20. no me hagas esto, Jongdae

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Al colgar, la casa estaba en silencio y a oscuras. La señora Corrigan se había acostado hacía rato, antes de que llegáramos a casa. Era la primera vez que Jongdae me esperaba en la cama.

California.

Los recuerdos me invadieron de golpe.

El sol. El mar. El olor de las rosas en el jardín de mi madre. Podría hacer realidad mi sueño, rodeada por mi familia y mis amigos, criar a mi bebé...

Pero no era solo mi bebé. Era nuestro bebé. Y por asustada que estuviera tenía que decírselo a Jongdae. Al menos tenía que darle la oportunidad de formar parte de nuestras vidas. Y tenía que decirle que lo amaba.

Sin perder más tiempo. El corazón me latía desbocado mientras subía lentamente por la escalera.

Un hijo. ¿Sería un niño con los ojos de Jongdae? ¿Una preciosa niña con su sonrisa?

«Esto es todo lo que puedo darte. Ni matrimonio ni hijos».

La garganta me escocía al pensarlo. Me estaba engañando a mí misma si creía que Jongdae se alegraría por las noticias. Él no quería mi amor. No quería a mi hijo. Solo quería sexo sin complicaciones.

Recorrí el pasillo a oscuras con piernas temblorosas y me detuve en la puerta del dormitorio.

–Has tardado mucho –la voz de Jongdae sonó grave y profunda desde las sombras–. Ven a la cama, Diana.

Tragué saliva, apreté los puños a mis costados y me adentré en la oscuridad. Cuando mis ojos se adaptaron a la penumbra distinguí su forma en la cama. Tenía las piernas cruzadas, los brazos detrás de la cabeza y miraba al techo.

Aún llevaba el esmoquin y solo se había aflojado la pajarita.

–¿Cómo está Kyungsoo? –me preguntó fríamente, sin dejar de mirar al techo.

–Está bien.

–Seguro que sí –se rio y se incorporó en la cama. Su rostro estaba en sombras, pero vi el brillo de sus ojos–. Así que cometió un gran error, ¿no?

–Se sentía muy mal por haberme engañado –me temblaba la voz–, y me ha llamado para ofrecerme un papel. No es gran cosa, solo una serie web. Pero el papel puede ser mío sin necesidad de hacer una prueba, siempre que esté allí dentro de dos días.

–Qué ideal. Para los dos –se levantó, lentamente, como un gigante elevándose ante mí–. ¿Quieres que te ayude a hacer el equipaje?

La frialdad de su tono me dejó perpleja.

–No quiero dejarte...

–Es exactamente lo que quieres. Vuelve a California con todos tus contactos. Do Kyungsoo se muere por tenerte y está dispuesto a darte lo que sea. Todo lo que querías te ha llovido del cielo. Lo único que queda es darte un beso de despedida.

Todas las mujeres en quien Jongdae había confiado lo habían abandonado y mentido. Pero yo no lo haría.

–No quiero irme. Porque...

Él arqueó burlonamente una ceja.

–¿Porque?

Me enderecé y me obligué a decirlo, de manera clara y simple, depositando toda mi angustia y esperanza en cada sílaba.

–Porque estoy enamorada de ti, Jongdae.

El efecto fue fulminante. Jongdae dejó caer las manos y se tambaleó hacia atrás. Me miró con una expresión salvaje, avanzó hacia mí y se detuvo.

Thunder - ChenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora