Aizawa Shota
Lo vio mover su cadera al compás de la música en aquel Bar de mala muerte, ademas el ver a tu destinado bailando para otros no es lo mejor que puede pasarte así que logre pedir una noche con el, en un abrir y cerrar de ojos ya lo tenía entre mis brazos, alzo al chico mientras los besos desesperados comienzan, en aquel pequeño cuarto lo condujo hasta la cama, para caer en ella y empezar a luchar para ver quien quita primera la ropa del otro, pero la indumentaria que cargaba ese rubio cenizo fue arrancada con salvajismo por mí, el prosti....no. Ya no ahora que lo encontré no lo dejare ir con facilidad, ya no viviría mas así no mientras yo exista ya que el es Mi reina , Mi destinado, Mi pareja de vida, Madre de mis cachorros, mi Hembra, Mi omega.
Ese pensamiento me volvió loco, tome mis propias ropas y yo mismo las destrozo con mis manos, el pequeño omega acaricia lo que podía de mi pecho y brazos en medio de la bruma de excitación, el gemía de gozo con cada caricia que yo le daba, cada beso, cada toque, lo volvían loco por el placer, fui a sus pezones rosados chupándolos con fuerza, nuestras caderas se movieron entre sí juntando nuestros excitados miembros, frotándolos con total placer, el contacto de pieles nos hacía arder a ambos, las piernas del pequeño se enredaron en mi cintura con fuerza y el olor era tan fuerte que sentí la necesidad de entrar en el a como diera lugar.
Me acerque y metí tres dedos de golpe y a pesar de toda la lubricación natural que el botaba el se quejo soltando un suave sollozo tembloroso y soltó varías lagrimas que comenzaron a salir de sus preciosos ojos rojos cual Rubí, pero en ese momento en mí cabeza todo se detuvo, al ver sus lagrimas rodando por esas tersas mejillas me hicieron entrar en razón de golpe, tanto que de inmediato quise golpearme por ser tan bruto, tan imbécil, no podía tratar a mi omega de esa manera tan brusca, el seguía siendo un niño que estaba siendo obligado a trabajar para pagar lo que su irresponsable padre le dejo, seguramente aun era virgen y yo siendo tan animal, con mi mano restante trate de compensarlo al quitar aquellas pequeñas lagrimas y empece a sentirme mal por haberle provocado aquel mal a un hermoso ángel como el. Era difícil, eso era claro,el olor, la necesidad, el momento, el enojo por saber del pequeño, todo lo que había vivido, todo era para volverse loco de excitación y de rabia pero debía tratar bien a mi omega, era mi pareja, mi tesoro , mi adorado cachorro.
No podía tratarlo como una cualquiera, debía demostrarle lo especial que era para mí tratándolo con cariño y con amor. En un futuro a su lado podría demostrarle el sexo desenfrenado pero hoy no, hoy debía darle el mejor trato que el se merecía, de nuevo mi razón actuó sobre mi instinto, así que saque mis dedos y el pequeño se quejo por la falta de estimulación , si era doloroso pero el rubio estaba drogado de placer, eso lo incitaba a darse placer sin importar lo doloroso que fuera y si ese dolor era otorgado por su alfa no pondría ninguna queja u oposición el calor lo tenía jadeando desesperada mente soltando gemidos entrecortados. Es en esos momentos que el omega solo quería ser llenado, marcado y anudado.
Mi vista se clavo en el rubio y me maraville totalmente por verlo tan vulnerable y entregado, desnudo y retorciéndose con su piel tan clara, tersa y suave esperando que con sus dientes dejara marcas que lo proclamaran de su propiedad, era delirante, solo para subir mis manos y empezar a estimular con mis dedos sus pezones sin poder evitarlo me acerque y me fundí en un nuevo beso, ahora haría todo lo que este a mi alcance para que todo resultara placentero para ambos, nuestras lenguas danzaban y la saliva se mezclaba, mis manos comenzaron a recorrer su pecho subiendo y bajando acariciando y amasando su piel, volviendo a sus pezones nuevamente, me maravillo de lo caliente que se siente la piel de mi rubio, del sonrojo que lo hacía ver tan adorable y de su pecho subiendo y bajando errática mente con desespero, todo es perfecto.
Las caricias fueron registrándose en su consciencia y eso hizo que su animal interior se retorciera de gozo, sintiéndose mimado y adorado, la estimulación como corrientes eléctricas en ese hormigueo delicioso que recorría la piel de mi omega de arriba a abajo lo estimulaba a secretar más lubricante en su entrada rosadita, tanto que comenzaba a manchar las sabanas rojas y yo tenía que verme obligado a aguantar la respiración en bocanadas porque el suave olor a picante se estaba concentrando en el redondo y suave trasero del omega, para mi su olor era dulce ademas de atrayente, me incitaba a meter mi lengua ahí y saborear los jugos de mi omega como si fuera un perro sediento.