15. navidad

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El aire se cargó de electricidad y yo me puse a temblar.

Él empezó a acercarse lentamente, pero el carraspeo de la señora MacWhirter desde la puerta nos detuvo a tiempo.

–Siento molestar, señor, pero quería decirle que estoy lista para marcharme. El resto del personal ya se ha marchado.

–Muy bien. Espero que pases unas buenas vacaciones.

–Por supuesto, señor. El personal quería que le diera las gracias por la paga extra de Navidad. Siempre es usted muy generoso, pero este año se ha excedido. Casi me desmayo al abrir el sobre.

–Es lo menos que merecen por aguantarme. Sobre todo estos últimos meses.

–No ha sido tan horrible, teniendo en cuenta por todo lo que ha pasado... –la señora MacWhirter dudó–. En realidad, no tengo por qué ir a Escocia. Podría quedarme aquí si me necesita.

–No digas tonterías –le espetó él–. Llevas meses hablando de visitar a tu hermana.

–Pero en su estado... ¿quién cuidará de usted?

–La señorita Johnson.

El ama de llaves me miró con suspicacia.

–¿En la cocina también?

–En la cocina y en todas las demás cosas –corroboró él con voz grave.

Menos mal que no me miró, porque yo apenas podía contener la risa.

–En ese caso... me marcho –dijo ella con aparente alivio–. Feliz Navidad, señor Kim, señorita Johnson Cuide de él –añadió con un brillo en los ojos.

–Lo haré –le prometí. Le había tomado cariño al ama de llaves, sabiendo que había cuidado de Jongdae desde que era niño. Y cumplí mi promesa con creces.

La semana de Navidad me esmeré al máximo en cuidar a Jongdae y él hizo lo mismo conmigo.

Nos acurrucábamos en las habitaciones más cálidas de Penryth Hall, encendíamos un fuego con un tronco navideño y contemplábamos la nieve por las ventanas.

Tuvimos sexo un día sí y otro también. Y entretanto brindamos con champán, abrimos los petardos de Navidad, nos pusimos coronas de papel y nos zampamos un ganso que nosotros mismos preparamos.

Nos pasamos casi toda la semana desnudos. Estando los dos solos no había necesidad de vestirse, y a Jongdae le gustaba mirarme. De modo que encendimos todas las chimeneas posibles.

La mañana de Navidad hicimos el amor bajo el árbol, y fue tan apoteósico que en el momento culminante las bolas y los espumillones cayeron sobre la cabeza de Jongdae.

Pero en Nochevieja, mientras el resto del mundo aguardaba con emoción la entrada en el nuevo año, yo sentía una creciente tristeza al pensar que nuestro tiempo se estaba acabando.

Intenté ignorar la sensación y me dije que debería estar agradecida por las mágicas semanas que habíamos compartido. Pero el desánimo era cada vez más fuerte.

Muy pronto, Jongdae volvería a Londres a pasarse el día en un trabajo que no le gustaba, y yo volvería a California a enfrentarme al escándalo que había dejado atrás y ver si tenía el coraje de volver a actuar.

Solo de pensarlo me entraban ganas de cubrirme la cabeza con una almohada.

Y en cuanto a la perspectiva de no ver nunca más a Jongdae... Estábamos sentados en el estudio, a una mesa plegable que habíamos colocado frente a la chimenea, y llevábamos una hora jugando al strip póquer.

Thunder - ChenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora