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Pasaban de las 10 de la noche cuando la menor termino de hacer sus tareas, sus reportes y ordenaba sus cosas. Suspiró derrotada y se acostó en su cama boca arriba, su gato llegó para acostarse a su lado.

– ¿Mien? ¿Crees que logre algún día lo que quiero? –preguntó como si el felino respondiera. Viendo el techo con un brazo detrás de su cabeza.

El gato bostezo.

–Gato tonto –bufó. El gato frunció el ceño como siempre hacía después del insulto de su dueña a su persona.

Tomó toallas y se fue a la ducha, se sentía sucia después de haber sido tocada por el infeliz de Mark.

Un mensaje.

Desconocido.


Te espero en 15 minutos
en el hotel lovelys.
10:45

Como no llegues, te prometo que
no descansaré hasta saber quién eres y hacerte tu vida imposible.
10:46

Lo que digas
10:46

Dame un poco de tiempo, me daré una ducha.
10:47

La chica lanzó el teléfono a su cama, este rebotó y cayó al suelo.

–Teléfono estúpido –bufó.

Se duchó tomándose su tiempo, cantando al compás de la música que sonaba por su mini–radio y gozando el suave masaje que ella misma se daba en su cuerpo. No masturbándose, que quede claro.

Terminó con su ducha y se vistió de manera simple y poco sexy.

–Vuelvo más tarde, bebé –besó al gato y salió de su casa. Yendo en su auto llegaría rápido, y ese no era el plan.

Camino por las calles por largos minutos, tomándose su tiempo hasta dar con el lugar correspondiente, no pasó mucho hasta que vio al chico saliendo del lugar.

– ¿Aún con esa mierda? –se preguntó a si misma cuando lo vio con la máscara.

Se encogió de hombros y fue a dónde él. La poca luz le impedía verle del todo su cara, a lo más, sus ojos.

– ¿Y tú máscara? –preguntó el chico. El tono de voz se le hacía extrañamente familiar.

– ¿Quieres que la use? –alzó una ceja. Era algo tonto lo que el chico decía.

–No necesariamente, pero no quiero saber con quién me acuesto –dijo como si fuera lo más obvio del mundo.

–Sobre eso, no quiero tener sexo contigo –soltó. Una carcajada sin gracia salió por parte del chico. Solo pudo ver el blanco de sus dientes entre tanta oscuridad.

– ¿Acaso fui yo quien te obligo a firmar? Si es porque no me quieres de daddy se puede arreglar –se encogió de hombros– Aunque todo ese dinero volvería a mí –dijo pensante– ¿O es que acaso ya lo gastaste y quieres más? Si es por eso, te doy más –dijo como si fuera algo de todos los días.

La chica se sintió ofendida. A ella jamás le importo el dinero como para que esté sujeto le hablara así, no sería capaz de acostarse con alguien solo por dinero, su estatus económico era medio, no necesitaba estar haciendo aquel tipo de cosas por dinero.

– ¿Perdona? Yo no soy como crees, no me acuesto con gente solo por dinero ¿Estamos claro? Si no me quiero acostar contigo es por una simple razón: No soy una zorra –se cruzó de brazos mirando desafiante al chico.

– ¿Así? –la acorraló haciendo que los nervios dominaran a la chica– ¿Por qué mejor te dejas llevar y luego vemos si quieres seguir con esto? –sonrió aún con la máscara puesta.

Amantes Enmascarados | Mark Lee | Libro#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora