Capítulo 48

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Dorianne

Noé llevaba dormido un buen rato, me dijo que se sentía cansado por el viaje e intenté no preocuparme. Me dediqué a hacer el aseo en la casa aprovechando que era mi día libre, mientras barría no podía evitar recordar los momentos de la noche anterior, el festival, la música, la poesía y lo bello que fue despertar junto a Jordan.

-Nunca pensé que encontraras tanta felicidad en quitar polvo- bromeó mi padre, me estaba observando desde la entrada de la cocina con una taza de café ocultándole la sonrisa.

-No lo hago- tartamudeé y me giré.

-¿Qué te tiene tan feliz entonces? ¿O debería preguntar quién?

Tragué saliva y me quedé quieta, ¿debería contarle sobre Jordan a mi padre? Es decir, no había ninguna razón para no hacerlo, lo mío con Jordan era algo bueno y serio, ¿pero era tan serio para contárselo? Por mí lo era, pero...

-Ven, hija, charlemos un rato- sonrió él mientras se dirigía al sofá.

Dejé la escoba recargada sobre la pared y me senté junto a él con ambas manos juntas sobre mi regazo, pensé mis palabras cuidadosamente mientras él bebía su taza humeante de café.

-Bueno... hay un chico- comencé. Mi padre sonreía detrás de su taza, como burlándome de mi nerviosismo.

-Sí... suponía que lo había, ¿y este chico cómo es?

-Él es... divertido... y arrogante, pero a la vez es tierno, ah, déjame comenzar de nuevo, él es un hombre muy inteligente, es independiente, es... extrovertido, es atento, protector y puede tener mala pinta en una primera impresión, pero luego te das cuenta de que es sensible y noble y muy generoso... es...

Mi padre comenzó a reír fuerte, tanto que guardé silencio. De pronto me miró con mucha ternura, como si estuviera feliz de estar hablando sobre Jordan conmigo.

-Tal parece que te gusta mucho este chico- dijo al final quitándose una lágrima de risa.

-No te rías de mí- murmuré.

-No lo hago, es sólo que me conmueve verte así de feliz por alguien... escucha, Dorianne, cuando tu madre se fue me prometí que ustedes no serían infelices, que yo los querría tanto que no sintiesen que les faltaba nada... luego sucedió lo de Noé y yo he hecho mi mejor esfuerzo, pero siento... lamento no haber estado para ti, cielo, lamento si te has sentido sola todo este tiempo.

Las palabras de mi padre me ocasionaron un nudo en la garganta, quería echarme a llorar como una niña pequeña dentro de sus brazos, pero en vez lo abracé y coloqué el rostro en su pecho, él me rodeó con sus brazos como si fuese un escudo protector.

-Siempre he sabido que te tengo a ti y a Noé, nunca he estado sola- afirmé aún en sus brazos. -Además tengo a Lineth que ha visto por mí todo este tiempo.

-Sí, Lineth es un ángel en tu vida... y Jordan parece ser algo bueno también.

Me zafé de sus brazos en un movimiento y le miré el rostro sonriente, estaba segura de no haberle mencionado su nombre.

-Tú... ¿ya lo sabías?- pregunté en asombro.

-Hija, Noé es un niño, los niños hablan siempre sobre aquello que les entusiasma.

-Pero entonces... ¿por qué...?- me solté a reír sin poderlo evitar.

-Me tomó por sorpresa en un inicio, no voy a mentirte, pero parece que ese chico les está haciendo bien a Noé y a ti, ¿lo amas, Dorianne?- preguntó de manera muy seria.

-Sí- respondí convencida.

-¿Y él? ¿Él te ama?

-Sí- afirmé con ganas de llorar de alegría. Mi padre sonrió y se puso de pie, dirigiéndose a su habitación.

-¿Eso es todo entonces?- pregunté extrañada.

-Claro que no, ese chico y yo debemos tener una seria plática, pero supongo que puede esperar- sonrió.

Rodé los ojos y me puse de pie para retomar el aseo, pero mi celular vibró en el bolsillo.

Cariño: ¿Estás ocupada?

Yo: No, ¿pasa algo?

Cariño: Estoy afuera de tu casa.

Me apresuré en abrir la puerta y en efecto Jordan se encontraba recargado sobre su auto, estaba vistiendo un traje de lo más elegante y me miraba pensativo con las manos en los bolsillos.

-Fui a... conversar con mi padre- reveló antes de que yo pudiese preguntar.

Respiré hondo y él extendió los brazos, invitándome a ellos. Me acerqué lentamente y me sumergí en su pecho, respiraba con lentitud.

-¿Y qué pasó?- pregunté en voz baja.

-Creo que rompí lazos con ellos.

Alcé la cabeza de golpe para mirarle.

-¿Cómo dices?

-Que creo que rompí lazos con ellos.

-¿Pero qué pasó? ¿Por qué...? Jordan... ¿fue por mí?- le cuestioné con todo el temor, no podría soportar la culpa si así era, ¿qué tal si su madre había decidido tomar represalias por mi comportamiento en el festival? Jordan colocó mi cabeza de nuevo en su pecho.

-No, no fue por ti. Es sólo que me di cuenta de que no los quiero en mi vida, de hecho los quiero lo más lejos que pueda de ella.

-Ya veo...- no sabía qué responder a ello. -¿Y cómo te sientes?

-Pensé que me sentiría peor, pero en realidad me siento aliviado, creo que desde hace mucho quería sacarlos de mi vida, pero ahora realmente me atreví a hacerlo.

Jordan tomó mi rostro entre sus manos y me sonrió de una manera tierna, como si estuviese satisfecho.

-Me siento bien, me siento valiente- susurró.

-¿Y qué sigue?

-Bueno... creo que me cancelarán las tarjetas, así que tendré que ser más... austero, no es como si me importe, el departamento y el auto ya están pagados y ellos me enviaban mucho más dinero del que gastaba cada mes, así que con los ahorros tengo lo suficiente para subsistir hasta graduarme.

-¿Estás seguro?- pregunté con preocupación, ¿Jordan tenía idea de lo costosa que era nuestra matrícula?

-No... tal vez venda el Porsche... ¿crees que en la librería necesiten otro empleado? Puedo subir las ventas.

Me reí de su optimismo y lo abracé más fuerte, de verdad era un hombre valiente. Su rostro viajó hacia la puerta de mi casa y de repente palideció. Seguí su mirada y observé que Noé había salido, estaba apoyado en el marco de la puerta y se veía que respiraba con dificultad.

-Hermana... no me siento... bien- susurró en voz baja y forzada.

La sangre se me heló, sentí cada músculo de mi cuerpo tensarse por el miedo y entonces lo vi, aquello que temía cada día de mi vida: Noé cayó al suelo lentamente.

Sentimientos de metalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora