XXI: Entre trastornos y adicciones

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Supe que ella estaba bien, que ella había dado un paso significativo en su vida y su progenitor había sido extraditado a USA para cumplir su condena, me dejaba un poco tranquilo que ese hombre ya no iba a lastimarla nunca más.

Pero yo, me volví en recluso en mi habitación, las colillas usadas de cigarrillos se hallaban desparramadas en el piso junto a la cama, y no tenía nada de intenciones de levantarlas.

Mi situación emocional y mental se había agravado, lo sabía bien porque estaba en aquel punto de quiebre que viví varias veces a lo largo de estos años; Hyesuk llamaba y yo no contestaba, el equipo de basketball llamaba y tampoco les contestaba. Incluso Seokjung hyung, pero a él menos que menos.

Solo quería hundirme en mi maldita miseria yo solo.

Y con el recuerdo del rostro de Kaya en mis memorias, la noche que estuvimos juntos repitiéndose una y otra vez como un CD rayado, martirizándome como un completo imbécil despechado.

Tsk, era ridículo.

—Al menos eres feliz. –Murmuré roncamente, dando otra calada al cigarrillo entre mis dedos.

Y en eso, escuché el timbre de la puerta sonar en todo el lugar, causándome una jaqueca por el irritante sonido. Si fuera Hyesuk, ya hubiera entrado con su llave, pero al haberle prohibido de que viniera dudaba que fuera él; tampoco pensaba que era Kaya, era una cristiana ahora y no debería estarme buscando.

Solo voy a hundirla de nuevo.

Pero, el timbre continuó sonando, y ya con cierta molestia me levanté del suelo para ir hasta la puerta, y mandar a la mierda a quién sea que hubiera venido.

—Hyung... –Mascullé al abrirla, tratándose de Bae Seokjung al otro lado.

Este me miró pasmado, de seguro por el asqueroso aspecto de hombre con insomnio, apestando a cigarro y más delgado que de costumbre.

—Yoonsuk-ah... ¿qué estás haciendo con tu propia vida? –Preguntó preocupado, como si fuese un hermano mayor.

Pensé en Yoonjae, y en lo muy distante que ha sido conmigo, y en parte era por mi culpa. Chasqueé la lengua sin responder, y le dejé pesar al apartamento para saber qué tenía que decirme.

Lo que sí sabía, es que Dios estaría en medio de la conversación.

Estuvimos en un largo silencio en aquella sala, yo estaba sentado en el sofá pequeño frente a él mientras que él ocupaba el sofá grande; tenía una expresión serena, comprensiva y preocupada en su rostro mientras me examinaba callado

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Estuvimos en un largo silencio en aquella sala, yo estaba sentado en el sofá pequeño frente a él mientras que él ocupaba el sofá grande; tenía una expresión serena, comprensiva y preocupada en su rostro mientras me examinaba callado.

Me sentía raro, como si no fuese solo él quien me veía de esa forma.

—He venido no porque me lo pidió Hyesuk, o Kaya o cualquier otro que te conozco. Vine porque sentí en el espíritu que necesitabas a alguien, alguien que ama tu alma. –Fue lo primero que soltó durante todo ese silencio sepulcral.

Apreté la mandíbula, donde mi flequillo cubría parte de mis ojos inyectados en sangre.— ¿Amar mi alma? ¿Hablas de Dios?

Me parecía gracioso, no porque me burlara de él, sino por el hecho increíble de que alguien como Dios pudiese amar la basura que era mi alma, negra como una fruta podrida de semanas. Seokjung asintió, y soltó otro suspiro.

—Sé que tienes muchas cosas acumuladas dentro de ti, cosas que te hacen creer que eres una basura, que no mereces ser amado ni ser feliz. Pero, por ese tipo de personas, es que Cristo murió en aquella cruz, por nosotros. –Comentó sin apartar su mirada de mi persona, y aclaró su garganta.– Yoonsuk-ah, tus demonios y todo lo que te está hundiendo, pueden ser expulsados y tú al fin tendrás paz.

Sus palabras me hacían querer creerlas, pero estaba tan hundido en la miseria que me era difícil pensar en positivo, los trastornos que tenía eran algo que cargaba todos estos años, y me destrozaba decir que la música ya no me estaba ayudando en esos momentos.

No respondí, no quise hacerlo porque nada iba a salir de mi boca, cuando se trataba de Dios y esas cosas realmente no sabía qué decir o hacer. Seokjung se levantó del sofá, sacando algo de su mochila porque supuse que vino de la universidad hasta mi residencia.

Y me extendió un libro de tapa negra, con símbolos hangul en dorado que decían «Santa Biblia», y lo tomé algo dudoso.

—Lee Juan capítulo tres, verso dieciséis, y todos los evangelios, puedes buscar por internet referencias para entenderlo mejor. Cualquier cosa, siéntete libre de llamarme y preguntarme lo que quieras. –Sonrió suavemente, caminando hasta la puerta.

Y lo escuché irse, mientras que yo observaba fijamente aquel libro entre mis manos, dubitativo.

Supongo, que debería de intentarlo... ¿verdad?

Disculpen la tardanza! Faltan ya dos caps para terminar y el epílogo skfkkdkfd 🤭 comenten y voten!

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¡Dios les bendiga!

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