquí es ¿TÚ irás?

Yo: Iré con Jordan, pasará por mí en un momento.

Lineth se tomó su tiempo en responder, hacía eso cuando pensaba en sus palabras porque no quería hacerme enojar, pero de cualquier manera diría su opinión.

La mejor del mundo: Creo que deberían parar eso ya, van dos semanas, Dor.

Yo: Jordan no es como piensas, ha resultado ser una buena persona, no te he contado muchas cosas.

La mejor del mundo: Precisamente por eso lo digo.

La mejor del mundo: No quiero que salgas herida.

Yo: No lo haré, nos vemos en la fiesta.

La preocupación de Lineth me molestó un poco, estaba bien si creía todos esos rumores de Jordan cuando no lo conocía, incluso apreciaba que se preocupara por mí, pero Jordan no me haría daño.

Eso estaba pensando cuando entró por la puerta del local, vestía unos vaqueros y una playera verde que le iba muy bien. Hice un ademán para indicarle que iría a cambiarme de ropa en el almacén.

Como me daba miedo pedirle opinión a Lineth, tomé de mi armario lo que me pareció más adecuado antes de ir a trabajar; consistía en un vestido color rosa viejo sencillo que me llegaba a medio muslo y mis tacones negros. Otro dato curioso es que toda la ropa linda y el maquillaje que tenía, habían sido regalos de Lineth.

Mi compañera abrió los ojos al verme, claro que no estaba acostumbrada a verme así, ni siquiera yo misma lo estaba. Me despedí de ella con una sonrisa tímida, a lo que me alzó un pulgar en señal aprobatoria. Me acerqué a Jordan con la mirada baja.

-¿Lista?- se limitó a preguntar sacando sus llaves.

Asentí mientras me sentía una tonta, por supuesto que no se impresionaría por mi atuendo, estaba acostumbrado a frecuentar mujeres verdaderamente hermosas en vestidos cortos, mi apariencia no le ocasionaba nada en lo absoluto.

Subimos al auto y condujo en silencio, encendió la radio en una estación de música aleatoria, pero poco me interesó.

-¿Qué te pasa?- preguntó después de un rato.

-¿De qué hablas?

-Te noto molesta.

-Es tu imaginación- repliqué volviéndome hacia la ventanilla.

Llegamos a la fiesta casi a la una, era en una casa grande, con ventanales que daban a la calle y un jardín de césped recién cortado, ¿por qué los niños ricos disfrutaban tanto destruirle la casa a sus padres? Jordan me pasó el brazo por los hombros e inmediatamente me tensé ante su tacto.

-Lo siento, ¿te incomodé?- preguntó debatiéndose entre alejarlo o no.

-No, no es eso, es que me sorprendió.

-Me olvidé de decirte antes, es cierto- sonrió, recordando nuestra regla de planear todo a priori.

Intenté devolverle la sonrisa, pero no me funcionó mucho, por un momento olvidé que estábamos ahí para aparentar que Jordan planeaba acostarse conmigo y así ganar un estúpido reto.

Pasamos la puerta y noté que Jordan había cambiado su semblante por aquel que tenía cuando lo conocí: despreocupado, arrogante y sin mucho interés en su entorno, tan diferente de aquel que veía a diario mientras me seguía de un lado a otro.

Localicé con la vista la barra de bebidas, tuve un presentimiento de que bebería esa noche.

Sentimientos de metalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora