43. ¿Quien dijo cocina?

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Media noche

Sabía que no iba a aguantar más. Llevaba mucho aguantando, quería tener sexo con él. Estaba desesperandome.

Me dí un trago de alcohol y le dije al oído que fuera a la cocina. Así que marché primero y luego él. Era increíble ver como discutimos y de momento cambiaba todo.

El apareció en la cocina y antes de pensarlo me lancé a sus brazos. Lo besé, y lo acorrale del mostrador.

— Oye. — Dijo tomándome de los hombros. — Vas a hacer que te penetre aquí mismo, cálmate.

— No puedo. — Dije y besé su cuello. — ¿No quieres sentirme? ¿No quieres olerme?

— Ya te he olfateado lo suficiente. — Comentó Tomándome de la cintura. — Me gusta ver cuando te desesperas...

— Lo sé. — Llevé mis manos a su bragueta para abrirla. — Será rápido.

— Enma.... — Dijo. — Hay muchas personas aquí.

— Es que no me importa ¿No lo entiendes? Solo quiero estar con mi esposo, que hagas lo que quieras conmigo.... — Me besó y llevó una de sus manos a mi testilla para pellicar.

— Esta bien. Luego no me grites que me detengas si alguien viene o que te lo haga de espacio. — Dijo a mi oído.

Abrí su pantalón y saqué su miembro erecto de allí, me tomó del pelo y lo colocó en mi rostro. Necesitaba que él jugará conmigo.

Lo llevé a mí boca, había extrañado a mí querido amigo. Lo besé con mucho placer, lo llevé lo más profundo de mí garganta.

— Mierda... — Lo escuché decir. — lo dejé salir todo sucio de mi saliva para volver a introducirlo con mucho más placer, lo ví mirar al techo. — Esta rico...

Lo continúe haciendo por un largo tiempo, pero de repente me alejó de él.

— Voy a ensuciar tú ropa o tú cara si continuas. — Lo llevé de nuevo a mi boca, lo extraje, lo batí con mi mano y abrí mi boca listo para recibir todo.

Lo tragué.

— Eres increíble. Levántate. — Comentó y le obedecí.

Desabrocho mi pantalón para introducir su mano. Y sentir lo húmedo que estaba. Mi piel se erizaba.

— Estas muy excitado. — Comentó a mi oído.

Y en ese momento alguien entro.

— Ah, lo siento. — Dijo su madre retrocediendo.

Reímos. Solo nos había visto hablando de cerca. Pero volví a caer en la realidad cuando deslizo mi ropa interior hasta mí rodillas.

— Ese trasero esta enorme. Te ha hecho bien el gym — Comentó y besó mi oreja.

Luego mi cuello, llevó sus manos dentro mi camisa para acariciar mis testillas, mientras besaba mi cuello, de momento se agacho y mi cuerpo sabía donde iría.

No pude evitar dar un pequeño brinco al sentir su lengua. Él siempre hacia cosas sin ningún pudor alguno.

— Jimmy... Eso ya es demasiado.... — Le dije pero hizo caso miso.

Continuó hasta que quizo. Después se levantó, y sentí su glande en mi trasero. Me tomó de la mano para hacer presión para que entrará.

— Esto está pretado. — Comentó a mí oído. — Me gusta... Me gusta todo de ti.

— Ah... — Comenzaba a entrar. — Ah...

Hasta que finalmente entró. Su movimiento comenzó lento, y en la fiesta parecía que todos se la estaban pasando bien.

¿Seguro Que Eres El Jefe? (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora