Drabbles≈ └KookV┘

└El Beta de dos Alfas┘

La primera vez que los vió, fue cuando él tenía  tres años y ellos dos, siendo únicamente la imagen de bebés de aquellos. Más tarde los vio crecer hasta alcanzar los diez, más no los volvió a ver después. Nunca pensó que cuando los volvería a ver encontraría tremendas cosas en aquella cena.

Antes del día de su encuentro, la notificación en su celular le informo que habría una cena con sus familiares por parte de sus progenitores, tías y abuelos.

No sé llevaba mal con ninguno de ellos, pero deseaba tener su espacio personal y tan solo hace un año que logró independizarse de su familia que esperaba más de él. O al menos eso cree.

—¿Tu familia?. —había preguntado su mejor amigo en el momento que soltó un suspiro cansino después de él ajetreado trabajo que tuvo, ahora en su casa teniendo que completar estudios para el día siguiente.

—Sí. —dijo resignado tirando sus cosas a la mesa—. Tengo obligado asistir con mis familiares a una cena por un supuesto anuncio importante que tiene que hacer mí madre. —informó a su amigo, callándose a decir más.

En la madrugada, a las dos de la noche, pudo conciliar el sueño sin tener la historia coreana albergando su mente.

Aquella noche soñó con pelaje negro, suave y esponjoso. Ojos azules cual mar y verde oscuro como los árboles del bosque.
Se encontró a si mismo en su forma de Lobo, correteando tras las grandes montañas de puro pelaje y tamaño de aquellos lobos, le encantó el aire golpeado su rostro en aquella forma. Se sentía libre.

Un sonido aturdidor le atravesó su cabeza, lo que provocó un alarido al despertar y descubrir que estaba en su forma de Lobo rasgando la puerta de su cuarto que cerraba por precaución, y que su Lobo no podía abrir obviamente en aquella forma.

Sin duda, aquel día fue el más extraño para TaeHyung que luego de aquello tuvo que tomar dos supresores y utilizar neutralizadores para que no sintieran su aroma a nervios y tristeza que lo sofocaba.

Sí, TaeHyung era un Omega.
Sí, el lo ocultaba y Sí. Prefería ser un Beta a ser el rango menor de la jerarquía impuesta.

No quería ser visto como débil, y tampoco quería ser dependiente de alguien, no deseaba tener que ser egoísta y llegar a sentir codicia por más, mucho más.

Dejando de dar vuelta al asunto, tranquilamente continúo con su vida diaria mientras por otro lado los preparativos para la inigualable cena eran revisados para que estuvieran listos y sin inconvenientes, siendo por fin el trabajo echo, unos tres días después. Un viernes por la tardecita noche.

Un día antes había decidió cambiar su look, siendo sus hermosos cabellos anteriormente castaños a ahora de un potente gris rizado. Se vistió con la ropa que su amigo le habia recomendado de entre su guarda ropa para ese día; unos Jeans negros ajustado acompañada de una remera que tenía la palabra GUCCI en el pecho, zapatillas negras con las serpientes de la marca GUCCI, campera blanca que en la espalda decía también GUCCI y, ¿Como olvidar su corbata, ¿Su adorada corbata roja?. Sip, también de la misma marca, y sí, corbata que iba a dejar por no saber atarla y se iría con el montón en su placar. Una pequeña mochila y listo. ¿Tenía que aclarar de qué marca también eran sus calcetines?.

Haciendo un sonido gutural agarra las llaves de su moto y cierra todo con llave para ir a tal reunión de la cual ya llega unos minutos tarde. Siendo recibido por sus tiernos primitos y sus adoradisímos abuelos que le secaron una escurridiza lagrimita.

—¡No es justo!, Yo también quiero abrazo. —habia exclamado su madre apenas verlo, para después estrujarlo en sus brazos y llenarlo del delicioso aroma a uvas, arándanos y frutillas mezclados.

Cordialmente lo adentraron, incomodandose inmediatamente al sentirse observado de pies a cabeza.

Ignoro aquello, pero minutos después sintió como aquél sonido lo aturdió como hace tres días, en sus sueños. Una mueca se instaló en su rostro. Levantándo la vista que en algún momento la había bajado se encontró con la extraña mirada complacida de su madre puesta en él y alguien más.

Pidiendo permiso se retira al baño y de su mochila saca un supresor que se toma inmediatamente, aguardando unos minutos para que haga efecto.

Suspira y sale del cuarto de baño perteneciente a su antigua habitación, encontrándose al llegar a la sala a toda su familia en espera a su presencia.

—Bien, queridos familiares, la mayoría ya sabrá para que los eh reunido aquí. —habla su madre cuando tiene la atención de todos—. En este día celebramos el regreso de dos seres queridos, JungKook, JeonGguk, pasen. —pide su madre y en cuestión de segundos dos hombres se levantaron de los asientos, posando todos sus miradas en ellos cuando los nombrados se acercaron a la mujer que los llamó. TaeHyung quedó en shock al reconocer las caras casi idénticas—. Estos son mis hijos menores que regresaron luego de estar Estudiando en el extranjero durante nueve largos años.

Llegando así, hasta el momento actual de Tae, quien observaba inquieto la situación, teniendo un sentimiento inquietante que intentó ignorar de no ser por las siguientes palabras de su madre:

—A a partir de ahora estarán bajo cuidado de TaeHyung ya que todavía son menores de edad. Muchas gracias por su atención. —una ola de aplausos inundaron la sala al finalizar su noticia volviendo todos al festejo mientras ignoraban la mirada de shock que poseía en esos momentos el nombrado a cuidar de dos personas que ¡No ve desde hace casi diez años!.

En esos momentos se preguntaba dónde estaba su mejor amigo cuando lo necesitaba.

Aterrorizado observa como su progenitora se dirigía hacia sí con dos personas detrás de ella. Mira a ambos lados nerviosamente en busca de una salida posible para escapar tardando mucho en su búsqueda porque cuando levanta la mirada se encuentra la cara sonriente de sus progenitores totalmentes felices y al lado de ellos otras dos caras casi idénticas mostrando unas sonrisas demasiado añiñadas.

Oh, infiernos.