IX: Catarsis

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Me arrastraba por el fino suelo de madera del apartamento, sintiendo el dolor y la sangre correr en hilillos por mis labios hasta la terminación de mi mentón; ardía como el mismo infierno, y dolía como una tortura de los tiempos antiguos. Pierce reía viéndome en mi mísero sufrimiento, respiraba con dificultad total.

Y pensé, por un instante, que iba a morir de la misma forma que mi madre.

—Maldita zorra. –Escupió aún de pie junto a mí, pero pude escuchar sus pesados pasos dirigirse a la puerta del apartamento.

Saliendo de allí. Fue entonces que respiré con alivio e intenté ponerme de pie.

—J-joder... –Siseé apretando los labios al sentir el dolor azotarme como un látigo filoso. Jadeé en busca de alivio, pero no lo tenía.

Necesitaba sacar todo, necesitaba explotar de una vez por todas antes de que me consumiera todo lo que estaba abarcándome, por lo que di el grito más fuerte que haya podido emitir en toda mi existencia. Era un grito a voz en cuello, un grito completamente agonizante y colérico.

Un grito de rabia contenida.

—Maldito seas, ¡maldito Pierce Benson! –Grité con las manos sosteniendo mis cabellos y halándolos un poco.

Deslicé lentamente mi espalda por la pared de la sala, abrazando mis rodillas mientras mi cuerpo sufría aún los temblores del dolor y la ira que sentía; jamás pensé desear tanto la muerte de alguien, siempre me parecía una inmadurez desearle algo así a tu peor enemigo.

Pero, ¿cómo podías evitarlo, si el enemigo estaba dentro de tu propia casa? Eso era algo que no tenía respuesta para mí.

Haeri🌞: ¡Kaya! Necesito que me digas que estás bien, mi espíritu se turbó de repente y quiero saber si estás bien. Estoy saliendo del servicio y Seokjungie oppa va a llevarme a tu residencia ahora mismo.

El mensaje de Haeri relucía en mi pantalla, y quise resoplar ante la idea de tenerla aquí, tal vez fue una mala idea darle una copia de la tarjeta de acceso del apartamento, pero quizá muy en el fondo de mi ser... lo hice porque presentía que podría morir a manos de mi padre en cualquier momento.

Era un miedo constante, de que su peor ira apareciera y acabara conmigo de una vez, aunque tal vez eso sería mucho mejor para mí.

Yo: Como quieras.

Reposé mi cabeza en la pared detrás mío, con la mirada perdida en el blanco techo de la vivienda, pensando una y otra vez en el pasado. Mi padre en un principio era amoroso, cuando nací y cuando cumplí cuatro años lo era, pero cambió drásticamente cuando su paladar probó el desgraciado alcohol por primera vez en su vida.

Se volvió un jodido adicto a él, y mostró su verdadera personalidad al hacerlo. Y mi madre y yo fuimos sus objetivos certeros para descargarla toda.

𝖘𝖙𝖔𝖓𝖊 𝖍𝖊𝖆𝖗𝖙 💙 novela cristianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora