[16 de Agosto, 8 meses]
Christopher caminaba por la sala de espera en el hospital completamente preocupado y esperando ver a algún doctor que le dijera lo que le pasaba a Erick y si estaba bien, pero nadie le quería decir, todos los doctores le ignoraban o le decían cosas como "Tranquilícese, estará bien".
Christopher tenía miedo, mucho.
Todo comenzó con la llegada de Erick un día antes al hospital. Erick ya había cumplido los ocho meses de embarazo y eso significaba el internarlo por un mes entero –antes de que naciera el bebé- para llevar su control y ser cuidadosos de no tener un aborto por cualquier razón.
"Cada cuatro de diez hombres salen del hospital con sus bebés en brazos y completamente sanos", le había dicho el doctor a Christopher, y eso le había hecho volverse un completo paranoico respecto a su esposo y a su bebé.
Antes de llevarlo al hospital Erick ya había empezado a tener dolores de espalda y dolores en su vientre, eran soportables pero peligrosos. Christopher ya había hablado con Noemí para saber que podría estar pasando, y esta únicamente le había dicho que le llevara al médico ya que el tiempo pasaba volando y si había un problema debía combatirse lo antes posible.
Y sí, Erick tenía un problema. Al parecer las vitaminas que tomaba habían dejado de funcionarle, al igual que los sueros que tomaba e inyectaban, y gracias a eso, Erick se había desmayado horas antes.
Christopher visualizó a otro médico mirando su lista y frunciendo el ceño como sí buscara algo y no lo encontrara, entonces sonrío y alzo la mirada para luego mirar a Christopher y sonreírle de forma triste y cansada. El castaño se acercó al doctor con rapidez para esperar una respuesta.
—¿Señor Vélez? —Christopher asintió—Bien, perdón por hacerle esperar pero tuvimos que hacerle algunos estudios y también debimos esperar a que Erick despertara, al parecer está muy débil y no tiene apetito, eso debería preocuparnos ya que si las vitaminas dejaron de hacerle efecto al menos debe alimentarse correctamente.
—Necesito verlo, yo haré que coma, solo déjeme verlo. —el doctor hizo una mueca extraña y miró su reloj.
—Aun no es tiempo de visita pero le dejaré verle un rato, es necesario que se alimente y si usted puede hacer que aquello pase, entonces vale la pena. —Christopher asintió y siguió al doctor hacia la nueva habitación de Erick.
El castaño sonrió al ver a Erick despierto y mirando la televisión riendo levemente mientras veía las caricaturas de la pantalla, lamentablemente su sonrisa se borró al ver a su menor con sueros intravenosos en su piel y su piel un poco pálida.
El pelinegro al notar su presencia esbozó una gran sonrisa y extendió los brazos hacia el más alto en busca de un abrazo, uno el cual no tardo en accionarse. Christopher acarició su cabello y depositó un beso sobre su frente.
—Me dijo el doctor que no quieres comer, ¿Es eso cierto? —preguntó sin ser brusco y sin dejar de acariciar su cabello.
—Sí... es que no tengo apetito.
—Vamos, eres Erick Colón. Mira, tienes que comer para que Santi esté bien cuando nazca, al igual que tu cuando todo esto pase. —se alejó y tomó un tazón con verduras y la acercó a Erick—Vamos, tienes que comer.
—No quiero. —se negó apartando el rostro y alejando el tazón con sus manos.
—Haré lo que quieras si comes todas tus comidas. —el pelinegro entrecerró sus ojos y frunció el ceño—Lo prometo.
—¿Qué pasa si no lo cumples? —Erick enarcó una ceja.
—Me pones uno de esos crueles castigos tuyos. —el pelinegro sonrió lascivo y asintió.
—Voy a creerte. Dame eso. —murmuró arrebatando el tazón y empezando a comer los vegetales. Christopher sonrió victorioso y se levantó del sofá al lado de la camilla.
—Christopher, ¿Podemos hablar? —el doctor llamó al castaño con cuidado de no llamar mucho la atención de Erick. Este asintió y caminó junto con el doctor hacia lo que parecía una pequeña oficina al lado de la habitación. Tomaron asiento en sus respectivos lugares y se colocaron serios—Quiero hablarte sobre Erick y su estado de salud. Los dos sabemos que Erick es un joven muy fuerte y sano, pero se nos están complicando las cosas respecto a ello. Lo que menos queremos es que Erick tenga un aborto en estos momentos o el bebé tenga alguna enfermedad al nacer, por eso debemos cuidarlo como es debido.
Christopher apretó los puños y asintió—Solo dígame que debo hacer y sin falta lo hago.
—Perfecto. Primero debemos prohibir que se levante de la camilla a pesar que sea para tomar una ducha o necesidades, estará todo este tiempo en completo cuidado, deberá comer cosas sanas, ninguna chatarra, también deberá estar relajado, ninguna mala noticia a su persona, no puede ni siquiera saber que está pasando con su salud o la del bebé. —Christopher asintió—Y por cierto, Erick es probable que el bebé nazca antes de la fecha prevista; suele ser muy común en los hombres.
—Entiendo... Muchas gracias por todo, lo cuidaré como si mi vida dependiese de ello. —los dos hombres se despidieron con una cálida sonrisa y se retiraron por sus partes. Christopher aprovechó a tomar su celular y leer los mensajes recibidos, entre los cuales había recibido uno de una persona la cual había olvidado en todo ese tiempo.
Ana.
El mensaje decía un claro, "Llámame" así que eso hizo.
—Ana, ¿Cómo estás?
—¡Christopher! Tengo todo el día llamándote y no contestas. Estoy bien, supongo. —respondió la chica por la línea.
—Perdón, hace unos días interné a Erick en el hospital y tiene algunas complicaciones. Me voy a volver loco con todo este tema.
—Espero todo se mejoré, realmente me gustaría ir a ver a Erick, se ha de ver realmente hermoso con el embarazo. —comentó con un tono triste en su voz—Supongo que él y tú ya están casados, ¿No?
—Así es, al final cambié de opinión.
—¿Estas arrepentido?
—Para nada, en cambio, estoy orgulloso con mi decisión.
—Me alegra, Christopher.
Un silencio incomodo inundó la llamada.
—Ana, ven a Estados Unidos. —la mencionada se asombró y negó a pesar de que el castaño no la viera.
—¿Estas demente? Christopher, estás casado y Erick me ha de odiar por lo que le dije cuando nos conocimos. Además, trato de olvidarte y me pides esto, Christopher Vélez, estás realmente demente.
—Necesito a una amiga a mi lado, quiero que las cosas sean como antes Ana, quiero que seamos los mismos mejores amigos de la secundaria, ¿Recuerdas? —la chica rió mientras recordaba todo—Ana la rarita junto con Christopher el cerebrito, vaya dúo el nuestro.
—Sabes que, está bien, ser la Ana rarita junto con Christopher el cerebrito de nuevo es algo lo cual me tienta mucho. —los dos rieron—¿Entonces te veo luego?
—Claro. —se despidieron y colgaron. Christopher sonrió al recordar sus tiempos de Secundaria donde todo estaba bien con él y con Ana, donde lo único que existía en sus vidas era hermandad y confianza.
Aunque la historia había cambiado, Christopher no podía olvidar aquellos momentos con la chica.
Caminó por los pasillos y miró a Erick por la gran ventana fuera de su habitación. Le encantaba verlo reír mientras comía ya que sus mejillas se encontraban repletas de comida y le hacía parecer como una linda ardillita, más cuando trataba de no escupir la comida al reír; Erick siempre había sido un chico completamente único ante los ojos del mayor.
Erick captó la mirada de Christopher a través del cristal, tragó todo y sonrió mientras extendía de nuevo los brazos en llamado para un abrazo, a lo que claramente Christopher no negó y corrió a accionar una vez más.
Erick era como un niño el cual necesitaba ser mimado, uno el cual necesitaba del calor de Christopher, aquel hombre el cual era el típico príncipe perfecto de las películas infantiles.
Su príncipe perfecto.
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Matrimonio; Chriserick
Romansa❝Erick sólo quería ser amado.❞ nota: esta historia no es mía, todos los créditos a @nattxn, tengo su permiso para hacer la adaptación. ⇢ Christopher top ⇢ Erick bottom ⇢ m-preg - embarazo masculino ⇢ Adaptación