Dorianne
Jordan se encontraba recostado en el sofá de la librería leyendo 1984 de George Orwell, con una mano comía las cerezas que tenía colocadas en un recipiente. No había clientes, así que me quedé un momento observándole, puse atención en la manera en que pasaba de página, cómo se formaban sus músculos al tomar las cerezas y en cómo se le pintaban los labios cuando las mordía... todo en él era malditamente atractivo.
-Dorianne, ¿qué es esto de doblepensar?- preguntó sin apartar la vista del libro.
-Lo entenderás más adelante- respondí mientras fingía acomodar unos libros detrás de uno de los estantes.
-Pero quiero saberlo ya, ¿o es que no sabes?
Le miré molesta, me dirigí hacia el sillón y me senté en un hueco sin que Jordan se viera obligado a incorporarse, tomé el libro y abrí un capítulo casi hasta el final de la novela donde lo explicaban claramente.
-Toma, aquí te lo explica- señalé mientras le devolvía el libro.
Jordan sonrió y estiró el brazo para colocar una cereza en mis labios, la mordí asustada, pero luego el sabor ácido y dulce explotó en mi boca gratamente.
-Como recompensa- explicó ante mi mirada.
-Estoy trabajando, Jordan.
-¿En serio? Porque yo no veo nadie aquí además de nosotros dos. Ven, siéntate conmigo- ordenó mientras se incorporaba y me arrastraba con él de modo que terminé sentada justo a su lado, con sus brazos rodeándome y mi espalda contra su pecho.
Estaba a punto de protestar, pero en verdad no me quería mover, dado que Jordan y yo éramos pareja ya no quería sentirme nerviosa por controlar lo que sentía cuando estaba cerca de él, quería ser más valiente y seguir mis deseos, y en ese instante lo que quería era quedarme así.Jordan continuó leyendo la novela como si nada pasara y dado que yo no tenía libro, me dediqué a comer las cerezas.
-¿Puedes hacer nudos?- pregunté con curiosidad mientras veía los tallos de las frutas.
Jordan me miró con atención y se rió al final; dejó su libro de lado para llevar una cereza a su boca, lo observé colocar el tallo entre sus dientes y el movimiento de su lengua con los labios cerrados. Al cabo de un momento me mostró un tallo perfectamente hecho nudo junto con su sonrisa arrogante.
-A que tú no puedes hacerlo- me retó.
Me llevé una cereza a la boca determinada a hacerle tragarse sus palabras, pero aunque intenté repetir sus acciones, el tallo se me escapaba una vez entre mis dientes o lo sentía demasiado corto para completar el nudo.
-Espera, ahora sí podré- prometí al cuarto intento mientras Jordan se reía de mí.
-Has de ser pésima besando- murmuró a mi oído.
El vello se me puso de punta y sentí un cosquilleo en mi vientre. Éramos pareja desde hacía tal vez día y medio; en lo que llevábamos de conocernos nos habíamos besado dos veces, bueno, en la realidad yo lo había besado dos veces y en ambas ocasiones estaba ebria, así que la posibilidad de besarlo me provocó algo entre el pánico y las ansias.
-No te preocupes, me aseguraré de no hacerte pasar por tal experiencia- reproché mientras colocaba el tallo en el plato tras mi cuarto intento fallido.
-Sólo te estaba provocando- susurró mientras se incorporaba aún más para alcanzar mi rostro y acercarlo a sus labios.
Jordan me besó con lentitud y suma delicadeza, sentí sus labios acariciar los míos sin prisa, mientras sentía el tacto helado y húmedo que habían causado las frutas. Después de un momento nos separamos, ninguno dijo nada, nos quedamos unos segundos en silencio simplemente viéndonos extrañados, como si fuese algo nuevo para ambos y no supiésemos cómo reaccionar.
En cuanto pasó la conmoción, Jordan me giró de modo que quedara frente a él, posó sus manos en mi cintura a fin de acercarme a sí, como si de instinto se tratara volvimos a besarnos, pero esta vez con más intensidad; sentí el movimiento más rápido de sus labios contra los míos y el sabor dulce de cereza en mi boca.
Lo tenía cerca, más cerca de lo que habíamos estado hasta ese entonces... pero algo en mi interior me hacía querer acercarlo a mí aún más, tanto que ya no se pudiese separar de mi lado. El corazón comenzó a latirme al punto de dolerme y la respiración comenzó a faltarme, nos separamos con lentitud, hasta ese momento me di cuenta de que había tomado sus brazos y que él posaba sus manos en mi rostro.
Le miré con cautela, él también me miraba extrañado, sus ojos verdes me miraban fijos y yo sólo sentía el retumbar de mi corazón por toda la piel. Jordan me había besado... sin alcohol, sin impulsos, nada... nos habíamos besado por primera vez... y porque nos queríamos.
-Te quiero- susurré frente a él, las palabras salieron de mis labios temerosas, él me sostuvo la mirada un segundo sin hablar, sólo me miraba de una manera indescifrable.
-También yo- respondió al fin y una sonrisa se formó en sus labios.
En ese momento la campana de la puerta sonó advirtiendo que había llegado un cliente, por lo que me puse de pie lo antes posible y me dirigí al mostrador. La recién llegada pareció no notarlo o bien fue lo suficiente amable para ignorar la imagen y hacer su pedido. Me volví de soslayo a Jordan, quien me observaba aún sonriente desde el sofá.
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Sentimientos de metal
RomanceLa universidad donde estudia Dorianne es bastante peculiar: además de estar llena de estudiantes adinerados, los hombres dedican sus días de estudio en apostar sobre qué chica pueden tirarse, el que lo consiga se lleva una buena suma de dinero recau...