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Dedicado a VictoriaBarrios021
¡Feliz cumpleaños, bonita! Pásalo genial y de mi parte, acá tienes un regalo uwu ¡Felicidades y que cumplas muchos más! ♥


















Hoy acababa el último día de la universidad para los de segundo de derecho. Habían acabado con los exámenes y solo quedaban unas horas para que pudieran irse a casa.

Las ideas de SunHe de irse una semana antes para ir con sus padres fueron canceladas al no tener a su profesor de documentación civil en línea. Por ende, la semana que se suponía era su viaje, se quedó en Seúl para acabar.

A estas alturas solo quedaba rendir una evaluación que ella ya había dado, pero prefirió esperar a sus amigos quienes no la habían rendido.

En estos minutos, mientras ellos estaban en la sala esperado al profesor, ella estaba en el gimnasio de la universidad.

Estaba corriendo en la cinta mientras tenía sus audífonos puestos con la lista de reproducción de Tharey sonando.

La sala está completamente sola, excepto por ella. Su corrida iba aumentando y disminuyendo cada diez minutos, haciéndola sudar.

La puerta fue abierta minutos más tarde dejando entrar a un chico de cabellera desordenada.

Se sentó sigilosamente en una de las bancas que estaba cerca, miró con qué estaba escuchando música la chica. No tenía su teléfono. Vio alrededor del lugar si había alguna mochila donde pudiera estar el teléfono, más solo estaban las bancas.

Bufó. Que mala suerte.

A nada de irse pudo ver la pequeña mochila de la chica, ésta estaba a sus pies.

Simple. No podrá.

Rendido, se puso de pie y salió del lugar. No sin antes mirar por última vez a la chica, aquella fina figura de verdad estaba haciendo pedazos su cabeza. Se parece mucho a la de la chica en su desnudez, solo que esta estaba vestida con un top deportivo y unas calzas.

Salió de la misma manera que entró, en silencio.

Al acabar su entrenamiento, salió directo a buscar a sus amigos. Caminó por los pasillos con su ropa de deporte aún puesta, no quería cambiarse sí iría a su casa en unos minutos más.

Busco en el salón correspondiente de estos, más no estaban. ¿Dónde estarán? Vio al profesor guardar sus cosas sobre el escritorio de la sala, entró para preguntar.

– ¿Señor Choi? ¿Sabe dónde están HyunSang y JaeMin? –preguntó a su profesor.

–Ah, los jóvenes fueron a la biblioteca a dejar las evaluaciones, señorita –contestó, cerrando su bolso– No deben tardar, si quiere se queda a esperarlos acá –ofreció.

–No, gracias –sonrió– Los esperaré fuera, tenemos que salir y prefiero no perder tiempo –explicó.

–Me parece bien –el joven asintió y salió con su bolso colgado de su hombro.

La chica le siguió desde atrás con su mirada en su teléfono, eran las cinco y ellos tenían salida a las siete. Vio como su profesor doblaba para irse a la sala de los mismos. Ella siguió su camino a la salida de la universidad.

Ahí pudo ver a la pareja favorita de todos. Mark y Joyo. Con quién se había revocado estos últimos cuatro meses.

Ambos dándose amor, más ella que él. Ella simplemente pasó de ellos y se afirmó en un árbol a esperar a sus amigos. Estos anteriores tardaron, pero llegaron, estaban agotados, pareciese que hubieran corrido para llegar ahí.

– ¿Están? –preguntó cuándo los tuvo frente a ella.

–Si ¿Y tú?

–Hace rato ¿Vamos?

Los chicos frente a ella asintieron y emprendieron camino a sus casas.

Mark, por otro lado, solo los miraba desde la lejanía. No entendía a qué se refería la chica.

Salía de su departamento con su maleta en mano, su pequeña gorra fue arreglada antes de cerrar la puerta. Se acomodó la ropa y caminó a las escaleras, donde encontró a quien menos quería.

– ¿Tú?

– ¿Tú? –repitió al mismo tiempo que el contrario– ¿Qué haces aquí?

–Yo... Ah... Solo ¿Venía a hablar contigo? –la duda en su voz hizo a la menor reir.

– ¿Conmigo? Lo siento, pero no puedo –dijo, viendo la hora.

–Solo necesario hacer algo ¿Si?

Y es que Mark no estaba seguro de cómo resultarían ahora las cosas, de verdad tenía miedo. Miedo de lo que pueda pasará ahora, ella era una chica muy diferente al resto, era ruda y linda al mismo tiempo y el que él haga lo que está por hacer, era jugársela.

–¿Qué cosa?

Pregunto, dudosa de lo que Mark fuese a hacer.

Y no es que le diera miedo, simplemente le daba desconfianza.

Pero la mente de Mark no tenía nada sucio planeado, nada subido de tono ni algo similar a lo ocurrido en el pasillo como la otra vez. Él solo quería sacar una duda de su cabeza, solo eso.

Necesitaba hacerlo para saber si es ella.

– ¿Puedo hacerlo?

–Depende –entrecerró sus ojos– Si vas a hacer algo que sabes que no acepto, tus huevos la van a sufrir –amenazó.

–Será rápido –dijo viendo como ella movía con impaciencia el pie.

–Vale, hazlo ya –ordenó.

Y pasó, pasó lo que ella no pensó jamás que pasaría. Incluso pensó que, si llegaba a pasar, le daría asco y que incluso sería incómodo. Pero no fue así.

Las mejillas de la chica fueron acunadas delicadamente entre las manos de Mark, quién solo se acercó lentamente mientras cerraba los ojos. Y fue cuando sus labios se estamparon con delicadeza en los contrarios que lo supo. Era ella.

Movió sus labios lentamente, esperando a ser correspondido. Los ajenos siguieron el ritmo, provocando más seguridad en Mark.

La chica jamás pensó que éste fuera tan buen besador. Tenía sus labios suaves, eran adictos.

Similares a los de él.

Solo pudo corresponder el beso dejando de por medio un suspiro, había extrañado los besos que le daba su acompañante sexual.

Mark tomó la confianza necesaria y sacó sus manos de las mejillas de la chica para ponerlas en su cintura, apretando levemente cuando el beso no fue inocente en su punto.

Mark se atrevió a morder levemente el labio inferior de la chica, sacándole un jadeo. Era lo mismo que hacía ella cuando estaban a punto de hacerlo. La chica notó como sus mejillas subieron de color cuando notó que había soltado un jadeo. Mark evitó que ésta se separara, estaba disfrutando mucho como para dejarla ir.

SunHe no se negó, continuo el beso que se había vuelto más subido de tono.

Mark volvió a morder, aprovechando esto para meter su lengua en la boca de la menor, quién solo se dejó hacer.

No fue hasta que tomó noción de lo que estaba haciendo, que reaccionó.

Abrió sus ojos con brusquedad, sonrojándose al momento. Levantó su rodilla rápidamente y golpeó en los testículos a Mark, quién cayó de inmediato.

– ¡Abusaste de mí! –le recriminó, cubriendo sus labios con su mano.

– ¡Estás disfrutando! ¡Con...denada! –cubrió su entrepierna mientras estaba arrodillado– Me iré olvidando de dar hijos....

– ¡Pervertido! –gritó esto último para darse la vuelta y salir completamente roja del lugar, saliendo camino a la estación de trenes.



Amantes Enmascarados | Mark Lee | Libro#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora