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Jeno se levantó más temprano que de costumbre ya que tenía a un chico chillón gritando a su ventana. Se asomó y como esperaba estaba Jaemin allí sacudiendo su mano llena de volantes, pudo notar su cara que parecía un tanto cansada y que no había dormido pero su sonrisa era igual de hermosa que siempre.

Se encaminó hasta la puerta de su casa para abrirle la puerta a su amigo y no dejarlo afuera esperando.

— Ah, huele a panqueques, ¿tu mamá está aquí?— Se asomó por la cocina al que encontró cocinando fue al señor Lee.— Ah, muy buenos días, señor Lee.— hizo una corta reverencia.

— ¡Ah! Nana, qué bueno verte. ¿Ya desayunaste? Dime que aún tienes hambre, creo que me pasé con la masa e hice demasiados panqueques y Jeno sólo come mucho cuando se trata de su madre.— Jaemin vió a Jeno negando repetidamente para darse la vuelta y llevarse al pelirosa hacia su habitación.

— Papá, no quemes la cocina.— Su padre no se había dado cuenta del humo que salía del sartén y el olor a algo quemado que empezaba a adornar la casa que usualmente olía a canela o lavanda.

Ambos chicos subieron a la habitación del castaño, Jaemin se sentó en la cama del contrario la cual era muy cómoda y se acostó dando unas cuantas vueltas en ella haciendo que esta se desordenara un poco.

— ¿¡Sabes cuánto me cuesta arreglar la maldita cama!?

Rió al ver cómo se quejaba el otro del leve desorden que estaba provocando, le encantaba molestar a su amigo y verlo un tanto enojado.

— Te hubiera dejado afuera mejor pero no sé si quieras estar allá abajo tú solo, mi padre se irá a trabajar dentro de unos minutos, aunque tampoco quiero que me veas desnudo.— Jaemin alzó sus cejas al escuchar aquello y sonrió de lado.

— Por mi no hay problema en ver- ¡Ay!— Jeno lo había pellizcado.— Mejor apresúrate, tonto.

Jeno tomó su toalla y ropa interior y finalmente entró a la ducha. Para Jaemin habrán sido unos largos 10 minutos de baño aunque realmente el castaño había sido rápido.

El pelirosa posó sus ojos en la figura del contrario, era guapo, él era muy guapo. Tenía buenas piernas y un abdomen marcado a comparación consigo mismo, él no tenía mucho, casi que nada por lo que sentía un poco de envidia pero a la vez le gustaba contemplar. Su ropa interior se notaba ser un tanto apretada y sus ojos cayeron fijamente en su miembro, ¿qué tan grande sería? De por sí se veía que podría romperte pero, no podía quedarse tranquilo con solo imaginar.

Luego de minutos que parecieron eternidad para él decidió cachetearse mentalmente al ver la mirada recriminatoria de su amigo quien ya tenía el uniforme puesto y esperaba a que reaccionara para ambos bajar. Se había perdido un segundo de todo lo que le rodeaba, en esos momentos todo lo que le rodeaba era Jeno y no mostraba quejas ante ello.

Se limpió la saliva que al parecer había derramado y se levantó para salir de allí junto al castaño. Se sentaron en el comedor mientras veía a Jeno comer plácidamente. Casi siempre por las mañanas no desayunaba pero esta vez despertó con su madre haciéndole un desayuno delicioso, le dolía saber que posiblemente tendría que esperar mucho más para que esas escenas se dieran constantemente.

Jeno bajaba de las escaleras luego de irse a cepillar los dientes y tomaron rumbo a la escuela, esperaron el bus y subieron. El pelirosa vió al rubio en un asiento más adelante de lo usual, quiso saludarlo pero se veía muy entretenido en su charla con el chico peliverde. El viaje no fue largo. Minutos después de bajar del bus ya todos estaban en sus clases.

Jeno se sorprendió de no ver a su amigo hablador a su lado pues éste se encontraba en unos asientos más atrás junto con el chico más callado de la clase, Renjun. Al finalizarse la clase Jeno corrió hacia la biblioteca para sacar más copias de los volantes para el club, la fotocopiadora era la más lenta del mundo como pudo notar. Al terminar corrió nuevamente hasta la banca que solía usar con Jaemin, éste se veía un tanto molesto por haber estado esperándolo como un idiota.

Los volantes fueron pegados en todos los rincones de la escuela y ambos que ya se encontraban sentados en la banca podían escuchar cómo todos hablaban del nuevo club. Jaemin ya había anticipado todo, habló con el rector de la escuela y les permitió llevar a cabo su club, consiguieron un salón donde podrían ubicarse y lo único que faltaba era que todos se enteraran del club, cosa que ya estaba sucediendo.

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Jeno y Jaemin se encontraban solos en el salón que ahora sería la sede del club. luego de las clases cada club se reunía, ellos apenas comenzaban así que nadie se había acercado. Lo que menos esperaban era que hubiera movimiento en el primer día, y es que, realmente no lo hubo tan sólo una cartita resbaló debajo de la puerta del salón. Jeno la tomó con miedo, creía que esas cosas así pasaban en películas de terror y que posiblemente lo que había dentro era una señal de que moriría en tres días.

— ¿Qué haces ahí parado? Ayúdame a organizar— Al ver que el castaño no se movía se dirigió hasta él y éste se encontraba leyendo atentamente la carta.— ¿Eh? ¿Ya nos están solicitando? Ah, si tan sólo me ayudaras a organizar.

— Es una carta del chico con el que hablabas en clase, Renjun. Quiere ser parte del club, qué intenso, colocó muchos signos de exclamación— Dijo el castaño dándole la carta al contrario.

— Qué tierno, es obvio que lo dejaremos entrar ¿cierto?— pestañeó varias veces mirando a su amigo.

— Claro, claro.

Jaemin salió un momento del salón, se encargó de buscar al chico bajito, tuvo suerte de encontrarlo no tan lejos del salón, al parecer se quedó un tanto cerca esperando una respuesta de ellos. Lo llamó y el chico volteó a verlo con una sonrisa. A Renjun se le iluminaron los ojos al saber que estaría junto a Na Jaemin en un club, lo que no esperaba era que al entrar se encontrara con Lee Jaeno allí también, se sintió desfallecer por unos segundos y de repente su vista se nubló.


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LOVE CLUB   |   NORENMIN  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora