XX: Liberación

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Una pradera, flores de diferentes especies y colores.

Una pequeña de cabellos como la noche, corriendo entre aquellos campos florales con una risa de alegría, y un hombre de ropas brillantes y blancas inmaculadas que jugaba con ella. Un sueño perfecto, una vista espléndida.

No se sentía el dolor, ¿por qué? ¿A dónde estaba el dolor y el sufrimiento?

El hombre, extendió su mano hacia la niña para que la tomase, y notó un orificio en la muñeca masculina, producto de haber sido clavado con algo en aquella área. Se agachó a la misma altura de la niña, y le dedicó la sonrisa más hermosa y brillante que jamás había presenciado.

Él era acendrado, desprendía amor y una agradable sensación.

—Mi querida Kaya, ¿dejarías que yo entre a tu vida, y te haga feliz como lo eres ahora?

Entonces desperté, percibí el aroma de ácido clorhídrico junto a medicamentos de los cuales, desconocía su nombre por completo; la luz blanca incandescente chocaba contra mi rostro, y eso ocasionó que parpadeara varias veces para poder adaptarme. Por la estructura de aquella habitación, me parecía estar internada en un hospital.

Y lo confirmé al ver una vía introducida en mis venas, donde el transparente líquido entraba con parsimonia por el torrente sanguíneo; me sentía adolorida, tanto en el cuello como en el abdomen.

—Ugh... ¿quién era el de mi sueño? –Susurré en un hilo de voz, confundida ante aquel sueño extraño.

Incluso, llevé mi mano libre a una de mis mejillas, comprobando el resto poco húmedo de lágrimas en ella, estaba segura que había llorado mientras estaba soñando; jamás había tenido un sueño como ese, siempre había tenido pesadillas desde la muerte de mamá y el maltrato de Pierce.

Y ahora... tenía un sueño donde era feliz.

Feliz...

—¡Kaya-sshi!

El grito de alivio y alegría de Haeri me hizo mirar a la aludida, entrando a la habitación seguida de Seokjung y Hyesuk, ¿cómo es que estaban reunidos todos allí?

—¿Qué hacen todos aquí? –Pregunté algo confundida, y traté de sentarme en la camilla, hasta que la castaña me detuvo.

—Ni se te ocurra, necesitas descansar. –Expresó reprochándome, a lo que chasqueé la lengua con fastidio tras volver a acostarme.

Hyesuk sonrió acercándose.— Yo te encontré inconsciente, había traído a los vigilantes del Sótano conmigo y se encargaron de tomar a tu padre y retenerlo hasta llamar a la policía. Está en prisión, Kaya.

Ante la realización de eso, me quedé en blanco, y Seokjung fue el siguiente en hablar.

—Tiene cargos graves, planean trasladarlo a USA para que cumpla su condena por asesinato y violencia intrafamiliar. –Declaró rodeando los hombros de mi amiga, quien me sonreía entre lágrimas.

—Kaya, Dios hizo justicia. Te dije que Él te haría justicia.

Y no pude soportarlo, lloré de una manera que se catalogaba como el de una pequeña niña que se desahogaba con sollozos fuertes a todo pulmón, era un llanto de alivio, un llanto de alegría y descanso.

Un llanto de agradecimiento, por lo que, por primera vez en mi vida... lo dije.

—Dios... gracias, gracias...

La brisa fría mecía con suavidad los cabellos contra mi rostro, mientras mis ojos se mantenían cerrados disfrutando de la tarde; desde que salí del hospital y, acompañé por fin a Haeri a la iglesia, todo comenzaba a encajar con aquella pieza falta...

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La brisa fría mecía con suavidad los cabellos contra mi rostro, mientras mis ojos se mantenían cerrados disfrutando de la tarde; desde que salí del hospital y, acompañé por fin a Haeri a la iglesia, todo comenzaba a encajar con aquella pieza faltante en mi vida.

Jesús, en definitiva, él faltaba y yo lo había empujado fuera muchas veces, creyendo que imposible ser sanada por él. Pero, lo era, lo era y me sentía plena con Jesús en mi vida.

Fui a terapia, porque también la necesitaba luego de los años tan traumáticos que viví con mi padre, al cual, me dirigía en esos instantes a ver en la prisión de Seúl, porque había algo que debía hacer por mi bien.

Perdonar.

—Bueno, aquí voy. –Suspiré subiendo los escalones, adentrándome a la enorme estructura de concreto algo desgastada.

Mentiría si mi anatomía no temblaba, porque lo hacía, pero no era miedo sino... el pensar en mi padre ahí encerrado, esperando el día de mañana para ser trasladado y vivir el resto de sus días en prisión; cuando Haeri me dijo que tenía que perdonarlo, la ira me llenó por completo ante el rechazo de esa idea.

¿Cómo iba a perdonar a la persona que hizo mi vida un infierno? Era algo estúpido.

Pero, Dios me mostró que, incluso por las peores personas en el mundo Él envío a su hijo, para perdonarlos mediante su sangre. Entonces, ¿quién era yo para no perdonar a alguien?

—Pierce Benson. –Murmuré ante el prefecto de la prisión, el cual me pidió que lo siguiera hasta las cabinas de visita, esas donde hablabas con un teléfono a los prisioneros.

La ansiedad comenzaba a comerme viva, mis dedos se retorcían entre sí sobre la tela de mi abrigo de invierno, pero traté de mantener la calma y deseé que todo fuese rápido y tranquilo, la terapeuta Woo me esperaba así que debía ser precisa.

Entonces, al tomar asiento frente a la cabina, lo vi encararme sin un ápice de emoción en su rostro, demacrado y destruido.

Como consecuencia del pecado y el mal, y me pregunté a mí misma si yo también lucía así días atrás. Tomé el teléfono con lentitud, sin dejar de mirar a mi progenitor que también imitaba mi acción.

Y suspiré.— Hola, papá.

Ohhh, capítulo lleno de emociones 👀 pero las dejaré con la intriga jejeps 🤭 comenten y voten! 🙌🏻

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Ohhh, capítulo lleno de emociones 👀 pero las dejaré con la intriga jejeps 🤭 comenten y voten! 🙌🏻

Dedicado a @UnnieSong (no me deja etiquetarla y me da rabia but okay xd)










¡Dios les bendiga!

𝖘𝖙𝖔𝖓𝖊 𝖍𝖊𝖆𝖗𝖙 💙 novela cristianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora