Matrimonio; Chriserick

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Erick gruñó adormilado mientras fruncía su ceño y se quejaba al sentir un pequeño cuerpo saltando sobre él con fuerza sobre su estómago. Al abrir los ojos, vio a Santiago riendo y saltando sobre su cuerpo con su pijama de gatito y golpeando su pecho con su peluche.

El Pelinegro sonrió y detuvo a Santiago aprensándolo entre sus brazos y apegándolo a su pecho con fuerza—Buenos días pequeño travieso. —Santiago rió y besó la mejilla de su padre con cariño.

Otro día había empezado desde que Christopher se había ido a Inglaterra. Una semana y días de su despedida habían transcurrido y Erick aún no lograba acostumbrarse a despertar sin él calor del cuerpo de su esposo a su lado o los constantes olores a comida quemada proveniente de la cocina.

—Santi tene hambe. —ronroneó mientras jugaba con los cabellos Pelinegros de su padre y puchero con sus labios. Erick sonrió y se sentó en la orilla de la cama, al ponerse sus pantuflas tomó la manita de su hijo y caminaron juntos hacía el salón. Erick sentó a Santiago en el sofá y prendió el televisor en un canal cualquiera de caricaturas y aprovecho a ir a la cocina para preparar un biberón para Santiago.

Mientras se sentaba al lado de Santiago el cual ya tomaba entretenido su biberón mientras reía constantemente por las caricaturas. Los ojos de Erick se posaron en aquel sobre abierto sobre la mesita frente suyo.

Después de que había leído aquella carta y había sabido de las vistas de Christopher y Ana, había preferido pensar que su mente le hacia una muy mala jugada y únicamente como decía el sobre, los dos hacían negocios en sus reuniones. En ese momento estaba a punto de ir a aquella dirección a corroborar que Ana se encontraba trabajando o supervisando en aquella pastelería la cual el sobre mencionaba, quería saber qué hacía Ana allí, o mejor dicho, qué hacía Ana en USA y por qué no había vuelto a su país. Pero a pesar de todo, prefirió dejarlo a un lado y mejor regresar a su hogar.

Tomó la carta entre sus dedos y miró la dirección una vez más.

No iba a negar que la curiosidad le mataba y sentía la necesidad de ir a aquella dirección.

Erick miró la hora y bufó al notar como ya no era tan temprano como parecía, siendo a rededor de las once de la mañana. Al bajar la mirada en su pantalla, sonrió y sintió su corazón latir con fuerza al ver decenas de mensajes en su celular de Christopher y lindos mensajes deseándole un buen día y diciéndole cuanto le amaba.

Erick tomó su celular y marcó al número de Christopher con una linda sonrisa dibujada en su rostro. No podía evitar sentirse un completo tonto enamorado apenas escuchaba la voz de su esposo al otro lado de la línea.

Realmente le extrañaba.

—Buenos días Amor. —Erick se levantó del sofá y caminó hacia la cocina.

—No sé hace cuanto te levantaste pero, buenos días Chris. —se escuchó una delicada risa a través de la línea.

—Voy en el auto a una reunión con algunas empresas, veré si puedo hacer negocios y levantar de nuevo la empresa. —Erick sonrió—¿Cómo está todo por allá? Me dijo mi madre que Santiago se ha estado quedando en su casa.

—Sí, Ally tiene problemas familiares y preferí darle algunos días para que esté con su familia. Iba a contratar otra niñera temporalmente pero Santiago lloraba por Ally así que preferí dejarlo con tu madre, con la mía también podría pero pasó algo hace unos días y no me gust-

—¿Qué pasó con tu madre, Erick? —preguntó el castaño en tono serio.

—Nada, no es algo con importancia, en serio. —trató de convencerle—Dejemos este tema y mejor dime, ¿Cómo está avanzando todo en ésta semana? Te extraño tanto que cuento cada día que pasa, es realmente una tortura.