«después de una pelea»

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Joel ha aterrizado en Los Ángeles, y sabe que su novia lo está esperando en su habitación de hotel. Ella ya le mando mensaje, y Clara también le ha dejado saber que ella llegó de Las Vegas hace unas horas. Su teléfono vibra en sus jeans mientras recoge sus maletas y sonríe malvadamente. Pone la maleta pequeña encima de las demás y saca su móvil. Su sonrisa se vuelve mas sucia al ver que es una foto de ella acostada en su cama sin nada encima. Y sabe que será una noche increíble.

* * * *

Joel se despierta con el peso del cuerpo de su novia encima de su pecho y sonríe. Siente su respiración constante contra su piel y sabe que aun está dormida. Sonríe como un bobo al recordar las aventuras de la noche pasa y su amigo sale a saludar.

—¿No te puedes quedar quieto ni por un segundo? —vuelve a ver a su entrepierna con frustración, no es que no quiera hacerlo con ella, sino que no quiere que ella piense que esta allí solo para eso.

—Hm... —su novia se mueve en su pecho, tomando una inhalación de él. —buenos días. —murmura contra su piel y él puede sentir su sonrisa.

—Buenos días. —deja un beso en su frente.

—¿Qué tan temprano tienes que ir con ellos hoy? —la pelinegra pregunta, acordándose porque Joel y los chicos están en Los Ángeles.

—Temprano. —el rizado cierra los ojos cansados. —¿desayuno a la habitación? —

—Suena como un buen plan. —asienta con la cabeza mientras se despega de él.

Lo recorre con la mirada, puede ver su erección mañanera y sonríe.

—Levántate y brilla, amor mío. —lo molesta mientras va hacia el teléfono de la habitación para pedir el desayuno. —empieza con tu rutina que ahorita llego. —le da un guiño.

El rizado se levanta de la cama como dios lo trajo al mundo, mostrando ese cuerpo que ha formado en el gimnasio últimamente. Ella lo deja de ver hasta que él entra al baño y se concentra en pedir el desayuno. Joel hace sus necesidades y se lava las manos antes de echarse agua helada en el rostro. Enciende la ducha porque se da cuenta que con lavarse la cara no será suficiente.

—Uh papasito. —la pelinegra dice desde la puerta, llamando su atención.

Joel la vuelve a ver con una sonrisa de lado la cuál se convierte en confusión al ver la carita de su novia.

—¿Qué... —

—¡Joel Pimentel! —ella lo mira con mala cara. —¿cuántas veces te tengo que decir que la tapa del baño va abajo? —baja la tapa del baño en demostración. —a.ba.jo. —dice como si estuviera hablando con un niño pequeño.

—Ay pero si tu lo vas a usar ahorita. —él argumenta, cruzándose de brazos y la boca se le vuelve agua a su novia. —¿cuál es el problema? —arquea una de sus cejas.

—El problema es que lo dejes arriba. —sube la tapa y hace sus necesidades.

—Ves que hiciste doble trabajo, bajarla y subirla. —agarra su cepillo para lavarse los dientes.

Ella se pone de pie al lado de él y lava sus dientes también.

—No te enojes bebé. —Joel dice en voz ronca, moviendo su erección contra su pierna.

—Aish. —ella trata de alejarse de él, pero el rizado la toma de la cintura, colocándose detrás de ella.

—Se como contentarte. —le susurra al oído mientras finge penetraciones.

Baja por su cuello, dejando besos mojados en su piel y ella ya no tiene argumentos. La pelinegra abre mas las piernas para dejarlo entrar de una sola vez. El rizado entiende eso y entra en ella en una sola estocada.

—Hm. —jadea, inclinándose sobre el lavabo, sintiendo una corriente de electricidad por todo su cuerpo.

Joel tomas sus pechos por debajo de sus brazos, acariciando sus pezones con sus dedos.

—Oh Joel. —ella se mueve contra el rizado, apretando su erección con sus cálidas paredes. —mas fuerte. —balbucea, estirando su cuello hacia un lado para que él siga dejando besos mojados allí.

Él sigue golpeando en ella una y otra vez, haciéndola temblar del placer, haciéndola gemir y jadear por la sensación de tener a su novio así una vez más. Al sentir ese rico hormigueo en la base de su columna quita sus manos de sus pechos y las pone en sus hombros, embistiendo en ella mas fuerte y mas rápido.

—Oh amor. —Joel gruñe, sintiendo como se vacía en ella.

La pelinegra echa su cabeza para atrás, aun moviéndose contra él, buscando su propia liberación.

—Ven aquí. —Joel sale de ella, le da vuelta y entra en ella de una sola vez.

—Ah. —envuelve sus piernas alrededor de su cintura, haciendo que él llegue mas profundo.

El rizado baja una de sus manos por su cuerpo hasta llegar a su vulva. Mirándola directamente a los ojos pone su dedo índice sobre su clítoris y lo mueve circularmente.

—¡Oh! —ella arquea su espalda al sentir esa deliciosa sensación corriendo por todo su cuerpo.

—Mírame. —él ordena en una voz ronca, y cuando ella lo hace se encuentra con sus ojos pardos llenos de lujuria. —córrete para mi, bebé. —mueve su dedo mas rápido, igualando las embestidas en su punto g.

Todo lo que ella necesita son unas caricias mas en su clítoris y unos cuantos golpes en su punto g para correrse alrededor de su novio. Enroscando los dedos de los pies deja que esa deliciosa sensación explote por todo su cuerpo, dejando escalofríos en cada centímetro de este.

—Ah. —ella sonríe satisfecha, acariciando las caderas de su novio.

—Quisiera quedarme así contigo. —el rizado se inclina, dejando un beso en las comisuras de sus labios.

—¿Así, así? —cuestiona con una sonrisa pícara en sus labios, señalando a sus sexos, él todavía esta adentro de ella.

—Así. —le da un beso que la deja sin aliento.

El teléfono de Joel vibra en la mesita de noche de la habitación, dejándoles saber que no se pueden quedar así aunque quieran.

𝖔𝖓𝖊 𝖘𝖍𝖔𝖙𝖘 • 𝕵𝖔𝖊𝖑 𝕻𝖎𝖒𝖊𝖓𝖙𝖊𝖑 • +𝟷𝟾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora