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Mis manos no paran de temblar. Estoy esperando el bus de la escuela en completa soledad. Está nevando con brizas que helarían cualquier fibra de mi cuerpo así contase con dos abrigos. Apego mis manos a mi boca y soplo para darme calor.

«No tengo ánimos de ir a clase hoy», pensé.

Una estrepitosa voz hablo de repente. Podía decirse que me sobresalto, pero a la vez no me importaba que lo hubiese hecho.

—Stan ¿ya supiste lo de Kenny? ¿Qué mierda le pasa en la cabeza a ese pobre de mierda? Un día le extiendes la mano y al otro te caga encima.

No respondí de hecho me mantuve callado con mis manos entre mis bolsillos.

—Ahora me entero que mi mama es tan pobre que cuando encuentra un charco aprovecha para beber de él, bañarse y lavar la ropa.

Mi mirada no se levantaba del suelo. Impaciente y a la vez sin saber exactamente que deseaba, con el interés de realizar una acción y a la vez destruirla.

—Oh no, no seas marica Stan, no porque te diagnosticaron Ano berger tienes derecho de creer que estas peor que yo. Mírame soy pobre, búrlate.

No salieron palabras de mi boca.

—VETE A LA MIERDA.

Mis ojos se abrieron lentamente. Sentí un peso en mi pecho, sin embargo no asimile lo que estaba ocurriendo de inmediato. Mire el techo colorido por un momento. Mi mente no necesito de recordar lo de la noche pasada porque vivo de golpe como algo irritante.

Suspire levemente. Aun sentía un peso en mí, decidí finalmente mirar a mi lado después de unos segundos en donde retome el paso del día. A mí costado derecho se encontraba un rubio plácidamente dormido, como si la noche pasada la hubiese pasado sensacional y ahora Cuidará de su juguete favorito.

— ¿Qué demonios haces? —pregunte.

De un estrujón el se despertó. Ante mi acción poco amigable el me miro pero no mostró señales de enojarse por ello, más bien se mostró sumiso.

—Perdón, pensé que eras el señor pepino.

Me di la vuelta para tomar mis zapatos. En el transcurso donde tomaba mis pertenecías note que faltaba aquella cabellera rebelde de ondulaciones rojizas. ¿A dónde había ido? ¿Se marcho más temprano que yo? ¿En qué momento?

Mire de reojo el cuarto. Un estilo que no compartiremos jamás. Me levanto de la cama después de ponerme los zapatos y sin mirar al lado opuesto de mí caminar, dejo solo a quien es el dueño del cuarto. Camino escaleras abajo encontrándome con una sala solitaria y parto en dirección a mi casa.

Las calles son rodeadas por un baño de sol. Brillante, indicios de que el invierno podría pasar en South Park por un tiempo.

Voltee en una esquina encontrándome cara a cara con Firkle. El me miro levemente pero siguió adelante sin determinarme, algo extraño hasta que a unos cuantos pasos la figura de una mujer vestida de negro y fumando a plena madrugada hizo una acción medianamente similar. Sin embargo ella quien conducía el auto de su madre fue quien redujo la velocidad a propósito.

— ¿Tienes algún problema? —le pregunte directamente. Ella me miro como si desease que yo le preguntara.

—No sé, ahora eres un conformista.

— ¿Quién dice? —pregunte indignado ante su comentario.

—Ahora te juntas con puros conformistas ¿pensé que eras más que eso?

—Sí, ahora te la pasas detrás de ese conformista que cree que todo se soluciona con canciones maricas —argumento Pete.

—No queremos que en unos días te pongas a darnos discursos motivacionales —agrego Michael.

« ¿Qué es esto? ¿Ataquemos todos a Stan?»

—Ah, váyanse a la mierda.

Detrás de mi pude escuchar claramente a Firkle llegando con una cajetilla de cigarros. Entro al auto y esta vez hablo.

—Conformista —agrego el más bajo del grupo.

—Nunca les importo con quien hablase.

—No nos importa con quien hables, pero ese conformista se la pasa confundiéndonos con vampiros y dando charlas motivacionales ¿Qué no te encargarías de eso?

—Eso estoy haciendo.

—Raven si tanto añoras aun la muerte y no a los mojones conformistas, ven con nosotros a contar poemas y llamar al demonio —hablo Henrietta. Sin poner atención en el cigarro, me miro fijamente con sus ojos oscuros — Después puedes pensar en cómo matar al líder de los vampiros.

— ¿Pensé que habían pensado eso ustedes? —agregue.

Sin quejas. Me adentre al auto. En la parte delantera como copiloto. El auto comenzó a movilizarse y detrás de mi hice un llamado para obtener un cigarro. Fue cosa de segundos y lo encendí con éxito.

A ellos no les agrada el judío, posiblemente se deba a su cargo más que por el hecho de ser llamados vampiros. Red alguna vez llamo vampiro a Pete y a él le sigue gustando ¿Por qué entonces es diferente con él? Es solo por su estúpido intento de "ayudar a los demás".

Apoyo mi brazo en la ventana mientras se dobla para darme un bocado de humo. No solemos hablar entre nosotros cuando nos desplazamos.

Fue algo de algunas horas. Estaba pensando en que iríamos al cementerio, sin embargo se detuvieron en la carretera en un área rural. Mire extrañado mientras ellos bajaban y decidí confiar. Son mis amigos al fin y al cabo.

Deje el auto. Ellos comenzaron a adentrarse al bosque, yo los seguí. No hablamos en ningún momento. No había tensión entre nadie o siquiera algún tema en especial para contar, todos éramos amigos y a la vez éramos distantes. Caminamos colina arriba hasta llegar a una casa.

Su aspecto era desolado. La madera cedió dejando rota la puerta que se denotaba de inicio descuidada. Los ventanales están rotos, hay polvo. Posiblemente adentro no halla mucho que detallar.

— ¿Qué es este lugar?

—Una casa. El dueño murió sin dejar rastro. Aquí contaremos nuestros poemas por hoy —respondió Henrietta.

RAVEN [STYLE] Stan X KyleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora