Las calles de la isla estaban tal cual Maddavil las recordaba, aquella penumbra que se encontraba en cada esquina de este basurero era perceptible desde cualquier punto, se podría decir que sin ese aura a maldad la isla no sería tan macabra y por más desquiciado que suene, Madd se sentía bien dentro de aquella cárcel llamada hogar.
Cuando comenzó a aburrirse de seguir dando vueltas, emprendió rumbo a su guarida, tal vez y sólo tal vez, Maddho se paseara por su antiguo hogar algún día, obviamente trataría de ir alerta ya que no sería bien vista rondando por ahí, a los ojos de cada habitante de la isla Maddavil y sus amigos eran unos traidores de tomo y lomo, el problema recaía más sobre las hijas de Maléfica ya que eran las descendientes de la emperatriz del mal, ¿Cómo había sido posible que las corrompieran de tal manera que ahora fueran parte de aquella sociedad asquerosa de princesas primorosas?
Nadie se lo explicaba.
Y es que tampoco lo entenderían, los chicos de la isla pudieron ver una realidad totalmente distinta a la que solían ver desde que la luz del sol golpeaba la isla hasta que se escondía dejándolos en total oscuridad, solamente con tu suerte de lado si te encontrabas en la calle a altas horas de la noche.
Algo que cambió aquel botón de maldad en ellos fue la aceptación, claro que costó y está demás decir que hay gente que aún no acepta del tos que ellos habiten en Auradon, menos que una villana se convierta en reina, el amor, la bondad y las buenas palabras habían causado magia blanca en su interior, por primera vez, los cinco adolescentes creían que era lindo despertar sin recibir gritos, salir de tu hogar sin tener que luchar cada segundo del maldito día por tu vida o por algo tan simple como un pan con hongos.
La vida en la isla era dura.
Pero eso a nadie parecía importarle.
Sintiéndose abrumada por tantos pensamientos que rondaban su cabeza y que al parecer, no podía encontrar solución alguna, comenzó a caminar hacia la guarida, en el trayecto había gente que la saludaba, otros que la miraban con temor, con desprecio, y otros que simplemente la ignoraban, satisfecha con eso, Madd seguía su camino cuando frente a sus ojos observó aquél restaurante que trajo tantas alegrías y batallas en su vida.
Decidió entrar sin vacilar.
- Diablos, sigue aquél apestoso olor a camarón - mencionó burlona en un tono de voz un poco alto haciendo que de manera casi instantánea, todos los presentes fijaran sus ojos en ella, sintió la mirada atrevida de los piratas sobre su figura, sin importarle aquello se encaminó al mesón - ¿Cómo es posible que el fétido olor de Uma siga aquí si ella ya no está?
El comentario de Maddho causó gruñidos en los piratas presentes, no les agradaba que Maddavil estuviera en su territorio, menos después de ser una traidora y mucho menos después de que mencionó a Uma, aquella muchacha era conocida como una traidora también.
La chica de cabello morado y reflejos azules se sentó en uno de los bancos que había frente al mesón, posicionó sus brazos reclinados sobre este y observó detenidamente a la pelirroja que se encontraba frente a ella, fulminandola con la mirada.
- Qué tierna - pensó Madd.
- Hola Heathell - sonrió burlonamente Maddavil, la cara de culo que tenía su ex amiga le inflaba el ego de una manera impresionante, había extrañado arruinar la vida de los demás sólo con su presencia - ¿Me extrañaste?
Heathell dio una mirada de asco total a la chica, se inclinó sobre el mesón a centímetros de ella y habló con rencor.
- No sabes cuánto he soñado con hacerte trizas, princesa Madeleine - aquellas últimas palabras causaron asco en Madd, no entendía cómo podían confundir su nombre en Auradon, era único, imposible de no recordar.
Madd aprovechó la cercanía de Heathell y se tapó la nariz con una mueca de asco - Por los cuernos de mi madre, creo que alguien necesita una nueva pasta dental - los piratas presentes soltaron una risa la cual fue callada por la pelirroja de una sola mirada - Me alegra que puedas soñar conmigo, lo que es yo no he pensado en ti desde que me fui - Maddho guiñó un ojo a Heathell - Y ahora que veo que eres el nuevo camarón, deberías traerme un vaso con agua, estoy sedienta, ya sabes, gastar saliva con alguien como tu me provoca cansancio.
Heathell la observó más enojada aún - ¿Ah sí? ¿Por qué su Majestad? ¡Oh, perdone mis modales su Alteza Real! - dicho esto, la hija de la reina de corazones se removió como pudo e hizo un intento de reverencia, se levantó con una mirada burlona hacia Madd haciendo que los presentes rieran.
- No hace falta que me hagas una mención especial ahora Heathell, ya sabes, siempre te has arrodillado ante mi y sin tener ningún título en Auradon - las respuestas de Madd soltaron una furia enorme en la pelirroja - Entonces, ¿Me traerás mi vaso o no?
Ahí fue cuando Heathell captó lo que podía hacer, su sonrisa perversa no tardó en aparecer.
- Ay Maddavil, te metiste solita a la boca del lobo - pensó la pelirroja.
- En seguida, su majestad - con otro intento de reverencia, salió disparada a la cocina del lugar, era su momento de tomar venganza.
Maddavil se quedó ahí esperando perdida en sus pensamientos cuando una voz en su oído y el tacto de un metal en su cintura la hicieron sobresaltar.
- Vaya, vaya ¿Si no es la princesa Madeleine? - susurró aquella voz inconfundible, Madd sólo se quedó quieta y rodó los ojos - ¿Has venido a buscarme para que escapemos juntos a Aburridon porque no puedes vivir sin mí, nena? Qué linda.
Maddho por fin pudo voltear y se topó con aquellos ojos azules hipnóticos a centímetros de su rostro, sin cambiar la expresión media burlona de su cara, habló.
- No sabes cuánto te extrañaba Hook, pensaba demasiado en ti cada que veía una bolsa de basura - la hija de Maléfica sonrió ante la cara que su contrincante puso, él por supuesto no tardó en responder sin quitar el rostro de aquella sirena.
Sí, eso pensaba Harry y muchos más en la isla, que era una jodida sirena.
- Me encanta que pienses en mí, bombón, yo me la he pasado todos estos días pensando en ti - habló de una manera que todos pudieran escuchar, luego de un segundo a otro se encontraba susurrando de manera sensual en el oído de Madd - Pero de otra manera.
Por más que quisiera sonrojarse, se resistió, Hook deseaba verla así y eso lo sabía, por lo que no le daría el privilegio de hacerlo.
- Pues sigue soñando Garfio, creo que eres bueno en eso - habló Maddavil levantándose del banco y como si fuera poco, se acercó a los labios de Harry - Nos vemos, pirata de juguete - susurró antes de salir del lugar con una sonrisa triunfante en su rostro bajó la atenta mirada de todos los presentes, incluyendo a Harry quién tenía una mirada de embobado.
Y ese señores, era el efecto que poseía Maddavil en los hombres.
(...)
Minutos después, Maddho ya se encontraba en la guarida que tenían con su hermana, una vez dentro de una de las habitaciones, se recostó en la pequeña cama que esta tenía y se tapó con una manta sucia que estaba por ahí, pasaron los minutos y Maddavil no se podía dormir, pasaron horas y ella seguía despierta, habrán sido las tres de la madrugada cuando sintió como alguien golpeaba el interruptor de su guarida haciendo que la reja que protegía las escaleras, se levantara.
Rápidamente se puso sus botas y tomó un palo que se encontraba a su lado, caminó sigilosamente hasta la puerta principal del lugar esperando a que esta se abriera, lo cual pasó, revelando a una figura masculina con algo que sería fácil de identificar aquí y en la china.
- ¿Qué demonios haces aquí, Hook?
___________________________________________________________________________
agosto 3, 2019
ESTÁS LEYENDO
𝗠𝗮 𝗦𝗶𝗿è𝗻𝗲 (harry hook)
Fanfic« Todo tesoro tiene su precio » Los personajes ya conocidos por la audiencia son propiedad de Disney, la protagonista y unos cuantos más son de creatividad mía. iniciada agost. 2019 - finalizada septiembre 2019. En memoria de Cameron Boyce.