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↠ Theo ↞

— ¿Quieres que te lleve a casa? —le pregunté esperando que su respuesta fuese un si.

—No tienes que molestarte. Puedo llamar un taxi, es algo tarde —dijo ella mirando sus manos.

No quería que se montara en un taxi a esta hora, y jamás dejaría que se fuera hasta su casa ella sola, ¿que clase de caballero seria si dejase que eso sucediera?

—Ni hablar, vamos —dije decidido tomando mis llaves y cerrando la puerta principal de mi casa detrás de nosotros.

Le tendí mi mano y ella dejando escapar un suspiro derrotado, la tomó.

—Tu ganas —dijo sonriendo mientras nos dirigíamos a mi auto.

El camino fue silencioso, incluso diría que se tornó un tanto incómodo.

— ¿Tienes frío? —pregunté intentando aligerar la tensión entre nosotros.

—Un poco

Encendí la calefacción haciendo que ella se relajara un poco, pero eso no eliminó esa sensación que se comenzaba a apoderar de nosotros.

— ¿Ocurre algo? ¿está todo bien? —me atreví a preguntar.

—Solo pienso.

Aunque tengo puesta mi mirada fija sobre la carretera, se que me está mirando.

— ¿En qué? —también se que no debería de preguntarle, pero la curiosidad es más fuerte que yo en este momento.

—Bueno... en ti —dijo en un tono que hizo que mi pecho quisiera salirse de su lugar —. Ésta noche la he pasado muy bien.

—Yo también —detuve el auto en el momento en que estuve frente a su casa.

Ambos salimos y nos acercamos a la entrada de la residencia sin hacer nada más que mirarnos el uno al otro.

—Gracias —dijo de manera suave y tímida. ¿Por qué tenía que hablar de esa manera? ¿acaso no entendía que eso alteraba mis sentidos?

—No ha sido nada, no quería que tomaras un taxi a esta hora.

—Tu familia es increíble.

—Lo dices solo porque no vives con ellos —ella rió haciendo que el agujero en mi pecho se incrementara. ¡Dios! tenía una sonrisa con la que que podría desarmar a cualquiera.

—Hablo en serio, ahora entiendo porqué eres de la forma en la que eres.

— ¿Y cómo soy? —me acerqué a ella haciendo que su cabeza colisionara levemente con el tronco de un árbol que se encontraba junto a nosotros.

—Ya sabes... gentil, listo... tu hermana también es agradable.

—Es mi hermana, ¿qué esperabas? —ella volvió a reír, de nuevo golpeando mis sentidos.

—Engreído.

—Yo no soy engreído —dije acercándome mucho más a ella.

Su aroma estaba haciendo estragos con mi cabeza, me nublaba el sentido tenerla tan cerca, era como una droga nueva a la que al parecer estaba cayendo en la adicción.

—S-si, lo eres —respondió ella nerviosa.

—Y, ¿qué más soy? —me acerqué tanto, que nuestros labios se comenzaron a rozar el uno al otro. Su respiración empezó a agitarse y mi corazón se hacía resonar dentro de mi.

—T-tu... —no pudo terminar la oración, porque la puerta principal de su casa se abrió de par en par.

Su padre nos observaba con el ceño fruncido. Conocía al hombre, lo había visto antes muchas veces, en la escuela, las reuniones. Se que es médico, uno importante, y al parecer uno muy inoportuno.

Schlesinger [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora