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Erick pasó con delicadeza su bálsamo de durazno por sus labios haciendo que estos resaltaran más y brillaran levemente. Con sus dedos acomodó sus cabellos y deslizó la bata blanca por completo quedando completamente desnudo. Observó su cuerpo con una leve sonrisa al notar como por primera vez en tantos años su piel se encontraba completamente limpia y sin rastro de algún golpe, sus clavículas se marcan y sus lunares resaltan en su  suave piel.

El castaño solo podría repetir ''gracias'' en su mente con la figura de Christopher en ella. Erick soñaba con él, pensaba en él y preguntaba por él, como si el pequeño estuviera enamorado de  Christopher. Erick amaba abrazarlo y asentir su aroma tan varonil inundando sus fosas nasales, amaba besar su mejilla para así poder sentirlas cuando sonríe o lo cursi que Christopher llegaba a ser con él.

Erick estaba cayendo en las redes de Christopher.

Erick no sabe que es estar enamorado.

Erick quiere entregar su corazón a Christopher, por qué él ha deja todas sus esperanzas en él. Erick piensa que él le sacará de ahí, que le dará una mejor vida y le hará sentir completo.

Ya era tarde, sus ojos pesaban y bostezos se escapaban de sus labios. Con sus manos restregó sus ojos y empezó a bajar las escaleras mientras se tambaleaba por el sueño. Vio como sus padres se encontraban ya en la mesa platicando con energía riendo y tomando una copa de vino, los adultos al mirar a su hijo guardaron silencio y se colocaron serios al instante.

Erick se sintió rechazado en ese momento.

—Buenas noches... —murmuro en voz baja para luego tomar asiento al frente de sus padres.

—Buenas noches hijo, ¿Podrías esperar un rato para cenar? —dijo el señor Erito con una sonrisa. Su esposa le mirí confundida al igual que Erick ya que no esperaban ninguna visita—Hoy nos acompañara el hijo de los Vélez a cenar y sería de mal gusto empezar sin el invitado.

—¿Christopher? —la Señora Daysi se alteró y miró con completo asombro a su esposo. Erick bajó la mirada y sonrió al escuchar aquel nombre que tanta tranquilidad le causaba—Pero él no pued...

El timbre sonó llamando la atención de los tres presentes en la mesa, Erick se levantó y se dirigió a su padre—Yo le abriré. —dijo con nerviosismo para dirigirse a la puerta.

Erick no pudo evitarlo, apenas giro la perilla y visualizo a Christopher este se lanzó a abrazarle. El mayor sonrió al instante y le correspondió, admirando como los pequeños brazos de Erick le rodeaban la cintura y su rostro se ocultaba en su pecho—Buenas noches conejito. —susurro en su oído mientras acariciaba con dulzura su cabello castaño.

—No viniste a verme hoy, te extrañe. —murmuro tímido y ocultando un gran sonrojo en el pecho de Christopher aun sin separarse.

—Lo siento pequeño, la empresa me necesitaba pero ya estoy aquí. —Erick sintió como Christopher besaba su frente con dulzura mientras el asentía tímido.

—¡¿Por qué tardas tanto, Erick? —se escuchó una voz femenina dentro de la casa por lo que Erick se separó Christopher con rapidez con el miedo de que su madre los viese así. Christopher revolvió su cabello y entro junto con el menor el cual le acompañó donde todos se encontraban—Erick, ¿Podrías irte a tu habitación? Luego te llevaré la cena si así lo deseas. —soltó mirando a la pareja que entraba en el gran comedor.

—Yo... q-que tengan buena noche. —hizo una leve inclinación a punto de salir de ahí. Christopher tomo su mano y le detuvo. Contuvo las ganas de reír al ver la reacción de la mujer frente ellos. 

—Vamos, él no tiene por qué irse. Que se quede, ¿No cree señor Erito? —miro burlón a la madre de Erick, esta fruncía el ceño y golpeaba la mesa con sus dedos tratando de tranquilizarse.

Matrimonio; ChriserickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora