46. Obsesión.

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Salí de la fiesta directamente hacia el auto, no iba a quedarme. Tal vez no era la mejor forma pero ya estaba hecho, no podía soportarlo.

Desactive la alarma del auto, y cuando estuve a punto de abrir la puerta sentí su mano sostenerme por el brazo.

- ¡Oye! ¡Te estoy hablando! ¿Porqué me ignoras? ¿Crees que tengo que venir detrás de ti como una idiota? - Me reclamó molesta. - ¿Ha?

No contesté nada, le quité mi brazo. No podía creer que realmente estaba con él, que estaba riendo toda coqueta con él. Me subí al auto mientras ella se quedaba de pie frente a la ventana del auto.

- ¿Qué demonios pretendes? - Se cruzo de brazos. - Oye, te estoy hablando....

Introduje la llave listo para encender el auto y arrancar si no se volvía conmigo a casa.

- Respondeme. No puedes comportarte de esta forma por él. - Me dijo. - Ya eres un hombre ¿Que demonios te pasa?

- No deseo verte con él y ya me quiero ir. - Le dije desde dentro del vehículo mientras encendía el cigarro. - Dejamos a nuestra hija en casa.

- Pues no me quiero ir. - Respondió ella.

Entendí el auto y arranque sin decirle una sola palabra. Podía quedarse, pero era obvio que yo no lo haría. Estuvieron a punto de matarme, y quiere que lo olvide; Parecía una puta broma.

Llegué a nuestra casa, le dije a la criada que ya estaba presente y que yo podía cuidar la niña, que si quería podía marcharse, así que le llamé un taxi.

Tomé una ducha y luego fuí hasta la habitación de donde estaba nuestra hija que había comenzado a llorar así que la tomé en brazos para intentar calmarla, así fue hasta quedarme dormido.

Escuché la puerta abrirse así que de inmediato subí la cabeza. Para encontrarme con Melany dejando todos los tacos a medio de la cama.

- ¡Abel! - Se lanzó encima de mi apestando alcohol. - ¡Amor...!

Me la quité de encima y tomé a la niña que aún dormia a mi lado, la llevé a su habitación para dejarla en su cuna. No quería regresar, así que tomé asiento en un sofá y volví a quedarme dormido.

- Abel... - La escuche decir. - Abel...

Abrí los ojos lentamente. Estaba en vata parada en la puerta de la habitación.

- ¿Porqué no vas a acostarte conmigo? - Me pregunto. Limpie mis ojos.

- Estoy bien gracias. ¿Que hora es? - Pregunté levantándome del sofá.

- Las 3 de la mañana. - Dijo mientras me acercaba para salir de la habitación.

- Oye, ¿Crees que puedas volver a nuestra habitación? Por eso no puedes cambiarte de habitación. - Me dijo.

- No quiero. - Respondí.

- Al menos escúchame. - Comentó siguiéndome hasta la cocina. - Ey. Escuchame.

- a ver, dime. - Comenté abriendo la nevera.

- ¿porque estas tan enojado? - Pregunto poniendo cara linda.

- Por lo veo te recuperaste muy bien de lo ebria que llegaste. - Comenté y dejé el vaso encima del mostrador.

- ¿Es porque Nicolás estaba ahí? - Preguntó directamente.

- Me importa si Nicolás está ahí o no está ahí. ¿Entiendes? - Dije mirándola fijamente. - Tu estabas allí con él casi encima de el riéndote como que nunca ha pasado nada.

¿Seguro Que Eres El Jefe? (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora