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Los lunes por la mañana no solían ser los preferidos de Renjun, aún no lo eran del todo, pero ese día parecía que el sol le sonreía y de paso le sonreiría de vuelta, porque sentía que el día de hoy iba a ser un buen día para hacer cosas y correr riesgos.

Por lo menos su familia ya no era tan distante con él, no podía decir con seguridad que ya estarían aceptando el hecho de que a su hijo le gustaban los hombres, pero lo único que quería era que el ambiente pesado de aquella construcción donde vivían, se disipara con el tiempo. Por eso se levantó con una sonrisa, se dijo a sí mismo que si ocurría algo que llegase a posiblemente arruinar su día, no se dejaría caer, y sonreiría porque sabía que las cosas malas no tenían por qué dañarlo, y él tampoco tenía que dejarse dañar.

También tenía que recalcar que su relación con los dos chicos que se toparon en su vida nuevamente había comenzado a ser un poco más unida lo cual lo hacía sentir bien por dentro pero también un poco angustiado y nervioso, pensaba en si llegaba a arruinar algo no se lo perdonaría jamás ya que solía pasarle eso siempre, porque era muy tonto.

Tenía que apurarse, su clase de matemáticas empezaba en unos minutos y hoy tendrían que hacer un taller de estudio para un examen que tendrían en unos días. No le daba mucha importancia porque realmente no era malo en matemáticas, pero aún así quería puntos extras.

Minutos pasaron y ya estaba sentado en su asiento de siempre, ya había terminado su taller mientras sus demás compañeros intentaban entender y otros simplemente molestaban por ahí o dormían. Él, para aprovechar el tiempo que le quedaba escribió unas cuantas cartas, su corazón latía fuerte, pues no estaba seguro de si lo que estaba haciendo era una buena idea, pero bueno, él no era bueno al hablar. Aunque pensaba que lo que estaba escribiendo era muy cursi, no le importó mucho, ya que le gustaba mucho la literatura y escribir poemas y todo ese tipo de cosas.

Al terminar de escribir ambas cartas, las guardó en sobres con diferente color, una naranja y otra azul, tomó calcomanías de moomin que él mismo había hecho para sellar ambos sobres. Sonrió luego de haber terminado su gran trabajo, ahora esperar a que el timbre sonara era lo que más le ponía nervioso más cuando ambos chicos a los cuales les iba a entregar tales cartas estaban un poco más delante suyo intentando terminar aquel taller antes de que el timbre sonara.

Cierta parte de él estaba seguro de hacer tal locura pero otra le decía que no, que aún no era tiempo, en fin, jamás estaría seguro de qué hacer realmente, pero iba a dar el primer paso, no se quedaría así esperando toda su vida, si le estaban dando la oportunidad tendría que aprovecharla.

Algo en lo que no se había fijado era en que ni su amigo, Chenle ni Jisung estaban en la clase, lo que más le preocupaba era que aún no recibía señales de vida de su amigo y realmente estaba asustado de que le hubiera pasado algo, estaba siendo un muy mal amigo, quizás al finalizar la jornada escolar iría a su casa a verlo.

El timbre ya había sonado, recogió sus libros y todas sus cosas que tenía en la mesa, tomó ambas cartas y se las quedó en la mano, colocó su mochila en uno de sus hombros y al voltear se llevó un susto horrible al ver a Jaemin sonriéndole.

— Terminé mi taller justo a tiempo, Jeno aún necesita terminar. — Señaló el menor a su amigo que parecía escribir ecuaciones a lo loco.

— ¡Terminé!

— Vamos andando, no quieres que la cafetería se llene ¿verdad?

— En realidad no hay problema, traje mi propia comida.

Se adelantó y salió del aula para ir rápidamente hacia la cafetería pero se detuvo cuando Jaemin habló.

— ¿No me dirás qué tienes en las manos?

Se congeló, no supo que decir y simplemente siguió caminando rápido, llegó a los casilleros de ambos y guardó cada carta en su lugar correspondiente de manera muy apurada porque podía escuchar las voces de los chicos cerca.

— ¿Eres psíquico acaso? ¿Cómo sabes que iba a mi casillero que me estás esperando ahí?— Está vez habló Jeno quien iba a guardar algunos libros dentro.

— Eh, creo que no puedes guardar tus cosas ahora, sabes, vi que entró una cucaracha... si..— Renjun quería cachetearse en ese mismo momento, sabía que no era momento para hacer tal cosa, pero lo hizo, ya lo iba a arruinar.

— ¿Cucarachas..? Con más razón debería abrir mi casillero.— Jeno apartó un poco a Renjun para poder abrir el casillero, al hacerlo la carta de color naranja cayó al suelo. Había metido las cartas mal, tomó la carta rápidamente y la guardó en su bolso.— Nana, ¿tienes hambre?

— Yo, un poco, pero no te preocu-

Renjun tomó al menor de la mano y se lo llevó directo a la cafetería, Jaemin no pudo reaccionar hasta que se sentaron en alguna mesa que con suerte pudieron encontrar vacía.

— ¿Estás bien?— Preguntó el menor de los dos viendo al rubio con las mejillas un tanto rojas y una decepción en su cara muy notoria.— ¿qué tiene ese sobre?

— ¡Nada!

Jaemin se asustó un poco y decidió permanecer callado, esperó hasta que llegó Jeno con una cara un tanto molesto y confundido. Se sentó junto a ellos y los miró a ambos.

— Bueno, ¿me van a explicar qué pasa o no?— ambos permanecieron callados.— ¿aquello era una mini bomba acaso? ¿qué están tramando? ¡hablen!

Jaemin miró a Renjun, el cual permanecía bastante callado como solía ser algunas veces. El mayor lo miró de vuelta y de paso miró también al castaño frente a ellos dos, procedió a levantarse de la mesa y anunciar que iría al baño.

— Por favor, olviden lo que sucedió.—Y se retiró.

Ambos chicos vieron su silueta desaparecer, luego el castaño miró a su amigo en busca de respuestas pero éste parecía igual de confundido como él.

— Jaemin, tengo unas sospechas muy grandes, esto está muy raro.

— Él es tierno, déjalo ser, quizás nos quiere hacer una sorpresa o algo, ¿qué tiene de malo?

Jeno palmeó su frente y negó con la cabeza unas cuantas veces, su amigo era más idiota de lo que creía. Ya resolvería las cosas a su manera, tenía que averiguar qué sucedía con el chico bajito, tenía que hablar con él.

Por lo que al escuchar la campana sonar, se acercó hacia Renjun, tuvo suerte de encontrarlo a él solo en el pasillo, guardaba unas cosas en su casillero al parecer. No dudó en acercarse y posicionarse firmemente frente a él sin llegar a estar tan cerca ni asustarlo, pero aún así el chico al verlo se sorprendió.

— Tenemos que hablar.

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