Su esposa me miró con un peligroso brillo en los ojos.
–Tu lealtad es admirable, pero déjame darte un pequeño consejo de amiga.
«¿De amiga?»
–Comprendo tu atracción. De verdad que sí. La noche que conocí a Jongdae yo también lo deseé desesperadamente, y habría hecho lo que fuera por acostarme con él. Lo que fuera –hizo un mohín con los labios–. Por suerte, conocí a Junmyeon antes de que pasara nada.
–¿Cuál es tu consejo?
–Jongdae es una trampa para las mujeres. Ya lo verás. Primero las utiliza y después les rompe el corazón, para luego tirarlas a la basura. ¿Cuánto tiempo llevan juntos? ¿Dos meses? ¿Tres? –sacudió la cabeza con un sonido lastimero–. Ya has pasado tu fecha de caducidad. Toma –me puso una tarjeta en la mano–. Llámame cuando necesites un hombro en el que llorar.
Se marchó ostentosamente, seguida por su séquito. Aturdida, miré la tarjeta.
Era como una tarjeta de visita, pero dorada y con las letras en relieve. La metí en el bolso y me giré a ciegas hacia el bufé, pero me choqué con una pared de músculos.
Jongdae estaba detrás de mí. ¿Cuánto tiempo llevaba allí?
–¿Te lo estás pasando bien? –me preguntó con una expresión inescrutable.
–No.
–A lo mejor el champán te ayuda.
–No quiero nada.
Miré su atractivo rostro. ¿Estaba ya buscando la mejor manera de romper conmigo?
Yo quería que me amara, que me apretara contra su pecho y que nunca me dejara marchar. Que ninguna de sus advertencias se cumpliera jamás.
¡Qué estúpida era!
–Solo quiero irme a casa –dije al borde de las lágrimas.
Jongdae me miró en silencio. A nuestro alrededor la gente disfrutaba de la fiesta, pero por un instante fue como si estuviéramos los dos solos, como en Penryth Hall.
–Muy bien –dijo finalmente.
Me tomó de la mano y me sacó de la mansión. Su chófer nos recogió en la puerta. Las calles de Londres estaban más oscuras de lo habitual. Había dejado de llover y el cielo estaba despejado. La noche era fría y silenciosa. Entramos en casa y él me detuvo cuando me disponía a subir la escalera.
–No te he dicho lo hermosa que estabas esta noche –me dijo, estrechándome en sus brazos.
El corazón empezó a latirme con fuerza.
–¿De verdad?
–La mujer más hermosa de la fiesta –tiró de mí y se enrolló uno de mis mechones en el dedo–. Me alegré cuando te fuiste a buscar una copa, porque los otros hombres estaban tonteando contigo tan descaradamente que tenía ganas de destrozarlos.
–¿Estaban tonteando conmigo? –no me había dado cuenta de nada.
Solo recordaba haberme aferrado al brazo de Jongdae como una idiota enmudecida.
–Cualquier hombre te desearía –me acarició el hombro y el cuello–. Eres la mujer más apetecible que he conocido.
–¿Más que la mujer a la que amabas en España? –le pregunté sin pensar.
Su mano se detuvo y me clavó la mirada de sus fríos ojos.
–¿Por qué lo dices?
Tragué saliva, pero ya no podía dar marcha atrás.

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Thunder - Chen
FanfictionÉl me había dejado muy claro lo único que podía darme, y yo, perdida en un arrebato de pasión ciega, lo había aceptado sin pensar en nada más. Le entregué mi corazón cuando él solo quería mi cuerpo.