39. Así como lo hiciste.

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Al siguiente día
JEISON

Era apenas el comienzo de la mañana, y lo ví. Me miró fijamente con una mirada asesina a lo que le sonreí. Sé que me odiaría por toda su vida, pero no me importaba.

Pero para ser relista no me fiaba totalmente de que no estuviera tramando algo pues estoy 100% seguro de que mi éxtasis perdido fue culpa de él.

Y tal vez si podía ser alguien importante, por el trato que tienen los oficiales con él, pero eso se ve mucho aunque esa persona no sea nadie.

De todas formas, mis hombres lo observaban. No podía descuidarme con él mientras seguía esperando por mi nuevo cargamento de éxtasis que iba a hacer ingresado con algunos contactos en la seguridad de la prisión.

Me levanté de donde estaba luego de que los chicos me dijeron que el día estaba tranquilo. Caminé hasta el teléfono para llamar a casa.

— ¿Jeison? — Dijo mi esposa desde el otro lado.

— Hola amor. ¿Como están las niñas? — Pregunté recostandome de la pared.

— Todos estamos bien. No me dijiste que uno de tus primos venía de viaje. — Comentó ella.

— ¿De que hablas? — Pregunté.

— Tú primo Alberto, esta aquí. — Comentó ella. — Déjame pasartelo. ¡Alberto!

— ¿Jeison? — Comentó la voz de un hombre que no conocía.

— ¿Quién es usted? No tengo ningún primo llamado Alberto. — Respondí molesto y ansioso. — Al menos no que yo sepa.

— Es mejor que dejemos todo así. — Comentó. — Es verdad no soy Alberto, ni te conozco y ni me conoces pero así son las reglas del juego.

— ¿De qué habla? ¡Salga ya de mi casa! — Le grité por el teléfono.

— Es mejor que respire. Porque imagínese ahora mismo usted está en prisión pero yo estoy con su esposa y con sus dos hermosas adolescentes hija. ¿Que quiere que haga? — Comentó.

— ¿Quién es usted?

— Eso no importa. Lo que sí importa es que debe de saber que hay personas con las que se tiene que tener cuidado. — Comentó seriamente mientras escuchaba la voz de mi esposa brindarle bebida. — Lamentablemente no me gustaría matar a miembros de una familia pero... Usted también jugó de esa forma. Olvídese de decirle a su esposa que llame a la policía, pues yo soy policía. Me iré de su casa, pero aténgase a lo que pasa después si continúa.

Me quedé en silencio, hasta que mi esposa volvió a tomar el teléfono.

— Ha. — Dijo relajada. — ¿Como estas amor? Dime...

— ¿Que está pasando en casa? ¿Te ha dicho algo Alberto? — Comentó.

— ¿Sobre qué? Es un hombre muy decente. No sabía que podías tener ese tipo de primos. — Río emocionada. — espera un segundo. Sí ya, gracias por visitarnos.

— ¿Se marchó? — Pregunté

— Sí. ¿Qué te pasa? — Preguntó ella.

Quise introducir otro tema de conversación para luego finalizar, estuve pensando en eso. ¿Quién era ese hombre? ¿De qué estaba hablando? ¿Le hice algo a una familia?

— Orlando está mal. — Comentó Octavio tomando asiento. — Dice que él le dió la paliza...

— Tengo cosas más importantes ahora. — Lo miré fijo. — Un hombre estuvo en mi casa haciéndose pasar por mi primo, y me dijo cosas al teléfono...

¿Seguro Que Eres El Jefe? (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora