A la mañana siguiente se despertó con el sentimiento más liviano que jamás experimentó. Siendo aquel una hermosa mezcla de amor, felicidad y satisfacción. Todo mezclado en su ser.
–Oppa... –Un leve pero simple susurro abandonó sus labios. El calor de la noche aún seguía presente en cada espacio de su piel.
Se levantó, sintiendo el vacío inmediato a su lado. Una mueca triste se posó en sus labios cuando su mano tocó las sabanas a su lado.
–Pensé que al menos me darías los buenos días, oppa tonto –bufó.
Sin mayor demora se puso de pie, acomodando las sábanas de modo que quedaran lisas de nuevo, la guitarra que había usado la noche anterior la guardó en la funda que estaba en el armario y cerró la ventana. Abierta y ella aun no sentía el crudo frio de la noche.
– ¿Noche? –la pregunta le dio vuelta en su cabeza, saliendo con cautela de la habitación y cruzando los pasillos.
La luz era poca, pero aun así, lograba llegar a molestar. ¿Podría volver con su hija de la semana? Dios, se sentía lo peor, había prometido dormir con ella y había pasado la noche en otra cama.
–Seguro no notó que faltaba yo en la cama. –se consoló.
Bajó hasta la cocina, consciente de que todos aun dormían se propuso hacer lo que hacía cuando vivía con su madre. El desayuno a la cama.
Abrió el refrigerador, viendo las posibles cosas que podría usar, que podría cocinar. Finalmente tomó huevos de ahí, algo de verduras y un poco de carne. Decidida a hacer arroz con carne picada. Sacó lo necesario de la alacena y preparó todo.
En diez minutos ya había acabado y encima tenía preparado un exquisito jugo de fresas y frambuesas. Puso dos porciones en una bandeja y subió con cuidado. Tomando una rosa del jarrón junto a la puerta de sus padres, tocó la puerta y entró.
–Buenos días –cantó, sus padres sonrieron cuando la vieron en pijama y con la bandeja en sus manos. Como en los viejos tempos. Sin MinSu, pero siendo cálido de igual modo.
–Oh, querida –su madre sonrió enternecida por el detalle– No hacía falta tanto... –besó la mejilla de su hija cuando esta acomodaba la comida sobre sus piernas.
–No es problema, mamá –esta vez continuó con su padre, poniendo la bandeja con cuidado sobre sus piernas.
–Hay que admitir que hacía falta esto –comentó en cambio el señor Hwang.
– ¡Cariño! –la menor rió por el pequeño rubor en las mejillas de su madre.
–No te preocupes mamá, me gusta consentir a mis padres –sonrió y besó ambas mejillas.
–Muchas gracias, hija –su padre sonrió en su dirección, acariciando su mejilla con una leve sonrisa.
–Disfruten la comida, no se preocupen por nada que hoy yo me haré cargo de la casa –se puso de pie mientras hablaba, guiñando antes de retirarse– Provecho.
–Gracias.
Cerró la puerta con cuidado, volviendo a las escaleras. Tomó la bandeja restante que había dejado en el mesón de la cocina, llevándolo a su habitación.
Dejó la bandeja sobre el escritorio que estaba a pocos pasos de la puerta, encendiendo la luz cuando tuvo sus manos libres. Sus ojos cayeron en los cuerpos sobre la cama que estaban tratando duramente de abrir sus ojos.
Gae tenía entre sus brazos, aferrada a su pecho, a SuJin, quien se aferraba a su camiseta de dormir. Tan agradable sensación. Aunque, no como ella quería. Negó con su cabeza cuando pequeñas imágenes de ella siendo madre junto a... ¡No! Debía sacarlo de su cabeza.
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Amantes Enmascarados | Mark Lee | Libro#1
Novela JuvenilComenzó con una noche de chicas, tragos que llevaron al lio que desencadenará la montaña rusa de sentimientos que jamás deseó. •Historia con contenido +18 •Menciones a algunas otras bandas de K-pop •Menciones a ships de otras bandas. •Capitulos rela...