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El camino al karaoke todo fue silencio, sintiendo su cuerpo más frio de lo que esperaba. Aun siendo invierno y la nieve seguía apareciendo.

–Uhm –trató de romper el silencio, buscando al menos una mirada de Gae– ¿Cómo estuvo la universidad? –Bien, aquello no fue como esperaba y sintió como la incomodidad no disminuía, aumentaba.

–Bien.

–Oh, qué bueno.

Formó una línea con sus labios, el camino era bastante largo y apenas llevaban unos pocos minutos desde que salieron de su departamento. Suspiró y se arropó con la gran chaqueta que traía encima.

–Lo siento. –Gae habló de repente. Ella volvió su vista a él, dándole una clara señal de que siguiera, pero él pareció estar sumergido en sus pensamientos, cosa por lo que no la escuchó.

–No te entiendo.

–No fui lo mejor para ti ¿No es así? –el débil tono de duda le caló hasta los huesos– Es decir, usualmente, cuando las parejas son infieles... Es porque no encontró lo que buscaba en la que está a su lado ¿Así fue con nosotros? Sé honesta, por favor –el tono de súplica la obligó a morderse el labio.

–No fue así... –habló después de un corto silencio– No fuiste insuficiente. –aclaró, tratando de tener la mirada sobre ella, para al menos poder saber que pasaba por su cabeza, mas no pudo y solo se detuvo frente a él, tomando su cara entre sus manos. La angustia estaba impresa en ella. Él giró su rostro y bajó su mirada– Gae, mírame –pidió con algo de pena. El nombrado subió su cabeza y la miró, con su mirada brillosa– Nada de esto es tú culpa, no quiero que pienses que es culpa tuya o que fuiste insuficiente ¿Bien? –acarició la mejilla con uno de sus pulgares, adorando como él se dejaba hacer y dejaba que su mejilla fuera abrazada por el calor de su mano– Te amo, pero supongo que el amor es diferente según la persona... Mi corazón es... Mi enemigo en muchas ocasiones –aquello al menos le hizo reír a ambos– Fuiste lo mejor que este mundo de mierda me dio, mi mejor amigo, novio y todos los lugares que se te puedan dar, los tienes tú. Tienes un gran lugar en mi corazón, pero no me seguiré engañando, Gae... –suspiró– Soy feliz a tu lado, pero me estoy haciendo tanto daño a mi como a ti, engañando esta alma al creer que eres tú a quien amo y veo como mi esposo... Lo siento, Gae. Entenderé si después de todo, no quieres verme –sus palabras fueron lo último que se escuchó.

Un suspiro, y lo último le dejó con cierta calidez en su pecho. Gae la había tomado de los hombros y la había abrazado, con su cara oculta en su cuello y aferrándose a su cintura.

–Entiendo, lamento no haber sido el hombre con quien soñaste, pero al menos lo intenté. Me hace feliz saber que al menos, te alegré los días y te hice sentirte amada –se separó, sonriendo– No me importaría el seguir siendo amigos, fuimos novios por mucho tiempo, pero, ante todo, fuimos amigos.

–Gracias, Gae... –y sin darle muchas vueltas, saltó a sus brazos. Aferrándose a su cuello y tocando a puntapié el suelo.

– ¿Un besito de despedida? –ella se separó, con cierta mueca y con una sonrisa en sus labios.

–Eres un aprovechado. –y con una risa, simplemente le dio un corto pero tierno beso. Un roce, un toque mágico para ambos. El adiós. Se separaron con una sonrisa y se dejó caer sobre su hombro.

–Fue mágico estar contigo. –dijo después de un corto silencio. El joven le acarició la cintura, sobre la tela en un tacto nada subido de tono. Un tacto simple.

–Puedo decir lo mismo. Los recuerdos siempre estarán presentes –la muchacha sonrió por aquellas palabras– Y sabes de sobra que me tendrás eternamente para apoyarte, ir a buscarte o simplemente, hablar –y con ello, un asentimiento y un toque de manos, continuaron su camino. Directo al karaoke.

Sentía su alma más liviana, más sana. Lo peor y a lo que más temía había acabado, siendo mejor de lo que esperaba. Gae reaccionó mejor de lo que esperaba, y lo agradecía. Espera con todo su ser que aquella buena y pura alma, encuentre una que le alegre sus días, al menos lo que ella no pudo darle, que alguien más logre dárselo.

Sonrió para sí misma y volteó cortos segundos a verle, continuando con su camino y vista al frente.

Ahora solo queda pasar la tormenta...

[. . .]

Entraron con cierto frío al lugar, siendo recibidos por un gran y fornido hombre. Preguntando sus nombres y sala, entraron a donde él los guio. Kim estaba en la puerta.

–Ya se estaban tardando –habló nada más llegó– Mark llegó diciendo que ibas a tardar porque te estabas besando con Gae –codeó– Hoy tiene premio nuestro Gae, eh –y ella solo negó.

–Terminamos. –y con ello, las caras se hicieron largas y ciertamente, sorprendidas ante el comentario de Gae– Pero no es en mala.

–Todo está bien.

Y la luz que llegó a la mirada de Mark fue simplemente gracioso. Ella recibió el pésame de su amiga y de todos, igual que Gae, pero con risas. Era simplemente gracioso para ambos. Una vez terminaron, se sentaron en el gran sofá color rojo.

–Lo hiciste mucho antes de lo que esperaba, eh –la voz de Mark se hizo melodía en su oído.

–Para que veas, que nada de lo que dije en el gimnasio era falso.

–Y creo que los dos estamos listos.

–Veo que ninguno perdió tiempo.

–Y créeme que me muero por sacar todo rastro de Gae de tus labios. –el tono empleado le hizo estremecer.

–No podemos hacerlo ahora, Gae se sentiría mal.

–No dije que ahora... –sintió la húmeda lengua de Mark sobre su piel. Dios, su piel estaba empezando a quemar– Me gustan los espacios cerrados.

Seven minutes in paradise –susurró.

–Hasta en ello coincidimos... –y besando su cuello, se levantó, yendo a por más licor.

Amantes Enmascarados | Mark Lee | Libro#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora