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La cabeza de Erick dolía levemente al igual que su cuerpo. Recordaba un poco de lo que le había ocurrido la noche anterior, o en realidad únicamente recordaba a Christopher enojado sacándole de aquel bar y como es que el dolor de cuerpo había sido provocado, algo lo cual le hizo sonreír al recordar.

Erick miró a su lado, encontrando la cama vacía, únicamente con su cuerpo sobre ella. Quitó las sabanas sobre su cuerpo y se levantó sin ganas de ella, para luego ir al baño para bañarse ya que se había quedado dormido después de aquella tan intensa noche. Se miró al espejo y sonrió al ver como la gran camiseta de su esposo quedaba perfecta sobre su cuerpo, algo lo cual supuso que Christopher le había colocado en la noche sin que se diera cuenta. Abultó sus labios y llevó sus dedos a su cuello y clavículas donde permanecían variadas marcas rojas y hasta moradas sobre la piel, por lo que decidió usar algún suéter con cuello de tortuga para que ninguno en la universidad lograra ver las marcas. Observó cómo su cabello era un completo desastre, al igual que su rostro el cual no se veía agraciado con sus ojos con leves ojeras y sus labios aun hinchados. Prefirió quitarse la camisa y entrar a la ducha, en donde disfrutó del agua tibia recorrer su cuerpo y la suave esponja acariciarle. Después de todo no quería salir de aquella manera al salón y posiblemente encontrarse con su hijo y traumarle al verle en aquella condición.

Luego de tomar la larga ducha, Erick optó por colocar su pijama y salir de la habitación. Apenas cerró la puerta de su habitación, captó un delicioso aroma a panqueques proveniente de la cocina el cual le hizo casi correr donde la raíz del aroma y confirmar quien era el creador de aquella belleza.

Sus ojos se agrandaron al ver a Christopher de espaldas y maldiciendo al momento de que había tocado la parrilla y se había quemado. Erick rió y se acercó a él mientras en el camino tomaba una bolsa de hielos del refrigerador.

—¿Cuántas veces te he dicho que uses la espátula cuando cocines en la parrilla? —le regañó burlón mientras se paraba de puntitas y besaba de manera delicada los labios del más alto—Buenos días. —Christopher sonrió y devolvió la vista hacia los paquees y buscaba la espátula para entregársela a Erick.

—Algún día aprenderé a hacer algo bien y podré ser productivo en tu vida. —Erick negó y rió risueño mientras sacaba el pan del fuego.

—A todo esto, no he visto a Santiago. ¿Dónde está? No lo habrás dejado encerrado con llave en su habitación. —preguntó incrédulo cruzándose de brazos y mirando a Christopher el cual se acomodaba la camisa blanca y caminaba por la cocina en busca de agua.

—Ayer cuando fui a buscarte le llamé a Camila para que pasara a buscar a Santi por una emergencia, luego mientras regresaba contigo a casa ella me respondió d que ya estaban en su casa.

El timbre sonó y se escuchó un llamado en voz alta de Camila desde fuera de la puerta. Erick corrió hacia a puerta dejando a Christopher encargado de la cocina y apenas abrió la puerta, un pequeño Santiago con lágrimas en sus ojos se lanzó a sus brazos. Santiago tenía su pijama de tigres y su peluche "Rocky" entre sus manitas y limpiando sus lagrimas con sus puños. Erick miró a Sun confundido y esta solo suspiró.

—Temo lo hizo llorar, mientras jugaban en la habitación y Santi corría, Temo se tropezó con él y empezó a llorar. Ya pasó más de media hora llorando y no deja de repetir "Temo malo", supongo que está resentido. —Erick sonrió levemente y cargó a su hijo el cual había escondido su rostro entre su cuello mientras sollozaba y se ahogaba por segundos—Temo se quedó intranquilo en casa, sabes la obsesión que tiene con Santiago y si le deja de hablar es posible de hasta secuestrarlo para poder pedirle perdón y volver a ser amigos.

—Gracias por traerlo a casa Cami. —respondió mientras limpiaba las lágrimas de Santiago con sus pulgares—Dile a Temo que yo me encargaré de Santi.

Matrimonio; ChriserickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora