XIII: Casi un desliz

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La puerta del apartamento se abrió luego de que introdujera la tarjeta de acceso, el silencio era tenso y cortante para ambos desde que Kaya se había, prácticamente, quebrado frente a mí; en mis silencios dentro del aula, me tomaba la libertad de analizar a mis compañeros de clase y ella, era la más resaltante.

Tal vez por el mero hecho de que tuviera la inexpresividad grabada en sus facciones todo el tiempo, y pensaba ser el único con tal cara.

—Pasa. –Mi voz estaba más ronca de lo normal, debido al cambio brusco de temperatura.

Ella asintió levemente, entrando al interior del apartamento sin mediar palabra alguna. Dejé las llaves de Hyesuk sobre la mesa de café en medio de la sala, Kaya me miró por encima de su hombro, observando mis movimientos con atención.

—Dormirás en mi habitación, Suk está en la de huéspedes así que... tú irás a mi habitación, yo dormiré en el sofá. –Sentencié rascando mi nuca, con cierto desgano debido al jodido sueño que me abarcaba.– te buscaré algo para que puedas dormir.

—Gracias, y perdona todo este embrollo, sunbae. –Hizo una perfecta reverencia hacia mí, y era gracioso viniendo de ella ya que era occidental.

Sacudí mi cabeza, restándole importancia a la situación.— Sin problemas. Espera aquí.

Di media vuelta para comenzar a caminar en dirección a mi habitación, los potentes ronquidos de Hyesuk llegaron incluso hasta el pasillo, grandioso. Al entrar fui directamente a los cajones donde guardaba mi ropa, y busqué un hoodie negro y unos shorts de verano que ya me quedaban pequeños.

Al tener todo a la mano, regresé hasta la sala donde ahora Kaya miraba fijamente el panorama de Seúl nocturno, carraspeé un poco para llamar su atención.

—Ten, puedes cambiarte en mi habitación. –Le extendí la ropa hasta depositarla en sus manos, y ella asintió en forma de agradecimiento.– buenas noches.

—Gracias, otra vez... y buenas noches.

Lo admito, que sonriera minúsculamente hacia mí me hizo sentirme raro, muy extraño viniendo de ella ya que, tampoco sonreía muy seguido o casi nunca en realidad.

Asentí, desviando la mirada con seriedad.— Sí, como sea... ya ve a dormir.

Y ella acató mis palabras, caminando con cautela hasta la que era mi habitación, volvió a mirarme sobre su hombro y con ello se encerró finalmente. Pasé las manos por mi rostro, soltando un suspiro exhausto debido a todo lo sucedido en ése día.

Por lo que solo me tiré en el sofá negro, tomé la manta que estaba debajo de uno de los cojines y me cubrí a medio cuerpo con ella.

Y no supe de nada más, ya que caí en un sueño profundo.

Y no supe de nada más, ya que caí en un sueño profundo

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«¡Eres un bueno para nada

«Tu hermano mayor es el mejor abogado de Daegu, y pronto de Seúl, ¿cuándo vas a ser como él

Maldición.

—Jódanse todos. –Mascullé al haberme despertado en medio de la madrugada, gracias a los jodidos gritos de mis padres con sus reproches.

Pasé las manos por mi rostro mientras pensaba en todo el caos mental que tenía, entonces, el piano de cola negro que descansaba frente a la vista panorámica del apartamento captó mi atención.

Por lo que me levanté, y caminé arrastrando la planta de mis pies hacia él; mi mano se deslizó lentamente por las teclas, sintiendo la textura lisa de ellas en mis dedos. Amaba ese piano, fue la mejor inversión que pude haber hecho hacía años.

Tomé asiento en el taburete, y mis dedos tocaron teclas al azahar hasta que se decidieron por tocar la pieza de Beethoven «Sonata Claro de Luna». Mis párpados se cerraron, mientras dejaba que la melodía embriagara mi canal auditivo; el piano me salvó muchas veces del dolor, de la agonía, de la rabia contenida por la mierda de vida que me había tocado.

No fue hasta que sentí un peso sentarse junto a mí, que me hizo abrir los ojos otra vez. Kaya estaba allí, con la mirada clavada en las teclas del piano.

Verla con mi ropa puesta era extraño, la última chica que usó mi ropa al quedarse en mi apartamento fue mi ex, del resto ninguna se quedaba.

—Aunque la pieza de por sí es melancólica, tú pudiste profundizarla aún más. –Fue lo único que salió de sus labios en esos momentos.

Yo mantuve mi vista en mi manos sobre las teclas, pensando en muchas cosas del pasado.— Gracias, supongo.

El silencio volvió a reinar, como si las palabras no fueran necesarias en esos instantes. Pero de igual forma, hablé.

—¿Por qué estás despierta? –Esta vez, sí la miré fijamente por debajo de mi flequillo.

La vi encogerse de hombros.— Lo mismo que tú, pesadillas, fragmentos dolorosos del pasado.

Y me observó, haciendo que sintiera esa rara sensación de cuando me sonrió hacía unas horas atrás.

—En eso, sunbae, nos parecemos.

No sé si era la calefacción, tampoco sabía con exactitud si era el agradable silencio que compartíamos en las penumbras de la sala. Solo sé que estábamos muy cerca, y que mi mano se dirigió a la herida de su labio inferior, tocándola con mi pulgar.

—Cubres esto... pero a él no le pones un alto. –Susurré, enronquecido más de lo normal.

Y pensé, por un jodido instante pensé en besarla ya que, estábamos más cerca que antes.

Pero me alejé.

Carraspeé levemente, viéndola observarme con neutralidad, y podía pensar que había algo de decepción en sus ojos.

—Volveré al sofá. Duerme bien.

Y la oí levantarse, dirigiéndose de nuevo a mi habitación. Tomé asiento en el sofá y pasé las manos por mi rostro, pensando en la gran estupidez que pude haber cometido.

Casi hubiera sido un desliz.

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¡Dios les bendiga!

𝖘𝖙𝖔𝖓𝖊 𝖍𝖊𝖆𝖗𝖙 💙 novela cristianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora