24. ¿Amor o costumbre?

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Luego de horas
HÉCTOR

Miraba fijamente a Johnny que estaba sentado frente a mí. Tenía toda la cara destrozada y enrojecida. No estaba dispuesto a hablar.

— Es mejor que nos digas donde están tus hijos. — Dije tomando asiento frente a él. — Y en donde está mi hija.

— ¿Tú hija? — Dijo y río. — Probablemente ya este muerta.

Lo tomé fuertemente por el cuello.

— Sabes que te mataría. Te cortaría en pedazos pequeños... Te haría sufrir durante mucho tiempo hasta suplicar que te mate. ¿Dónde tienes a mi hija?

— ¿Qué te hace pensar que realmente tenía a tú hija? — Dijo Mirándome fijamente.

— ¡No juegues conmigo! ¡No soy un idiota! ¿Dónde demonios tienes a mi hija? — Dije a punto de quebrarme. — Si tan solo le tocas una ebra de su cabello no sabes de lo que soy capaz de hacerte.

— No voy a decirte nada. — Dijo.

En ese momento la puerta se abrió. Y Jimmy apareció frente a mí, llevaba amuletas para caminar. Tomó asiento frente a él mirándolo fijamente.

— Gracias Héctor. — Dijo. — Salvaste mi vida de nuevo.

— Ese es mi trabajo... — Dije.

— ¿Aún no dice nada? — Comentó Relajadamente mientras acomodaba su pierna.

Miré el rostro de Johnny, Jimmy si lo hacía salir de su "confianza en si mismo". Luego entró a Abel y luego su padre.

— No. — respondí.

— Tampoco lo hará. Ya se los dije, pero ese método de dar golpes hasta hacerlo hablar es antiguo. Mochemos un dedo. — Dijo. Y lo miré fijamente. —

— ¿Estás hablando en serio? — Le pregunté.

— Sí. — Dijo. — ¿No te gustaría que te corte un dedo?— Dijo mirando a Johnny y que su rostro había cambiado. — Solo es para saber donde tienen a tú hija.

— No tienes que hacerlo Héctor. — Abel soltó una carcajada.

— Haría eso y más para saber donde está mi hijo.— Dijo Abel y luego salió de la sala.

— No he dicho que lo hará él. Lo haré yo. — Dijo Jimmy sacando una navaja. — Será espectacular verte sangrar de tal forma ¿Sabes? Pero a pesar de todo soy un buen chico.

Acercó su asiento a él. Y Yo le desate las manos para sacarle la primera y sostener su cuerpo.

— No grites mucho... Él primero casi siempre es que más duele. — Miró la navaja con satisfacción, y la llevó hasta su dedo cortando como si fuera cualquier carne, mientras Johnny gritaba desesperado.

— ¡Está en una de mis casas! — Gritó. — En puerto Rico. ¡ESTA VIVA!

— Ah. ¿Porqué fuiste tan rápido para decirlo? — Dijo Jimmy recostándose del asiento, sacó su teléfono del bolsillo. — Da la órden ahora mismo.

Buscó el número y llamó diciendo que la dejaran ir libre. Mi corazón quería salir de mi pecho realmente, llamé a mi ex- esposa minuto después para comunicarle el lugar donde la dejarían y debía de esperar por ella.

— Sé que si te hago lo mismo para saber donde están tus hijos, — Se limpió la sangre de su camisa. — No lo dirás. Sé que por ellos si prefieres morir... Y aunque te arranque todos los dedos no lo harás... Así que te dejaremos por ahora.

¿Seguro Que Eres El Jefe? (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora