Las tardes por alguna razón siempre me fueron las preferidas del día entero, pero aparte de sentir un profundo entusiasmo de la nada, me llegaba la melancolía; que no tenía justificación para mí.
Aveces me preguntaba, ¿Existirá alguien en este mundo que de verdad me llegue a amar?, Y si la hubiera, ¿Sería suficiente para él o ella?. Instintivamente me reprochaba por mí falta de seguridad, era algo que me salía por sí solo y no lo podía evitar. No tenía un bajo autoestima, pero tampoco un ego que llegase a los cielos. Solo tenía desconfianza.
Cada vez que el Sol empieza a bajar me acerco a mí ventana a contemplar el como se oculta dando comienzo a nosotros de lo que es la noche, mientras que para otros es la mañana.
Es fascinante ver aquello colores tan animados que nos daba antes de irse, aveces de un rosa pálido y fuerte como el de un rojizo anaranjado.
Se sentiría mejor tener una compañía con quién contemplar tal espectácular vista y fotografiarlo.
Dejando de juguetear con el anillo de oro que tenía entre mis manos, me lo coloco cuál pulsera por mí muñeca izquierda, teniendo que darle más de una vuelta por ser esta un collar y estiró mis mangas que estaban arremangadas hasta mí codo.
Me levanto del puff de terciopelo rojo en el que estaba sentado frente a la ventana con la que antes miraba el atardecer y bajo las escaleras en pantuflas llendo a mí cocina para colocar el agua a hervir y así preparar un té con limón y azucar, un secretoso gusto raro.
Una vez hervida el agua la vierto en mí taza con una imagen de corazón partido a la mitad, faltante de la otra parte. Me retiro a mí sala con la taza humeante por el calor. Me siento en uno de los sillones compartidos agarrando una de las almohadas nuevas que coloque hace un par de semanas atrás.
El ruido de algo caer al piso que se escuchaba muy cerca llama mí atención y como todo curioso y chismoso que soy, me acerco a una ventana corriendo apenas la cortina para que solo uno de mis ojos se asomase a ver.
Empleados iban y venían de la casa a lado de la mía, que ciertamente podía ver el interior de lo que parecía un cuarto por una ventana con balcón que se separaba de la otra tan solo por diez centímetros; que saltando ya podías entrar a mí casa. Miro el reloj comprobando que son las ocho y media de la noche, y ellos trabajando.
No es que me moleste, pero ¿Porque trabajar de noche cuando puedes hacerlo de día?, No le encontraba sentido.
- ¡Esa caja va a mí cuarto!-
Y, suponiendo que los trabajadores le hacían caso, ese debe ser mí futuro vecino. Solo contemplaba su espalda que a simple vista sabes que ese tipo es fuerte... Y sus piernas, estoy seguro que muchas chicas andan detrás de él por ellas.
Sin saberlo yo ya no solo miraba con un solo ojo asomado para espiar, sino que tenía directamente la cortina corrida a un lado mientras observaba y para cuándo me percate de ello, aquel chico me descubrió en mí espionaje quedándose viéndome que me puso nervioso para después sonreír y saludar.
»¿Porqué sonríe?«
»Su sonrisa es hermos-AH! ¡NO!, ni siquiera lo conoces. No hables... Pero si estoy pensando.«
«Que contradictorio.»
Me seguía viendo y no lo aguante más, no le devolví el gesto y cerré la cortina para que no me viese más saliendo. Apague todas las luces y cerré cada una de las ventanas de mí casa. Comprobando que el seguro estaba puesto me voy a mí piesa cubriéndome con las mantas por la vergüenza.
Y sin quererlo del todo, o inconsciente haciéndolo, termino soñando con una sonrisa de conejito que al despertar me alegraría el día entero.
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Drabbles≈ └KookV┘
Hayran KurguHistorias que están en borradores, ideas que surgen e historias que tienen nueva posibilidad de poder ser leídas. Todo eso puesto aquí.