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La noche les venía encima, pero ellos no se preocupaban de aquello, sólo estaban ocupados en disfrutar de la velada. Mientras que Jae y Hyun cantaban frente a la fogata, Kim, SoMin y Jiwoo bailaban animadamente alrededor de ella. Casi haciendo un ritual al fuego.

–¡Vamos! ¡Muevan esas caderas! –animó Gae, haciendo reír a la mayoría menos a SunHe, quién le miró mal.

–Tonto.

–Sabes que la única que me tiene loco eres tú, celosa –tocó delicadamente la nariz de esta, haciendo que ella sonriera y una mirada filosa se clavara en ellos.

Se sentía mal, deseaba de verdad poder ser él quien hiciera eso, ser quién causara esos ataques leves de celos, ser quién dijera todo eso, ser quién pudiera degustar de los labios como lo hacía su amigo en estos momentos, ser él solamente dueño de ese cuerpo, de esa alma, de esa persona. De esa hermosa chica frente al fuego.

Le molestaba, le quemaba ver aquellas escenas, pero lo aceptaba. El partido estaba siendo ganado por Gae, no había mucho que hacer. Habría hecho miles de cosas, pero Gae, es y será su amigo hasta que muera, y no iba a arruinar la promesa que le dio a la chica.

–¿Mark? –la voz de su menor lo sacó de sus pensamientos, mirándola con cariño.

–¿Si?

–¿Me puedes acompañar a traer las bebidas? Gae se quedará ayudando con la carne.

–Sí, claro –con una sonrisa se puso de pie y caminó cuesta arriba, directo a la casa del bosque.

La playa quedaba bajando un pequeño monte, no era un camino largo, pero si agotador.

El camino fue silencioso, más cómodo para ambos. El no tener que abrir un tema y terminar, probablemente, en pelea era cómodo.

–¿Puedes ir a la bodega mientras yo voy a buscar algo? –pidió amablemente su menor, quién caminaba con seguridad y nerviosismo mezclado a las escaleras.

–¿Claro...? –dudó un poco de su actitud, pero había prometido no hacer nada imprudente, tampoco quería apartarla de nuevo.

Cumpliendo con el pedido, bajó al sótano y sacó dos botellas de bebida y una caja de cervezas, además de una botella de vino. Si se emborrachaban, será una tarea bastante difícil el subirlos a la casa.

Subió con cuidado de no botar alguna cosa y las fue dejando con cuidado sobre la barra, esperando a su amiga tomó su celular. Bufó cuando vio todos los mensajes que había dejado Joyo.

Tonto. Poco hombre. Infiel. Maldito.

Esas y más eran las palabras que se repetían en cada mensaje. Como si fuera algo de todos los días, sólo respondió con el típico "Ok" y cerró la app. Cansado de tener que soportar sus berrinches.

Al escuchar pasos por las escaleras vuelve su vista a dónde los escucha, abriendo sus ojos en demasía cuando la ve. El pantalón negro ajustado, su blusa blanca escotada y su cabello atado dejando ver su pecho le hace sonrojar. Además, que los tacones le dan ese toque que le encanta, de chica ruda.

–¿Qué? –la chica se da cuenta de que su amigo no para de verla y baja su vista.

–Te ves genial...

–Gracias. Espero que a Gae le guste –acomoda su cabello detrás de la oreja algo sonrojada.

–Oh. Gae.

–Sí, Gae.

Mark bufó, y es ahí cuando se da cuenta de la chaqueta beige grande que cuelga de su brazo, siendo bastante obvio que algo se traía entre sus manos.

Amantes Enmascarados | Mark Lee | Libro#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora