28

1.2K 110 25
                                    

El día están siendo bastante laboral, hace apenas dos semanas había llegado a Seúl de nuevo y se había propuesto conseguir un nuevo empleo, el último lo dejó por los estudios.

Justo hoy era su primer día en la cafetería frente a un puesto de ropa en el centro comercial, la misma cafetería que visitó con Bang y sus amigos semanas atrás.

Hoy era de esos días en que la gente iba y venía como loca, llevaba toda la mañana corriendo de mesa en mesa, subiendo y bajando de planta, yendo desde el almacén hasta el comedor, de la cocina al almacén y del almacén a la caja. Todo estaba siendo una locura.

Solo eran tres chicas las que estaban trabajando el día de hoy, y tener tanta gente tanto afuera como a dentro del local estaba siendo una completa locura.

Camina nuevamente al gran comedor donde estaba todo ocupado por gente, toma las órdenes de las que acababan de llegar y vuelve a la barra, dejando la nota en la cinta colgante que daba vueltas.

–Mesa ocho, pastel de chocolate y dos capuchinos –informó su compañero de trabajo dejando la bandeja. La chica la toma y camina a la mesa.

–Su orden –dice sin levantar la cabeza mientras deja todo sobre la mesa.

–Gracias, señorita –dice la voz femenina. Y como es costumbre, alza su cabeza sonriendo.

Una muchacha de ojos celestes y cabello largo color café estaba frente a ella, su mirada dulce y tierna.

–De nada –dice cortésmente.

–Ya volví, amor –dice el chico que acaba de llegar, se sienta y su sangre se hiela al ver a la chica que les atiende.

–Hola, Mark –dice sin importancia, fría y tajante como siempre ha sido con él.

–Hola.

–Disfruten su comida –dice sonriéndole a la muchacha.

–Muchas gracias, señorita... –la chica hace un esfuerzo en leer la tarjeta que se abrocha a su pecho– SunHe –consigue leer.

–No hay de qué –se retira de ahí con la bandeja en sus manos, volviendo a la barra.

Vuelve a la barra donde le entregan una bandeja con dos tartas de fresa y un gran batido de chocolate de pareja. Lo toma y camina con cuidado a la mesa diez del segundo piso.

Repite la acción de la mesa ocho y deja la comida con una sonrisa, sin recibir las gracias por la pareja que está pendiente a sus celulares, baja a la cocina para continuar con su labor.

"... ¿Es que las parejas de hoy en día son todas así?... ¿Dónde quedó el amor?"

Piensa mientras baja con la bandeja en sus manos.

Al llegar a la cocina le espera el pedido de la mesa dos de la parte externa, la recibe. Una taza de café simple con un sándwich de atún.

Camina a la mesa y se encuentra con una joven de quince años, curiosamente está sumergida en un libro de matemáticas y no para de morder el lápiz.

–Hey, terminarás con los labios azules –dice acercándose y dejando la bandeja para sacar las cosas y dejarlas frente a la chica.

–Sí, creo que sí –suelta una risa– No puedo resolverlo, me cuesta –dice volviendo su vista al problema.

–¿Puedo? –dice señalando el libro.

–No creo que sea una buena idea, pueden regañarle por mi culpa, unnie.

–Venga, nadie notará que falto, hay demasiada gente –dice en modo de broma.

–Está bien –la sonrisa que la niña le muestra se le hace tierna, le recuerda sus años de instituto.

–Bueno... –mira el ejercicio en la hoja y con el lápiz grafito le ayuda, explicándole paso a paso cómo se hace– ¿Entendiste?

–Sí, gracia –dice acomodando los lentes.

–No hay de qué, disfruta tu comida –sonríe y toma la bandeja.

–Gracias, unnie –dice sonriéndole antes de beber de su café.

Aquella niña de verdad le recordaba sus años de adolescencia, yendo a las cafeterías más cercanas a estudiar y comer tranquilamente.

Vuelve a su trabajo, repitiendo las estrechas y acciones en cada mesa asignada.

[. . .]

Finalmente llega a su departamento, lugar donde se deshace de sus zapatos sin importarle nada, desabrocha su blusa blanca completamente y se la quita, dejando su brasier solamente y sus jeans negros.

Revisa su teléfono y la hora marca las 8 y media de la noche.

–Mk... –susurró, pasando sus manos por la cara con frustración.

Termina de desvestirse para entrar a darse un baño, relajante con agua fría. Acaricia su cuerpo con cuidado, como si fuera ceda. Suspira cada vez que el agua pasa por sus hebras, disfrutando el frío del agua. Necesitaba eso.

Al acabar, sale de la ducha con una toalla envolviéndola, se viste con ropa a su medida y sale de casa, no sin antes despedirse de su gato.

Bae MK

Dónde estás?
08;32

Voy de camino, no te desesperes
08;33

Toma el taxi que pidió mientras bajaba en el ascensor y le da la dirección, como le había dicho a Mk, hoy no llevaba máscara.

Baja una vez el taxi se detiene, entrega el dinero y entra a la recepción.

–Ah... Habitación...

Es la habitación 529
08;47

–Quinientos veintinueve –dice apagando su teléfono ¿La estaba viendo?

–Adelante –dice la mujer, entregando la llave de la habitación.

Sube por el ascensor y abre la puerta, dejando su bolso sobre el sofá terciopelado rojo, camina hasta quedar frente al gran cristal, viendo la ciudad iluminada.

–Creí... Que no vendrías –dice una voz a sus espaldas, no hace falta darse la vuelta para saber quién es.

Unos dulces besos hacen recorrido por su cuello, dejando un camino hasta sus labios, donde besa sin compasión. Sacando un suspiro de la chica, se separa.

Ambos están con los ojos cerrados, el primero en abrirlos es Mk. Su sonrisa hace acto de presencia y la abraza. Tenía razón.

–Sabía que eras tú... –dice en un susurro cerca de oído.

–Me toca.

SunHe se aleja de él para abrir sus ojos lentamente. Sus ojos se abren en grande, sus labios hacen una sola línea al ver a quién tiene en frente.

–Oh mierda... –es lo único que sale de sus labios, la sonrisa del anterior se mantiene.

De todas las personasposibles... De todos los malditos chicos que podrían haber sido... ¿¡Debía ser Mark Lee?!

Lamento la demora.

Amantes Enmascarados | Mark Lee | Libro#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora