Dorianne
Noé se quedó con la señora Collins, esperé a Jordan en la puerta de mi casa, llegó faltando veinte minutos para las tres. Aparcó y me subí al coche de inmediato, estaba muy molesta con él.
-Bueno, ¿entonces quién te contó y qué te dijo?- preguntó.
-Me contaron que te peleaste con Will en el estacionamiento y no tengo por qué revelar mis fuentes.
Mi fuente era en realidad Lineth, a esa mujer le llegaba todo tipo de información al instante. Le miré al rostro con detenimiento, tenía el labio partido.
-¿Qué pasa?- inquirió sin dejar de mirar al frente.
-No me sienta bien que te metas en problemas por mi culpa.
-No fue tu culpa, siempre me ha caído mal- se burló.
Era extraño volver a verlo desde la noche anterior, dijimos tantas cosas que creí que ya no tendría coraje para hablar con él de nuevo... éramos amigos, pero mi corazón se hacía pequeño al escuchar esa palabra.
Cuando me dijo que le gustaba, o algo así, pensé que nuestra relación cambiaría radicalmente, que seríamos... diferentes a antes. Pero luego me explicó su temor a arruinarlo y lo comprendí, tampoco yo quería que una relación fallida me arrebatara a Jordan, me aterrorizaba la idea.
-Ya llegamos- señaló.
Bajamos del auto y entramos a la librería, el señor Rivers nos saludó con entusiasmo antes de irse, Jordan se recostó en el sillón y cerró los ojos.
-Jordan- lo llamé de pie junto a él. -No puedes dormir aquí, es mi lugar de trabajo.
Él sonrió y me dio la espalda, dispuesto a echarse una siesta sin importar mis regaños o las miradas de los clientes que entrasen y lo viesen ahí.
-Jordan- llamé de nuevo.
-Cielos, relájate un poco, Dorianne- masculló.
-Toma- agregué extendiéndole una charola con tapa, él se giró hacia mí y me miró expectante.
-¿Qué es eso?
-No has comido, ¿cierto? Noé insistió en que te trajera algo cuando supo que pasarías por mí.
Jordan se incorporó, tomó la charola y se quedó viéndola fijamente, parecía analizar su estructura y querer adivinar su contenido.
-Bueno, si no quieres comerla, no pasa nada, iré a hacer mi trabajo- repuse al dirigirme al mostrador.
-Gracias- susurró.
Jordan comió mientras yo organizaba algunos libros nuevos que habían llegado el día anterior, mi sistema era colocarlos en orden alfabético por sus autores, me ayudaba mucho cuando debía ayudar a un cliente a encontrar un título.
-¿Quieres que te ayude?- preguntó Jordan cuando terminó de comer.
-Gracias, puedo yo sola.
-Ese es tu problema, quieres hacerlo todo sola- masculló, no me volví a mirarlo e hice caso omiso de sus palabras.
-Focaliza tus energías en algo productivo, ponte a leer- repliqué para que me dejara tranquila.
-Soy un inculto, ¿recuerdas?
-Ten, éste te gustará- indiqué al extenderle un ejemplar de El príncipe, por Nicolás Maquiavelo, él leyó el título y sonrió de medio lado.
-Sé que puedo ser encantador para ti, pero no me van los cuentos de hadas.
-El príncipe no es un cuento de hadas, es un clásico de la teoría política, habla sobre el poder, es... icónico- defendí.
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Sentimientos de metal
RomanceLa universidad donde estudia Dorianne es bastante peculiar: además de estar llena de estudiantes adinerados, los hombres dedican sus días de estudio en apostar sobre qué chica pueden tirarse, el que lo consiga se lleva una buena suma de dinero recau...