Jordan
Apenas despertamos, Dorianne quiso dirigirse a la habitación de Noé. La acompañé somnoliento a través de medio hospital. Llegamos a la habitación y encontramos al padre de Dorianne semidormido en el sofá junto a la cama de Noé, él ya estaba despierto y sólo miraba a su alrededor con ojos inocentes.
-Buenos días- saludó con voz tierna, como si no acabara de peligrar su vida.
Dorianne estuvo a punto de llorar de nuevo, pero se detuvo. Su padre despertó al escuchar a Noé, dirigió su vista a sus dos hijos y luego parpadeó.
-¿Cómo te sientes, hijo?- preguntó con voz ronca, Noé sólo asintió. -¿Y tú, Dorianne?
-Estoy bien- respondió con voz ronca.
Apreté la mano de Dorianne y ella se volvió hacia mí con los ojos acuosos.
-Iré a ver lo del papeleo, ¿sí?
Ella asintió agradecida y salí de la habitación para dejarlos en su momento de reencuentro familiar, demasiado íntimo y conmovedor para invadirlo. El joven de la recepción me dijo que darían de alta a Noé por la tarde, cuando el doctor constatara que respondió bien, pero que debía seguir asistiendo a consultas con regularidad.
Suspiré, Noé estaba bien. Y ahora Dorianne estaba bien, todo el sacrificio al que se había sometido podía por fin terminar, Noé y ella estarían bien. Pedí la factura de todo, de la cirugía y de la estancia en el hospital, la pagué con la tarjeta de crédito y sonreí irónico cuando comprobé que mi padre no la había cortado... de verdad teníamos un trato.
No había pensado en ello desde la tarde anterior, cuando llegué aquí me recibieron con la noticia de que Noé estaba a punto de recibir el trasplante y que Dorianne se había desmayado, mis pensamientos no se pudieron alejar de ello.
Pero ahora que todo estaba bien, pensé en mi padre y en lo que le prometí. ¿Cómo se lo diría a Dorianne? Ella entendería, se sentiría culpable y discutiríamos, pero entendería que no tenía otra opción.
Mi celular vibró en mi bolsillo, lo tomé mientras me dirigía a la habitación de Noé, pero una carcajada ahogada surgió en mi garganta cuando miré de quién se trataba.
-¿Sí?- atendí.
-Asumo que el niño está bien- habló mi padre sin darle importancia.
-Lo está, gracias por tu preocupación.
-Por mi intervención, querrás decir.
-No necesitas amenazarme, no se me va a olvidar lo que prometí- respondí agriamente.
-Esta noche Charlotte vendrá con sus padres a cenar, te estaremos esperando a las siete, espero que cumplas tu palabra.
Creí que colgaría sin esperar mi respuesta como lo hacía siempre, pero quedó atento, como si en algún tipo de juego sádico quisiera que me condenara nuevamente.
-Lo haré- respondí desganado antes de colgar.
No estaba enojado, no tenía fuerzas para estarlo. Sabía que había sido la opción correcta y lo haría mil veces de nuevo, pero evité pensar en Dorianne, no estaba preparado para aceptar lo que esa decisión significó para nosotros.
Cuando llegué a la habitación, Dorianne me recibió con una sonrisa resplandeciente que fácilmente formó un nudo en mi garganta, todos tenían los ojos un poco enrojecidos, señal de que habían estado llorando.
-Me dijeron que el médico vendrá pronto y podremos ir a casa esta tarde- anuncié para no prestarle atención a mis pensamientos.
-Bueno, creo que es un buen momento para presentaciones- el padre de Dorianne se aclaró la garganta y me extendió la mano mientras sonreía lleno de bondad. -Mucho gusto, soy Evan Smith.
-Mucho gusto, señor, Jordan Adams- estreché su mano con nerviosismo, ¿en medio de todo este caos me estaban presentando a mi suegro?
-Ya he escuchado mucho sobre ti, de parte de Noé, claro.
Volví la vista hacia Noé, él me sonrió en complicidad y levantó su dedo pulgar, como diciendo que le había hablado bien de mí.
-Lamento no haberme presentado antes, no tuve la oportunidad- hablé aún nervioso.
-Oh, hijo, no te disculpes. Después de todo lo que has hecho por mi familia no tengo palabras para agradecerte- respondió y parecía sincero, me conmovió mucho que me llamara "hijo" con esa dulzura, era un sentimiento completamente nuevo para mí.
-Bueno, bueno, el ambiente es muy conmovedor, pero estamos abusando- intervino Dorianne, sonriente, aliviada y feliz.
Pensé en que pronto le tendría que decir la verdad, que no merecía el afecto de su padre con lo que estaba a punto de hacer, pero verla con esa expresión tan dulce, tan evidente de que me amaba me hizo decidir quedarme así algunas horas más, las deseaba... las necesitaba.
ESTÁS LEYENDO
Sentimientos de metal
RomanceLa universidad donde estudia Dorianne es bastante peculiar: además de estar llena de estudiantes adinerados, los hombres dedican sus días de estudio en apostar sobre qué chica pueden tirarse, el que lo consiga se lleva una buena suma de dinero recau...