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Apenas Erick le entrego su mano a Christopher, este le dirigió hasta su coche donde el mayor abrió su puerta para cerrarla luego de que el menor entrara en este.

Erick empezó a pellizcar su muslo por los nervios, pensando en mejor rechazar a Christopher y regresar a casa para evitar cualquier tipo de problema con su madre y consigo mismo. Erick ni si quiera sabía como las personas le tratarían. Pero lo que más le dejaba desconcertado era el simple hecho de que Christopher sea así con él.

Como es que un chico el cual conoció en poco tiempo esté interesado con él, que quiera invitarle a salir y peor; confundirle de tal manera. Una la cual Erick se confunde y no sabe lo que siente, se siente atrapado por un compromiso el cual él no quiere ser parte.

—No te lastimes Erick, quedaran marcas en tus piernas... —dijo Christopher apartando la mano del castaño de su muslo para que dejase de pellizcarse—todo saldrá bien, lo prometo. Ella no te hará nada, yo me encargaré de eso pequeño. —el mayor le sonrió y revolvió su cabello haciendo que Erick se empezara a sentir con confianza con este.

Erick se encogió en su asiento y solo asintió. Empezó a sentirse cómodo con la presencia del mayor, se dio cuenta que Christopher era una persona amigable a pesar de su edad y la diferencia entre ellos. Pero Erick se sintió una molestia, y todo por el simple hecho de ser un chico contrario a su compañero.

Erick siendo una persona callada, tímida e inocente con toda la extensión de la palabra, nada divertido aunque tierno y lindo. Pero Christopher, un chico apuesto, carismático, exitoso, caballeroso y maduro, o eso es lo que en verdad daba a pensar para conseguir su objetivo.

—¿Dónde quieres ir? Podemos ir a comer o solo caminar y hablar, todo lo que quieras lo haré por ti, solo dime. —Christopher estacionó en una parada de la calle y se volteo hacia Erick.

—Donde quieras... estará bien.

—Mmm abrieron una dulcería cerca de aquí, podríamos ir ¡Claro si tú quieres! —Christopher noto como los pequeños y lindos ojos de Erick empezaban a brillar con solo escuchar la palabra dulces, el mayor con solo observarle pudo percibir su respuesta claramente afirmativa.

El camino transcurrió en completo silencio, el mayor observaba a Erick de reojo y no podía dejar de sonreír al mirar los edificios los cuales habían cambiado demasiado después de tantos años, ahora gigantescos dando una sensación impresionante. Erick se sentía libre, como si la gran carga hubiera desaparecido de sus hombros al salir de esa gran fachada y poder admirar la belleza del exterior sin la necesidad de que su madre este tras el para que no se desviase de su camino.

Solo sintió como al auto se detuvo de repente, miro al mayor y este solo le sonrió y se bajo del auto para seguido ir a su puerta y abrirle a Erick.

Erick se sintió especial en ese momento.

Christopher tomo la mano de Erick, el menor lo sintió y trago en seco, le miro y sonrió levemente sin saber que decir ante el acto ya que el hacía lo mismo con Camila, ''Es algo normal'' pensaba Erick. Dejo ese tema a un lado y sin soltar sus manos los dos entraron a la gran tienda.

Todo era demasiado colorido, los niños corrían por todos los pasillos llenos de cientos de estanterías con diferentes tipos de categorías de dulces. A un lado de la tienda se encontraban juegos para niños y mesas cerca para que los padres de estos les vigilaran mientras platicaban o comían cerca de los juegos.

—¿Te gusta, pequeño? —Erick instintivamente asintió y le miro a los ojos con una hermosa sonrisa dibujada en su rostro—Toma todo lo que quieras, anda...

—Pero, yo no...

—El gasto no importa, Erick, toma todo lo que quieras. Yo me encargo de todo, solo diviértete. —el castaño sintió sus mejillas arder, apretó con fuerza la mano de Christopher—Te esperaré en uno de los asientos de ahí, solo dile a alguien que lleve tu compra a la caja y dile que a nombre de Christopher Vélez.

Matrimonio; ChriserickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora