La Mirada Del Alpha [TERMINADA]

XXIV

||Lucía ||

Estábamos nosotros solos ya en su oficina, no me había dejado hablar solo decía que la conversación sería aquí.

Dime de una buena vez, que pasa? mis nervios idiota! - grite, explote. Demasiados nervios y el no ayudaba.

Calma solo has lo que te diga y todo saldrá bien - dijo este tratando de sonar calmado, adivinen? No lo logro

Que pasa? No te lo volveré a preguntar - me pare de la silla dándole a entender que si no me decía nada me largaria de ahí.

La situación empeora, estamos en una guerra declarada Lucía - su semblante de preocupación se profundizó.

Hacia siglos que no teníamos una guerra, para ser precisos desde... - sus palabras quedaron en el aire, no necesitaba que lo hiciera.

El día que murió Amalia, o mejor dicho mi último día de vida de la otra vida, fue el último día de la guerra contra nuestra manada, el último en siglos.

Todos los rogues se unieron a las criaturas horribles dirigidas por el Alpha de redmoon, y todos ellos están contra nosotros - hizo una pausa, tomó aire y miró por la ventana.

Los rogues quieren este territorio, el Alpha te quiere a ti como su Acolius y las criaturas de la noche solo quieren muerte para alimentarse de ella y del dolor - dicho esto volteo a verme.

Quiero que estés a salvo, te doblarse la seguridad, pasaras más tiempo en el instituto que aquí y sobre todo quiero que no desobescas mis ordenes, cuando diga al refugio, es al maldito refugio - todas sus palabras sonaron llenas de miedo pero muy fuertes serias y sin duda, su mirada daba escalofríos.

No pretendía hacerle el menor de los caso, pero no debía discutir con el, no me convenía.

Si entiendo, no quiero que sufras una vez más por mi, se que solo soy un estorbo - me levante y sin decir más salí a mi habitación.

Dentro de mi pecho había un dolor, mi alma dolía, el ya no era el mismo Marcos de la otra vida el que Amalia amo, el que amabas amamos, yo lo había cambiado.

Tampoco era el Marcos que a mi me gustaba, el que me había enamorado con sus amarguras y salidas extrañas, con sus ojos de distintos colores que me hacían vibrar, ese de ahí era solo un hombre roto y lleno de tristeza.

Y no sabía que haría para arreglarlo porque siendo sincera, fui yo quien lo destrui. Pero no puedo dejar de ser quien soy, una guerrera.

Si debo dejar de ser quien soy para estar con él, no lo haré, y eso Le hará daño así que... Aunque me duela, si todo sigue así debo dejarlo ir.

Un toque en la puerta distrajo mis pensamiento, voltee y me encontré con Matilde. Venía con una taza de chocolate, la cual me extendio y tomé sin dudarlo.