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[23 de Mayo, 3-4 meses]

Temo gritaba por toda la casa con su voz chillona y aguda la cual empezaba a cansarse. Yoandri solo reía tendido en el sofá y disfrutando del show que Temo le regalaba al encontrarse persiguiendo a Erick por el salón, ya que no quería tomar sus vitaminas y no quería estar más tiempo acostado en su cama ya que se la pasaba todo el día gritando desde su habitación la frase de: "Quiero jugar" ya que claramente nadie se lo permitía.

—Camila vendrá dentro de unos cuantos minutos y si no has tomado tus vitaminas y estas en cama me va a asesinar. ¡Te lo ruego Erick! —Temo se sentó en el suelo con los brazos cruzados y simulando llorar, lo cual llamó la atención de Erick y lo hizo parar de correr.

—No quiero tomar las vitaminas y no quiero volver a la cama. —el castaño hizo un leve puchero y apretó sus puños—Las vitaminas saben feo, y tu habías dicho que sabían a chocolate, no las tomare porque Temo me mintió.

—¡Erick!

Todo fue interrumpido por el teléfono principal que empezó a sonar, Erick corrió hacia él y respondió con emoción apenas vio el número telefónico que marcaba la pantalla del mismo. Aquel número telefónico era el de Richard el cual ya le había llamado alrededor de cuatro veces en ese mismo día.

Ya había pasado un mes y medio desde que las cosas se habían calmado. Su madre lo ignoraba como antes y se dejaba atender por él, Camila siempre estaba con el apenas salía del colegio, Temo se había cambiado de clases a las de tarde para poder encargarse de Erick por las mañanas ya que era un chico muy terco y todos los días podía estar en peligro con una madre como la suya, ya que lamentablemente seguía siendo la misma mujer desgraciada de cuando el pequeño Erick tan solo era un niño.

Por otro lado, Zabdiel había hablado a fondo con su hermano menor el cual parecía estar más que interesado en Erick. Aun no le contaba sobre el embarazo del castaño, únicamente le había dicho que estaba en temporadas de depresión y necesitaba que él le hiciera feliz a pesar de todo, hasta el punto de -si Richard lo deseaba- enamorarle y ser algo más que amigos; algo lo cual Richard sin rechistar estaba dispuesto a hacer.

Lamentablemente, Richard llevaba esos meses muy ocupado ya que ingresaría a una institución privilegiada y necesitaba prepararse por completo para poder ingresar, por lo cual únicamente llamaba a Erick a su casa todos los tiempos libres de su día para poder saber cómo se encontraba y contarle sobre su día. Erick apenas había recibido de nuevo las llamadas de su amigo, se había puesto más que feliz, siempre sonreía y olvidaba la estadía de su madre en aquella casa.

Erick se sentía a gradecido por tener a una persona como Richard en su vida.

—Mucha suerte en el examen. —dijo Erick con ternura y timidez—Ya quiero que sea mañana y poder vernos...

—Pienso lo mismo Erick, estoy muy feliz de poder verte de nuevo después de tanto tiempo. —se escuchó un suspiro a través de la línea—Solo falta el bloque frente mío y será mi turno de presentar el examen, están temblando mis manos. —rió al igual que Erick.

—Lograrás entrar, ya verás.

—Eso espero. Muchas gracias Erick, cuídate. Nos vemos mañana, espérame porque te secuestraré por todo el día, tenlo por seguro.

—Lo tendré en cuenta. -rió tímido—Adiós, Richard. —se cortó la llamada y Erick suspiro de felicidad mientras apresaba el teléfono contra su pecho.

Erick no iba a negarlo. No sabía el por qué el hablar con aquel chico le emocionaba tanto, hacía que su corazón bailara de la emoción al escuchar el tono de aquel teléfono, hasta el punto de que se impresionaba de lo rápido que era al tomar la llamada con el miedo de no contestar a tiempo. Richard se había vuelto un gran amigo para él, uno el cual le hacía olvidarse de su cruda realidad y le introducía de nuevo a aquel mundo el cual había desaparecido apenas Christopher había desaparecido de su vida; uno el cual el hacia delirar y comprarlo con Christopher por alguna razón.

Matrimonio; ChriserickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora