Aventura Inolvidable -Hogwarts Mystery.

capitulo 32- el fin no está cerca, llegó- parte I

Me desperté con lágrimas en los ojos, aún estaba procesando el sueño que había tenido, sobre todo porque se había sentido tan... real.

Porque fue real.

Mi abuelo me va a venir a buscar... por fin podré ir al Reino Celestial...

Pero tendrás que dejar a tus amigos, a Hogwarts, y a Bill.

Te odio, maldita conciencia...

Y no te gustan las despedidas... nunca te gustaron.

Jamás.

Me incorpore en mi cama, limpiando las lágrimas y suspirando.

Una parte de mí, siempre ha sabido que no pertenezco a esta tierra; y si decidía quedarme, por más recuerdos mágicos y maravillosos que pudiera crear con mis amigos, el precio de crearlos, seria extrañarlos, sabiendo que no podría regresar a esos momentos, tarde o temprano tendría que verlos morir... a todos. Y ya no era tan fuerte para ver a las personas que amaba morir.

Y no podía cometer el mismo error que mi padre.

Solo me quedaba una opción ahora que la decisión estaba tomada: Tengo que avisarles.

Me paré de golpe de mi cama, avancé a la de Rowan, y la desperté.

-¿Sky? ¿Qué pasa? Hoy es domingo, no tenemos clase. -decía ella, algo somnolienta. -Y debemos prepararnos para el baile...

-Rowan, necesito decirles algo muy importante a todos, ¿podrías ir a decirle a los demás que me esperen en el salón de menesteres? -la interrumpí, sabía que entre más la dejara hablar, más trabajo me costaría decirle las cosas.

Ella se sentó en su cama, y se estrujó los ojos, bostezando; luego embozo una sonrisita burlona.

-¿Finalmente nos vas a decir que Bill y tú están juntos?

Yo medio me sonroje y medio me tense.

-Luego te digo, ¿les vas a decir?

Ella al parecer noto que algo no iba bien, porque frunció el ceño y asintió lentamente, como si quisiera adivinar que se le había pasado que pudiera traer problemas.

-Está bien.

-Gracias.

Entonces me dirigí hacía la puerta.

-¿A dónde vas? -me pregunto.

Me detuve.

-Tengo que ver al director. -le informé, y seguí mi camino.

Cuando abrí la puerta de su oficina, tengo que admitir, que lo que menos me esperaba, era ver a Dumbledore con un pijama de rayas azules y blancas acompañado de un gorrito haciéndole juego, mientras bebía de una taza de té.

Sonreí ante la imagen, pues me había causado gracia ver al gran Albus Dumbledore con tales pintas.

Él no se inmuto.

-Señorita Hell. -me sonrió con unos ojos somnolientos -¿Qué la trae aquí tan temprano?

Mi sonrisa se borró.