Guardó el dinero que la mujer había entregado en la caja, tomando la propina y guardándola en el bolsillo rojo de su uniforme de trabajo, sonriéndole amablemente y despidiéndose con un: –Gracias, vuelva pronto.
Eran pasada las ocho de la tarde, y su turno aun no acababa. Hoy era día martes, había vuelto a la universidad hace algunos días, puesto que necesitaba sus clases y subir su rendimiento, el trabajo en el que había estado hace un mes había sido cancelado, la cafetería del centro fue clausurada y con ello, su trabajo había caído. Aunque gracias a la dueña de su ex trabajo, MinJi noona, había logrado conseguir trabajo en otra cafetería, la de una amiga de esta misma; la señorita Sandra Park.
Una bonita cafetería elegante, bastante llamativa y muy de su gusto. Mientras que en su anterior cafetería todo era tierno, las mujeres usaban un tierno vestido rosa y blanco, junto a un delantal de color blanco. Acá era contrario a ello. Las chicas usaban un uniforme bastante controversial, siendo un jean negro ajustado, una blusa blanca y un hermoso chaleco rojo ajustado a su cintura. Sensual y elegante.
Suspiró, volviendo a la cocina, tomando una que otra porción de pasteles, llevándolos a la mesa y volviendo a la caja, tomando el dinero que daban al acabar y dando órdenes a su compañera de esa noche. Kim YungSo. Una chica ya bastante antigua en ese lugar pero que todos consideraban vaga.
–Kim, la mesa siete necesita atención –habló al mismo tiempo que ponía sobre la bandeja dos trozos de pie y dos tazas.
–Bien, ya voy –ni siquiera la miró, la muchacha viró los ojos antes de ella misma atender la mesa siete.
Se acercó con una sonrisa a la pareja de bellas muchachas, dejando sobre la mesa los pedidos y sonriendo amablemente cuando ellas dieron las gracias: – No es nada.
Su cabeza comenzó a doler una vez estuvo de vuelta en la cocina, viendo a su compañera durmiendo en el lavabo, sin siquiera tocar la esponja para lavar los platos sucios. De verdad, era como un grano en el culo esta mujer. Sin rechistar ni mucho menos hablar, la hizo a un lado con un leve empujón, haciéndola caer en el piso con un golpe seco, temió despertarla. Y al parecer esta mujer tenía el mismo sueño pesado que Jae, no despertó por muy fuerte que era el golpe, siguió roncando como hace unos minutos. Suspiró, comenzando a limpiar ella misma la loza sucia.
La campana de la puerta avisando que alguien más había ingresado le hizo dejar todo de lado, bajando las mangas de su blusa y saliendo a recibir a el nuevo cliente. Su ceño se frunció cuando vio a Mark con una chica aferrada a su brazo.
–Buenas tardes –saludó pese al malestar en su pecho– Pueden pasar a la mesa tres, está desocupada –sonrió, con fingida amabilidad, siendo creíble ante los ojos de los demás.
–Muchas gracias, señorita SunHe –la pelirroja que colgaba del brazo derecho sonrió, aferrándose más a su brazo.
–Sí, gracias –Mark tragó duro cuando la mirada filosa de la menor se posó sobre él, su pecho dolió cuando la menor apartó la mirada.
–No es nada, pueden ver la carta, alcen la mano cuando –sus ojos pararon en Mark– se decidan por lo que querrán.
–Bien, gracias jovencita –La pelirroja notó la mirada, tomando del brazo a Mark para arrastrarlo a la mesa.
–Luego hablamos –susurró Mark antes de que fuera jalado.
La menor no se molestó en siquiera verle, solo cruzó sus brazos, caminando con elegancia detrás de la caja, atendiendo a una mujer a su hijo. Dios, estaba en serios problemas.
[. . .]
Mordió su labio con inquietud, buscando con la mirada a la muchacha que hace unos minutos había hecho que su corazón doliera, quien ahora le tenía con los nervios de punta, sin siquiera poder ver la carta.
ESTÁS LEYENDO
Amantes Enmascarados | Mark Lee | Libro#1
Genç KurguComenzó con una noche de chicas, tragos que llevaron al lio que desencadenará la montaña rusa de sentimientos que jamás deseó. •Historia con contenido +18 •Menciones a algunas otras bandas de K-pop •Menciones a ships de otras bandas. •Capitulos rela...