Capítulo 49

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Jordan

Dorianne se abrazaba las rodillas en la sala de espera, jamás pensé ver tanto terror en su rostro como en el momento cuando Noé colapsó. Su padre estaba a su lado, se veía un hombre cansado, tenía el mismo color de cabello de Dorianne, pero la nariz de Noé, también él se abrazaba a sí mismo con preocupación.

Me acerqué a ellos con los dos vasos de café que fui a buscar, se los extendí y Dorianne me dedicó una leve sonrisa de agradecimiento, todos sus pensamientos viajaban hacia la sala que teníamos a unos metros de distancia donde los médicos estaban atendiendo a Noé.

-Gracias- me dijo su padre cuando tomó el café- ¿Jordan, entonces?

-Sí...

-Me hubiese gustado conocerte en otras circunstancias, pero me alegra haberlo hecho al fin, gracias por traer a Noé a acá, fue verdaderamente de mucha ayuda- habló en voz baja, sonaba exhausto, pero amable.

Sólo sonreí levemente, ¿qué se puede decir en momentos así? Tomé asiento junto a Dorianne y estuvimos en silencio hasta que Elías nos localizó, se acercó a nosotros preocupado.

-Dor, ¿qué ha pasado?- preguntó apenas estuvo frente a Dorianne.

-Noé colapsó por la anemia, Lineth está en laboratorios donando sangre para él, los médicos le están realizando una transfusión y valorando... su estado- habló en tono bajo.

En eso Lineth apareció en el pasillo, llevaba el brazo doblado contra el pecho y sonrió cuando vio que Elías había llegado. De acuerdo con Dorianne, Noé y Lineth compartían ese tipo de sangre tan poco común.

-¿Estás bien?- preguntó Dorianne observando a su amiga, se escuchaba vacía.

Lineth asintió y sonrió, para después de tomar asiento junto a Elías, que le pasó el brazo por el hombro. Un médico salió seguido de dos enfermeras y todos nos pusimos de pie en un movimiento.

-Bueno, la transfusión salió bien, mejorará de eso pronto- habló el doctor, sus palabras eran buenas, pero en su rostro se podían leer malas noticias.

-¿Qué pasa?- preguntó Dorianne al cabo de unos segundos.

-El tratamiento de Noé iba bien, muy bien en realidad, pero esta recaída indica que ha comenzado a producir demasiados macrófagos de nuevo y... no son buenas noticias, si hay un momento indicado para el trasplante de médula ósea es ahora, si esperamos más tiempo...- el doctor desvió la mirada y el padre de Dorianne tomó asiento lentamente.

-Noé ha estado en la lista de espera durante dos años, no es algo que esté en nuestras manos- habló Dorianne a duras penas.

-Lo sé... y lo siento- respondió en voz baja el médico antes de salir por el pasillo.

Dorianne tomó asiento junto a su padre, él le pasó un brazo por los hombros mientras miraba hacia el vacío. Dorianne comenzó a llorar mientras se cubría el rostro, Lineth no tardó en colocarse a su lado y abrazarla también mientras lloraba a su vez.

Sentí que el aire me faltaba, ¿estaban diciendo que Noé...? Tomé a Elías del brazo y me lo llevé por el pasillo hasta que ya no nos pudiesen escuchar.

-¿De qué están hablando? ¿Qué es lo que Noé necesita? ¿Cuánto...?

-No es cuestión de dinero, Jordan, la lista de espera es igual para todos, necesita un donante compatible, no hay... nada qué hacer- respondió con voz grave mientras miraba el suelo.

Sentí que plomo me caía sobre los hombros y la sala dio dos vueltas en mi cabeza, me apoyé sobre una pared mientras trataba de encontrar el aire. Debería haber algo que pudiésemos hacer, no podíamos quedarnos sólo a esperar.

-Si Dorianne pregunta por mí, ¿puedes decirle que volveré pronto?- hablé en voz baja.

-Hombre, ¿adónde vas? Ahora más que nunca debes estar junto a ella, te necesita...

-Lo sé- respondí con un nudo en la garganta.

Corrí hasta el estacionamiento, me subí al Porsche y creo que me salté varios altos de camino, sólo me importaba llegar lo más rápido que fuese posible. Aparqué frente al edificio, un hospital de paredes de cristal. Me dirigí a la recepción y una señora rubia me miró de lo más extrañada.

-¿Puedo ayudarlo en...?

-Necesito ver al Dr. Adams, urgentemente- ordené.

-¿Tiene usted una cita con él? ¿Se siente mal? ¿Por qué no pasa a que lo valore otro médico antes?

-¿Dónde está el Dr. Adams?- repetí con la poca paciencia que me quedaba.

-Joven, el Dr. Adams no recibe a nadie...

-Soy su hijo, Jordan Adams, ahora dígame dónde está, por favor.

La recepcionista guardó silencio de repente y me miró con los labios apretados en una fina línea, respiró hondo y le pidió a su compañera que me indicara el camino. Seguí a la señorita hasta el tercer piso, donde puertas más adelante se veía una imponente puerta negra con el nombre de mi padre en ella.

Entré sin anunciarme, pero él ya estaba detrás del escritorio esperándome, todo en su oficina estaba en su lugar, incluso los expedientes que revisaba se encontraban en perfecto orden. Tomé asiento frente a él y lo miré a los ojos.

-¿Puedes poner a alguien en la cima de la lista de espera para un trasplante?- pregunté sin rodeos.

-Vaya, esta sí que es una sorpresa, hijo, pensar que...

-¿Puedes o no?- apresuré entre dientes. Mi padre me miró con arrogancia, me observaba con atención mientras levantaba el mentón.

-Sí, sí puedo.

-Necesito que lo hagas, hay un niño que necesita un trasplante de médula ósea con urgencia, Noé Smith, necesito que lo hagas de inmediato- hablé apresuradamente, sentía que el aire volvía a mis pulmones al saber que sí podía hacer algo, que no todo estaba perdido para Noé.

-¿Y por qué debería?- espetó con burla, lo cual calló de golpe todos mis pensamientos.

-Es... es un niño, si no lo haces él... él puede que...- callé por el dolor del nudo en mi garganta.

-¿Que muera? Hijo, en esta profesión hay veces en que no puedes salvar a todos y siempre es lamentable, pero debes aprender a distanciar tus sentimientos de ellos, el que ponga a este niño en la cima de la lista de espera significa rezagar a otro paciente que estaba esperando ese trasplante, ¿lo comprendes? Por eso debe ser igual para todos, nadie debería tener el poder de cambiar eso, sería... injusto.

Sus palabras me afectaron, poner a Noé al frente de la lista significaba que tal vez otra persona pasaría por el infierno en el que Dorianne estaba viviendo, pero frente a la posibilidad de que Noé no se salvara ninguna moral me importaba.

-Pero tú tienes ese poder, si lo ordenas se haría.

-Sí, mi posición me otorga esas influencias, pero sigue siendo injusto, ¿qué razón tendría yo para hacerlo?- repitió observando el reloj sobre su escritorio.

-Te lo estoy pidiendo... padre.

-Oh, qué cambio de actitud, hace unas horas creo recordar que me mandaste al diablo junto a tu madre y todo lo que tuviese que ver con nosotros, ¿ahora que necesitas mi ayuda sí estamos en buenos términos?- reprochó, así que de esto se trataba.

-Sálvalo y yo no volveré a contradecirlos, te lo prometo, haré exactamente lo que digas... sólo sálvalo, te lo ruego- pedí con lágrimas cayendo sobre mi rostro, por la salud de Noé estaba dispuesto a todo.

Mi padre me observó con atención, pero con los ojos fríos. Levantó el teléfono de su escritorio y marcó un solo número.

-Jennifer, mi hijo saldrá a darte unos datos, anótalos y vuelves, haré unas llamadas.

Comencé a respirar con tranquilidad de nuevo, me puse de pie con desespero para ir a dejarle a su secretaria los datos de Noé, pero antes de abrir la puerta la voz de mi padre me detuvo.

-Jordan, límpiate el rostro antes de salir... y que no se te olvide lo que acabas de decirme.

Sentimientos de metalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora